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Tribunas

La ética de la hospitalidad

La ética de la hospitalidadPATXI CASCANTE

En los últimos años la población migrante que llega a Navarra ha aumentado y ello ha sido un reto para el conjunto del sistema institucional. El ámbito de la enseñanza ha tenido que adaptarse a una realidad plural y multicultural, las políticas activas de empleo han dirigido sus cursos y su política general a las nuevas necesidades del mercado laboral, los derechos sociales se han hecho más robustos y, como decimos, el conjunto del andamiaje institucional ha ido modificando algunas de sus normas.

Y es que la mejor política migratoria es aquella que integra, desde el principio, al individuo en la red asistencial y de apoyo. Porque ese momento nómada, antes de recibir cualquier apoyo, es un riesgo para la comunidad y para el individuo porque es en ese espacio de tiempo cuando se es más vulnerable. Buscar sin resultado regularizar su situación, empadronamiento o formación genera una frustración individual que es urgente evitar.

En este sentido es necesario tener en cuenta que la interculturalidad parte de dos principios básicos: el principio de igualdad y el principio del derecho a la diferencia. Pero es necesario añadir otro criterio más; el principio de la interacción positiva.

Desde esa disyuntiva, para poder desarrollar una política integradora en un proceso en el que el concepto de ciudadanía y el empleo forman un tándem evidente, parece ineludible contar con un ambiente social que apuesta por el desarrollo de políticas que integren y ayuden al desarrollo personal y profesional de las personas inmigrantes.

Sin duda, la dimensión político-legal de la condición de extranjero es la que en mayor medida condiciona el nivel de integración porque va a posibilitar el desarrollo de la integración social, económica y cultural de las personas inmigrantes.

Es importante tener en cuenta que la realidad nos ha demostrado que cuanto mayor es la normalización del hecho migratorio en la sociedad receptora, lo que podemos llamar como umbral de tolerancia, más exitosa es la integración. Por ello no solo son importantes los esfuerzos educativos y laborales que diversas instituciones públicas y sociales realizan, también resulta trascendental las narrativas sobre los procesos migratorios. Argumentar y convencer forman parte de la normalización de la integración.

Los muros ideológicos para la integración son evidentes. Por ello es tan importante convencerse de que las políticas migratorias necesitan de legitimación social.

Navarra en todos estos años, además, ha ido reforzando e innovando los instrumentos integradores. De una renta garantizada fuerte y, en términos generales, bien estructurada hasta el compromiso de personas educadoras, asociaciones y consejerías del Gobierno de Navarra con los certificados de profesionalidad existe un universo integrador que es destacable.

La consideración de la persona migrante como potencial trabajadora es la antesala de la lucha contra los prejuicios, porque nos puede permitir huir del dilema nacional-extranjero para ubicar la preocupación social en el paradigma persona trabajadora-persona parada. Por eso, en un momento de crecimiento económico como el actual, una de las prioridades es pasar del derecho a la educación al derecho a la formación, como parte de un mercado laboral que integra y que no expulsa.

En el deseo de la integración, expresada por el individuo pero también por la sociedad de acogida, operan múltiples factores. La actitud colectiva, de su opinión pública, de su malestar social, influye en la construcción de un ambiente que puede favorecer o no la integración.

Hay una relación evidente entre formación y posición en la estructura laboral. Pero hay que tener en cuenta que también la sola condición de persona inmigrante ya incide en los niveles de paro, dado que sus tasas de paro son, a igual edad y nivel educativo, más altas entre los inmigrantes. Existen por lo tanto una serie de condicionantes formativos y sociales y de origen nacional que afectan al proceso de empleabilidad. Ello exige hacer un doble trabajo; tanto en las personas que llegan a Navarra como en la propia sociedad que pretende un acogimiento lo más integrador posible.

Es creciente la actitud de la sociedad de acogida en el éxito de la integración, remover obstáculos es también deconstruir prejuicios y estereotipos. No habrá futuro al margen de una visión más positiva de la inmigración. Por eso resulta interesante tener en cuenta aquello que Kant definió como la ética de la hospitalidad que se basa en un convencimiento moral, pero también nace de la creencia de que es más eficaz integrar que rechazar.

El autor es secretario de Políticas Sociales de CCOO Navarra