an lejanos y, sin embargo, tan cercanos. Osasuna y Cádiz son un rara avis en el fútbol que prioriza los resultados inmediatos. Ambos clubes han confiado sus proyectos a sendos entrenadores a los que han protegido frente a devastadoras rachas de malos resultados. Arrasate iniciará el próximo verano su cuarta temporada al frente de los rojillos y Cervera está a punto de cerrar la sexta, tras haber transitado de Segunda B a Primera División. Esas similitudes las asumía el técnico cadista en primera persona cuando en la previa del partido confesaba que Osasuna "es un equipo en el que mirarnos con la intensidad, la fe y los jugadores que tiene. Me gusta cómo juegan y cómo trabajan". Y remataba esa exposición con una comparación que comparten la mayoría de los osasunistas: "Me preguntaron si el Granada era el espejo en el que mirarnos y dije que no". Osasuna y Cádiz, tan lejos y tan cerca. ¿Tendrá también algo que ver en esto Fran Canal? Vamos a lo que importa.

Arrasate está marcando una época en Osasuna. Y no es hablar por hablar; desde la etapa de Javier Aguirre (2002-2006) ningún otro entrenador había enlazado tres temporadas completas, y hay que remontarse a los tiempos de Pepe Alzate (1979-1983) para encontrar el único caso en la historia del club de un entrenador que tras conseguir plaza en Primera arrancara un tercer curso en la máxima categoría. Si completa su cuarto reto, estará entre los cinco entrenadores con más partidos en las dos principales divisiones. Pero esto son solo datos. Lo importante en Arrasate ha sido el saber absorber la idiosincrasia del club, algo que, por ejemplo, no supo apreciar el buen entrenador que es Diego Martínez, pero que antepuso su manual al estilo centenario de Osasuna. Eso Cervera, por ejemplo, lo ha visto muy claro.

Los entrenadores que han influido en la historia de Osasuna han dejado su sello. Desde la recuperación del orgullo que supuso Tomás Arnanz, el crecimiento experimentado con Baltasar Albéniz, la revolución futbolística realizada por Pepe Alzate, el esplendor de Pedro Zabalza, la ambición de Javier Aguirre, la tenacidad de Cuco Ziganda y, en fin, a la agitación de Martín Monreal. Con un perfil más discreto, leyendo el mismo partido que leen los aficionados, sin echarse flores cuando gana ni torturarse con las derrotas, Arrasate parece un entrenador en constante proceso de aprendizaje y adaptación. No cae en el lamento fácil cuando las lesiones diezman la plantilla, no apela al recurso fácil de culpar a los árbitros, protege a sus futbolistas y trata de recompensar a quienes menos juegan. Para él, todos son útiles, como lo demuestra el que haya confeccionado 36 alineaciones diferentes a lo largo del Campeonato. No somos pocos, sin embargo, los que desearíamos ver a más chicos de Tajonar, aunque su media en esta campaña ha sido de cuatro canteranos en el once inicial. Y en su favor hay que subrayar que ha hecho titulares a David García, Kike Barja, Jon Moncayola y ha ido sumando minutos con Javi Martínez. Futbolistas todos ellos hoy revalorizados.

Los ciclos tienen un principio y un final. Y en el fútbol nadie es eterno. Pero pase lo que pase, Arrasate será recordado como un hombre clave en la reconstrucción de Osasuna y del osasunismo.

Atentos a Estupiñán. Osasuna no pierde el rastro de Estupiñán. El lateral solo ha sido titular en 12 partidos con el Villarreal (Pedraza se ha adueñado del puesto) y si continúa en un papel secundario, el club rojillo podría abrirse a una nueva cesión. Pero habrá que ver también qué ocurre con Manu Sánchez...