¿es Perea un jugador de la cantera? El debate resulta recurrente cuando se analiza la trazabilidad de un futbolista que debuta con el primer equipo de Osasuna. ¿Hay una exigencia mínima de años en el fútbol base para considerar que un jugador ha tenido un periodo de formación que le hace acreedor de ese label? Luego hablamos de eso. Porque tengo la impresión de que cuando ponemos el acento en la cantera, en los chicos de la casa, en pedir oportunidades y minutos de juego para ellos; cuando miramos con recelo la llegada de fichajes foráneos y de cedidos, asumo en primera persona que quizá dejamos un poco de lado (en un primer momento) a esos otros futbolistas que aportan su esfuerzo, su calidad y profesionalidad a Osasuna. En la mayoría de las ocasiones esta primera actitud de recelo tiene que ver con una defensa necesaria del jugador local y no con un prejuicio; no vamos a repetir en este momento de entusiasmo que cuando Osasuna ha prescindido del futbolista de cantera han venido los malos tiempos. Esa descapitalización del elemento humano de la tierra está en el fondo de los grandes fracasos: por contra, su presencia sostiene al equipo cuando llegan los aprietos y le da un plus de estímulo cuando persigue objetivos importantes. Dicho esto, hoy sería un día para regalar elogios a Unai García y Roberto Torres como protagonistas de la victoria, pero también es una buena oportunidad de poner en valor a compañeros como Fran Mérida, Rubén García, Nacho Vidal, Rober Ibáñez, Juan Villar? Basta ver cómo cantaba ayer Mérida a coro con Graderío Sur al final del encuentro para comprobar que el osasunismo se mete en vena y que no son pocos los jugadores no nacidos en Navarra que a lo largo de la historia le han dado a la camiseta roja y al escudo hasta su última gota de sudor; por citar algunos, los hermanos Bienzobas, Vicente Fandos, Manolo González, Sabino Andonegui, Javier Castañeda, Jan Urban, Pablo García? Son todos ellos futbolistas cuyo compromiso con el club habría que explicar a los más pequeños en Tajonar porque iba más allá de lo que sucedía en el campo de fútbol. Con ellos, y con muchos más, podemos hacer buena la frase de que los jugadores de Osasuna nacen donde quieren. Como Luis Perea. Madrileño, con pasado en la cantera del Atlético de Madrid. Dos temporadas y 53 partidos con el Promesas. Unas veces pivote en medio campo y en otras central. El chico rindió de menos a más y fue de los que mantuvo el tipo en la temporada del descenso a Tercera. En este curso ha tenido minutos con cuentagotas y ayer le sometieron al examen de reválida: sustituir a Oier. Y decir que nadie echó de menos al capitán es decirlo todo de Perea. Cubrió mucho campo, hizo de escudero de Mérida, impuso su envergadura por alto, avanzó en dos zancadas, disparó a gol y su cabezazo previo está en el origen del 1-0. Todo el estadio tuvo ayer la sensación de que ahí hay un gran futbolista. Un chico que ha madurado en las últimas tres temporadas, con un estilo identificable (por su potencia recuerda al Iñaki Ibáñez de la primera época), con una interpretación del juego fácil de reconocer. En serio, ¿alguien puede poner en duda de dónde es Perea? ¡Perea es de Tajonar!