Este año 2024 se cumple el 125 aniversario del nacimiento de Mariano Ansó Zunzarren, una de las figuras navarras más destacadas de la primera mitad del siglo XX por su protagonismo tanto a nivel local, como foral y nacional en los años de la II República Española, la Guerra Civil y el posterior exilio que compartió con miles de nuestras compatriotas por su compromiso con la democracia, la libertad y el progreso tanto de Pamplona como de Navarra y el conjunto de España.

Mariano Ansó nació en 1899 dentro de una familia pamplonesa acomodada de fuertes convicciones liberales. En 1921 se licenció en Derecho por la Universidad de Madrid (hoy Complutense) y trabajó como pasante en el bufete del reputado abogado carlista Joaquín Beunza. Su compromiso con los valores del republicanismo como expresión de la democracia y la libertad se derivó de su oposición a la dictadura de Primo de Rivera (1923-1930), avalada por el entonces rey Alfonso XIII.

Tras la proclamación de la II República en abril de 1931 fue elegido primer alcalde republicano de Pamplona dentro de la conjunción republicano-socialista e igualmente, meses después, en noviembre, fue elegido diputado por Navarra, lo que le llevó a abandonar la alcaldía y dirigirse a Madrid. También fue nombrado miembro de la Diputación Foral de Navarra y dentro de esta de la ponencia para la elaboración de dos proyectos de estatuto de autonomía, el vasco-navarro y el exclusivamente navarro.

Se opuso al proyecto de estatuto conocido como “Estatuto de Estella” de 1931, pactado entre carlistas y nacionalistas vascos, porque pretendía convertir a Navarra “en un coto cerrado de la reacción, donde sea imposible la convivencia de las ideas liberales”. En ese mismo debate en las Cortes republicanas en julio de 1931 con su antiguo maestro y diputado carlista, Joaquín Beunza, defendió la apuesta de los republicanos navarros por el autogobierno de Navarra dentro de la República Española, defendiendo los fueros como “esencia de libertad” y apostando por un Estatuto “que respete rigurosamente los derechos individuales y todas las conquistas de la civilización”.

Aún teniendo simpatía e importantes amistades dentro del PSOE, se unió al partido liderado por Manuel Azaña, Izquierda Republicana, del que fue colaborador y amigo. En 1933 perdió su condición de diputado pero la recuperó de nuevo en 1936, esta vez por Gipuzkoa. Al constituirse el primer gobierno del socialista Juan Negrín, en mayo de 1937 ya en plena Guerra Civil, Mariano Ansó fue nombrado subsecretario de Justicia, a las órdenes del también navarro y dirigente del PNV, Manuel de Irujo. En diciembre del mismo año, tras la dimisión de Irujo, Ansó fue nombrado ministro de Justicia, cargo que ocupó hasta la crisis ministerial de abril de 1938.

A partir de sus responsabilidades de Gobierno, unió su destino político a Juan Negrín, al que secundó y apoyo en su esfuerzo por evitar que España cayera en la dictadura franquista, como desgraciadamente ocurrió tanto para su querida Navarra como para el conjunto de España.

Al final de la Guerra Civil se exilió a Francia donde, aunque a raíz de la ocupación nazi del país galo en 1940, se tuvo que enfrentar a las difíciles circunstancias del régimen colaboracionista francés del Mariscal Petain. Sufrió un intento de secuestro por parte de la policía política franquista, siendo encarcelado varias veces. A pesar de ello, pudo pasar a la neutral Suiza y, tras el fin de la II Guerra Mundial, a Londres, donde reanudó su colaboración con su admirado Negrín.

En julio de 1945 se estableció cerca de su querida Navarra y Pamplona, en Biarritz, donde siguió colaborando con el Gobierno de la República en el exilio. En diciembre de 1956, un mes después de la muerte de Negrín, tomó parte en la entrega de la documentación que conservaba el expresidente español sobre el episodio del “oro de Moscú” a las autoridades españolas. Este hecho le permitió entrar y salir libremente de España, ya no como exiliado sino como residente en el extranjero.

Tras ello abandonó prácticamente sus actividades políticas, aunque por la vía de los hechos apostó por una política de reconciliación entre los antiguos enemigos, en Navarra y en España, que el mismo practicó, para avanzar hacia una democracia y régimen de derechos y libertades pleno y europeo.

En 1976 publicó sus memorias Yo fui ministro de Negrín, obra de recomendable lectura, que resultó finalista del premio Espejo de España. No le era ajena su afán por la escritura puesto que durante su juventud compaginó su formación como abogado con su vocación de dramaturgo: Su primera obra, una comedia dramática titulada Redimirse, se estrenó en el Teatro Gayarre el 8 de mayo de 1919. Y ya en su exilio se le añadieron otras obras como dramaturgo. Falleció en Baiona (Francia) en 1981.

Como se puede observar, una biografía trepidante de un navarro muy desconocido para la inmensa mayoría de la ciudadanía actual. Un navarro que soñó y trabajo desde el republicanismo progresista por una Navarra foral y democrática dentro de una España plural. Podríamos decir que gran parte de sus anhelos se reflejan en esta Navarra del siglo XXI.

Sirvan estas líneas para hacer un modesto homenaje a un navarro de referencia pero olvidado. Quizás debamos reflexionar acerca de reivindicar con más vehemencia estas figuras, sea desde las instituciones públicas o la sociedad civil, porque sin duda su conocimiento refuerza tanto nuestra memoria democrática como nuestro sistema de derechos y libertades, especialmente en las nuevas generaciones.

El autor es senador por Navarra (PSN-PSOE)