Es sabido que la actitud del PSN con relación al Monumento de los Caídos es la de resignificarlo. A sus argumentos conocidos, su portavoz municipal, María Curiel, tras la aprobación de los presupuestos municipales escribió: “El PSN ha presentado una enmienda por valor de 50.000 euros para impulsar un plan de participación ciudadana con el fin de contribuir a una resignificación de este espacio acorde con la ley de Memoria Democrática”. Toda una novedad.

Primero. El monumento Navarra a sus muertos en la Cruzada no lo contemplan ni la ley estatal ni la navarra; menos aún su resignificación. Curiosa ausencia, tratándose del más importante del Estado en terreno urbano y bendecido por Franco in situ, en hedor de multitud.

Segundo. Ignorábamos que la participación ciudadana formara parte de un plan para contribuir a dicha resignificación. Más, cuando las asociaciones memorialistas se han pronunciado por el derribo, aun cuando el PSN jamás las tuvo en cuenta en este terreno.

Tercero. No logramos entender qué significado tiene la palabra convivencia calificando los presupuestos municipales del Ayuntamiento.

Los presupuestos no han nacido de convivencia alguna. Surgieron de un acuerdo entre Bildu, Geroa Bai, Zurekin y PSN. Y no parece una convivencia muy halagüeña. De hecho, el PSN, tras su apoyo a los presupuestos, ha declarado que se mantendrá en una férrea oposición frente a Bildu. Pues vaya.

Cabría preguntarse qué es lo que le ha pasado al PSN para romper la línea roja que le impedía negociar con Bildu cualquier cotufa y, menos aún, apoyarlo en una cuestión tan decisiva como el de la aprobación de las cuentas municipales.

No podemos evitar la suspicacia, de ahí que preguntemos: ¿qué ha obtenido el PSN al apoyar dichos propuestos? ¿50.000 euros para resignificar el espacio fascista actual de los Caídos o, mucho más importante, la promesa de que el resto de los partidos también defenderán la resignificación?

Y, ahora, hablemos de la convivencia asociada a los presupuestos. Estamos intrigados por saber cómo mejorará la convivencia de los pamploneses en su relación con los demás. La verdad es que nos conformaríamos con que mejorara la convivencia entre los políticos, cada vez más empeñados en reproducir en sus relaciones la pintura negra de Goya Duelo a garrotazos.

Si la sociedad tiene problemas de convivencia, convengamos en que no se resolverán mediante el apaño de detraer una cantidad del presupuesto convivencial para dedicarlo a la resignificación de los Caídos. Repare, además, el PSN que su decisión de apoyar a Bildu el primer efecto fulminante que ha tenido es la respuesta de UPN que, si no ha roto sine die su plan de convivencia con los socialistas, amigos de los etarras, le faltará muy poco.

Es difícil conocer los entresijos de ciertas decisiones de los partidos dada su habitual falta de transparencia cuando acuerdan compromisos municipales, por lo que obligan al respetable a hacerse distintas hipótesis. Preguntarnos, no sobre la legalidad democrática de dichos acuerdos, que seguro que así será, pero ¿ética? No seremos de los que distribuyan patentes de ética entre el personal, así que nos limitaremos a formular distintas hipótesis con el fin de aclarar(nos) la situación actual.

Empecemos. Si los partidos políticos han considerado que la convivencia de la sociedad está en relación directa con la aprobación de unos presupuestos amañados en función de las exigencias ideológicas del PSN y ante las que el resto de los partidos han doblado el espinazo, porque, en el fondo más superficial, participan de la misma idea de no demoler Los Caídos, es decepcionante y nada edificante.

Si se parte de la premisa de que los presupuestos se destinan a cubrir las necesidades a corto y a largo plazo de la ciudadanía, habría que preguntarse de qué modo la resignificación de los Caídos ayuda a solucionar los problemas de la vida cotidiana de los ciudadanos.

Lo que no pueden obviar los defensores de la resignificación, los defensores de unos presupuestos de la convivencia, es que su decisión no generará ningún tipo de convivencia saludable. Y ello a pesar de que, como asegura la portavoz socialista, dicha resignificación la contempla la Ley de Memoria Democrática. Como si ello garantizara su bondad intrínseca. No todas las leyes son acogidas por la sociedad de igual modo. Algunas de ellas generan incluso una fractura en la convivencia de la ciudadanía. Como así sucede en el caso que nos ocupa.

Porque, de entrada, crispa y humilla a una parte de esa ciudadanía.

Y es que, cuando el asunto que se ventila afecta a víctimas y verdugos, no sólo es cuestión sólo de ley, menos todavía de ideología de partido, sino de ética. Y en este caso, hay algo que merece la pena destacarse. Si el medio utilizado por el PSN para que Bildu, Geroa Bai, Zurekin se inclinen por la resignificación de los Caídos, ha sido darle su apoyo para sacar adelante los presupuestos, habrá que convenir que se trata de un acto legal, pero nada decente. Huele a chantaje político, por muy democrático que parezca. Así que, utilizando un medio tan poco decoroso, había que preguntarse si no invalida su finalidad. Utilizar el chantaje para conseguir un fin político no es compatible con la ética.

Estaría bien que el tripartito progresista o de izquierdas se planteara una pregunta: ¿la resignificación respeta más a las víctimas o a los verdugos, a los asesinados o a los golpistas de la guerra civil? Y, caso de que las víctimas pudieran decidir qué hacer con el edificio, ¿qué creen que harían, resignificarlo o demolerlo?

Quienes defienden o justifican, ya no la resignificación, que también, sino, en especial, el mantenimiento del edificio sin cambios, ¿a quiénes creen que están defendiendo o justificando? No se trata de que la resignificación favorezca o no la convivencia entre la ciudadanía, sino de hacer justicia a las víctimas. Y la justicia tiene que ver más con la ética que con la ideología. Y, si la justicia es ética, o debería ser, la resignificación defendida por el tripartito y el PSN del municipio no es justa, ni ética.