Iñigo Pérez es un jugador de esos que siempre te alegra de que le vayan las cosas bien. Un trabajador de esto del fútbol, bastante lejos de los estereotipos que rodean al mundo de la pelota y al que el físico le va fastidiando, pero en el que la cabeza y la calidad aún perduran.

No es extraño saber el porqué Iñigo ha estado todos estos años en la plantilla sin discusión cuando no terminaba de tener protagonismo. Su peso e importancia están donde no se ven, lejos de miradas de los de fuera. Si tú hablas con cualquier jugador de la plantilla rojilla te pone al de la Chantrea por las nubes.

Por eso en Mallorca toda la rojez dio un respingo de alegría cuando vio su golazo de falta. Por toda la escuadra. Si lo hace Messi lo tenemos en el telediario hasta en la sopa, pero lo hizo un chico normal. De la Txan.

Y, será coincidencia o no, pero una de las personalidades más parecidas en el vestuario rojillo fue el que cogió el testigo de Iñigo para marcar el tercero y definitivo: Javi Martínez.

El canterano rojillo es un jugador con una clase espectacular. Con todos los focos apuntándole a él como referente de Tajonar, el soriano vio como otros llegaban antes y entendió que necesitaba un cambio en su físico para poder dar el salto a la élite. Lo hizo, con paciencia y mucho trabajo. Sin dejarse molestar por el ruido que podía haber. Escuchó a Arrasate y cuando éste le vio preparado, le ha ido metiendo.

En Son Moix dio la victoria a Osasuna y cuando cualquier otro se hubiese vuelto loco, él se dio la vuelta y le hizo un gesto a la cámara para dedicárselo a Budimir, al que le hubiera encantado estar en ese partido en concreto. Gesto de los que hacen equipo y que es de valorar que lo tenga uno de los más jóvenes.

Antes había marcado Cote, al que le vendrá bien para recuperar sensaciones, pero el equipo se tiene que llevar la idea clara de que es necesaria una mejora importante defensiva.

Martínez y Pérez, dos apellidos que ojalá estén muchos años ligados a Osasuna. Primero, por su calidad futbolística que, especialmente en el caso de Iñigo, le harán dar el paso a los banquillos con total seguridad. Pero, sobre todo, por la calidad humana, que les hacen imprescindibles para que cualquier grupo funciones correctamente.