pamplona - Cuando Ramón Urrizalqui marcó aquellos tres goles al Valladolid (4-0) en San Juan no había tinta capaz de penetrar en el recio cuero de los balones. Tampoco en marzo de 1929 era un hecho tan relevante que mereciera el homenaje de los compañeros de vestuario en forma de firma sobre la pelota o de un alarde tipográfico de la prensa al día siguiente del partido. Ni mucho menos alguien hablaba de hat-trick...

Urrizalqui, delantero de corta estatura pero de carrera veloz, firmó por Osasuna en la campaña de 1928-29. Como muchos otros talentos de su generación, había mejorado sus fundamentos en los tiempos de estudiante en el Colegio de Lekaroz, auténtico vivero osasunista en los años veinte y treinta. Siempre jugó para Osasuna, equipo del que llegó a ser también entrenador.

El autor del primer triplete de Osasuna en un partido de Liga (en este caso, la quinta jornada del torneo de 1928-29 de Segunda división, grupo segundo o B, la Tercera división no nació como tal denominación hasta el curso siguiente) comenzó como delantero centro pese a su pequeña envergadura (en muchas fotos de equipo aparece subido al balón para colocarse a la altura de sus compañeros...). Urrizalqui entró en el equipo pisando fuerte. Marcó en las tres primeras jornadas de aquella liga de estreno (al Zaragoza, a la Gimnástica de Torrelavega y al Barakaldo), no jugó en la cuarta contra el Tolosa (0-0) y reventó, como ya queda dicho, ante el Valladolid.

Sin embargo, tras esa presentación arrolladora, Urrizalqui perdió el aroma del gol en el curso siguiente. Su rendimiento pasó de 32 goles a 5. Debió ser por entonces cuando en la sede de Osasuna se recibió una carta con remite de Lekaroz. La firmaba el padre José Miguel, capuchino y hombre de fútbol. En la misiva sugería a los dirigentes rojillos que colocaran al pequeño Ramoncho -así le llamaba- en la demarcación de extremo derecho, que era el puesto que mejor iba a sus condiciones físicas y a su interpretación del juego. Nada se pierde por probar, respondieron. Y fue así como el muchacho cambió de posición y pasó a ser fijo en las alineaciones hasta que concluida la temporada 1934-35 pesó más la obligación de terminar la carrera de Derecho, por lo que no pudo disfrutar de la primera experiencia de Osasuna en la máxima categoría del fútbol.

El delantero formó parte de la plantilla rojilla durante siete temporadas (1928-1935) y de uno de los quintetos atacantes más legendarios, con más clase y gol de la historia del club: Urrizalqui, Iturralde, Vergara, Paco Bienzobas y Catachú. Marcó en el primer partido del club en la historia de la Liga y en el primero de su historia en la Copa, aunque aquel choque contra el Murcia fuera luego anulado por la Federación por incidentes. Volvió a vestirse la camiseta encarnada en encuentros amistosos disputados durante el periodo de guerra, en la Copa Brigadas de Navarra o reforzando las filas del equipo de la AET (Asociación de Estudiantes Tradicionalistas).

Como entrenador, cogió el equipo el 6 de noviembre de 1941 en sustitución del exjugador internacional rojillo Juanín, cuando iba último con 3 puntos. Ya antes había tomado las riendas del equipo amateur. Su plan de emergencia era rotundo: “Nada de balón; gimnasia, saltos, carreras y luego ya vendrá el cuero”.

Urrizalqui, nacido en Betelu el 18 de julio de 1910 y fallecido en Pamplona el 13 de julio de 1975, fue un futbolista descollante en su época, al que pretendieron con insistencia Barcelona y Real Madrid. “Es verdad que el club azulgrana ofrece a Urrizalqui sumas astronómicas, pero éste le ha repetido en infinidad de ocasiones: ‘De ninguna manera quiero fútbol si no es por Osasuna, mi equipo’, publicó la prensa de la época. Por otro lado, Rafael García Serrano escribió en su libro La gran esperanza que “Bernabéu se lo quiso llevar al Madrid nada más acabar la guerra, igual que años antes hizo el club blanco con Jaime Lazcano. Don Santiago me dijo: ‘Era un extremo genial, pero no aceptó la propuesta porque algo tenía que ver con una emisora, no sé si como director o propietario o ambas cosas, una lástima’. Don Santiago lo contaba de tal modo que parecía como si Ramón Urrizalqui estuviera liado con una radio”.

La radio es hoy Radio Pamplona y a aquella Radio Requeté dedicó su labor profesional. Conocido como el Tío Ramón por sus programas infantiles, se le encomendó su dirección en 1937, después de la apropiación que hicieron los carlistas de la emisora, llamada en su origen Radio Navarra. Urrizalqui compró la emisora en 1940 y desempeñó la dirección casi hasta su muerte.