Pamplona - Del nacimiento de Osasuna, de las reuniones previas en el café Kutz, de la elección del nombre, indumentaria y escudo, quedan los testimonios de los fundadores. Versiones recogidas años después y en las que en ocasiones unos y otros no coinciden en algunos datos: así de caprichosa es a veces la memoria. Sin embargo, antes de llegar al punto de arranque, a esa asamblea del 24 de octubre de 1920, un periodista trazó las bases de lo que, a su entender, debía ser el “nuevo club”. En este caso no se trata de hablar de memoria ya que la filosofía del proyecto quedó escrita, fechada y firmada con antelación.

Marcos Aizpún Andueza formaba parte del grupo de dinamizadores del fútbol en la ciudad desde que los chicos del Pamplona FC comenzaron a dar las primeras patadas con fundamento a un balón en 1909. Vinculado al equipo pionero en Navarra como secretario y después al Racing Club como presidente, en su casa de la calle Curia el balompié era más que un tema de conversación ya que su hermano Eduardo (ocho años menor) destacaba como uno de los más aventajados futbolistas y con los años alcanzaría a jugar en el primer Osasuna a la vez que fue su primer presidente.

El ideólogo de Osasuna, sin embargo, abarcaba más que un simple hincha de fútbol. Su visión de la práctica deportiva era más profunda y no se detenía solo en el objetivo de formar un club potente en la ciudad y que pudiera competir con otros clubes cercanos fuera de los límites de la provincia. A Marcos Aizpún, como revela la lectura de sus artículos en El Pueblo Navarro (periódico de tendencia liberal), le preocupaba la implantación de la educación física en escuelas y colegios. La educación era también más que un tema de conversación en su matrimonio, ya que su esposa, Rosaura López Marquínez, era una inquieta maestra.

Sobre esos dos pilares, la educación física y el fútbol, Aizpún construyó un discurso en el verano-otoño de 1920 que sin duda alimentó las ilusiones y los compromisos de los fundadores de Osasuna, como luego reconoció públicamente alguno de ellos (Felipe Esparza, en concreto). Queda constancia de ese ideario en los reglamentos y en las decisiones que irán adoptando los rectores rojillos y que en aquellos primeros años tienen que ver con el acondicionamiento de un gimnasio y la diversificación de la práctica deportiva que abarcaba también el pedestrismo, el senderismo y la pelota, disciplinas con vocalía propia en la junta directiva.

A lo anterior, el dinámico periodista sumó en aquellos días de 1920 una actitud comprometida, cuando no claramente beligerante con el Ayuntamiento en sus escritos, para sacar adelante el proyecto de dotar a Pamplona de un Estadio Municipal de Sports, animando a los concejales que debían promover la moción (Martín Echarren y Leoncio Urabayen), aunque finalmente el proyecto no salió adelante y quedó en un sucedáneo: habilitar los terrenos del Hipódromo como campo de juego.

Los artículos

El apóstol del osasunismo

Tras constatar que durante diez años el fútbol no acaba de calar en Pamplona y que la sucesión de equipos que aparecían y desaparecían reclamaba cerrar conflictos personales (los desatados entre miembros de la Sportiva), unir fuerzas y la creación de una estructura más estable, Aizpún decidió adoctrinar a los espíritus más enérgicos de la ciudad.

El 6 de octubre publica un artículo en el que expresa su opinión “para que se forme en Pamplona un gran equipo. La Sportiva y los equipos militares tienen jugadores muy notables. ¿Por qué no constituyen una sociedad con nombre nuevo (en el original viene así, escrito en cursiva) para tomar parte en el Campeonato de segunda categoría?”.

En esos momentos, tras el abandono del Amaya de la escena futbolística local, no había representación de Pamplona en los torneos regionales. Sportiva, Deportiva y los militares de la plaza organizaban partidos de domingo a domingo, con rivalidad pero sin otro objetivo que pasar el rato.

El día 20 -el 19 la Sportiva celebró la primera de las dos juntas generales extraordinaarias de aquella semana-, informado de los movimientos que estaban realizando aficionados al fútbol, Aizpún escribe un artículo que titula Nuestra opinión desinteresada. El texto dice lo siguiente:

“Sabemos que se trabaja activamente para dar un gran impulso a estas cosas de sports; y esos trabajos en los que muchos elementos de gran valía ponen su buena voluntad y su mayor interés, nos producen una satisfacción muy grande, porque creemos que, poco o mucho, hemos contribuido a despertar entusiasmos dormidos?

Nos dicen que trata de formarse una nueva sociedad deportiva a la que se van a agregar futbolistas que ya habían colgado sus ‘maillots’.

Nos dicen también que la Sportiva adquiere cada vez más fuerza y encauza sus esfuerzos por el mejor camino. Va a tener un local magnífico en el que establecer un gran gimnasio y cambia de nombre por consideraciones muy lógicas: trabaja y trabaja bien. ¿Quieren ustedes decirnos por qué no se ponen de acuerdo para crear una entidad que muy fuerte había de ser fortísima en todos los aspectos?

No hay pretexto hoy en día para constituir dos equipos medianos pudiendo tener uno que habría de codearse enseguida entre los de primera fila. No hay tampoco que pensar en jugar únicamente “dentro de casa” cuando la aspiración de todos debe conducir por caminos más amplios.

Nosotros nos permitimos llamar la atención de todos esos elementos tan valiosos -a cual más valiosos- que hoy se agitan y buscan la manera de organizarse y les pedimos que estudien con detenimiento lo que puede ser más conveniente para ellos.

Saben que han de tenernos siempre a su lado (?), saben que no nos guía más que el deseo de verlos juntos, seguros de que esa unión ha de proporcionar muchos éxitos.

El cambio de nombre de la Sportiva puede servir para iniciar esa unión: vean todos ustedes si conviene la pena hacerlo”.

Aizpún anticipa algunas claves de lo que ocurrirá cuatro días después: el paso a un lado de la Sportiva para que vuelvan los disidentes que querían formar el New Club, el cambio por un nombre que acogiera a todos, modificación de estatutos (en concreto el artículo 1º, dos capítulos y una adición), nuevos colores del uniforme y elección de junta: en definitiva, la “nueva sociedad deportiva” por la que venía abogando el periodista.

el compromiso

Defensa del proyecto

El compromiso del periodista con Osasuna fue más allá. Aunque nunca tuvo atribuciones de directivo, desde las páginas de El Pueblo Navarro salió en defensa del nuevo club cuando por la ciudad corrieron rumores sobre la inclinación política de sus miembros (los vinculaban con las juventudes nacionalistas), dejando claro que la sociedad era “apolítica”, como quedaba recogido en sus estatutos, y que fuera de ella cada uno pudiera tomar el camino que quisiera. Aizpún señaló como autores de los rumores a gentes afines a la Deportiva -el rival local encarnizado en esos primeros años- a quienes interpelaba directamente si ellos podían acreditar que no eran requetés?

Por último, y entrando en el terreno de las especulaciones, de la lectura de sus artículos podría llegar a plantearse si también Aizpún tuvo alguna influencia indirecta en la elección del nombre del nuevo club. Como es conocido, la disyuntiva entre los fundadores estaba planteada entre Osasuna e Indarra; pues bien, en los artículos de Aizpún en los que pone el énfasis sobre los beneficios de la educación física desde edad temprana, repite dos términos esenciales en su argumentos: salud y fortaleza. Será casualidad, pero en euskera salud es osasuna y fortaleza, indarra. El ideólogo no andaba descaminado.