“Es una ilusión enorme. No se puede pedir más, estoy muy contento. Primera vez que juego con el estadio lleno y es un orgullo”, reconoció emocionado un Aimar Oroz que no podía esconder la sonrisa que esbozaba el rostro del canterano. El motivo no era para menos. Había cogido los galones de un veterano con el fin de estrenarse desde los once metros como goleador con el primer equipo de Osasuna en cuatro apariciones –la de este viernes fue la primera en la que salió de inicio en Liga–.

Con el especialista Roberto Torres en el banquillo, –el de Arre ha conseguido anotar 15 de los 18 lanzamientos de penalti que ha ejecutado con Osasuna– el Chimy Ávila era el principal candidato a lanzarlo, hasta que emergió en segundo plano la figura del canterano, que quería ponerle el broche de oro a su estelar actuación. El argentino, que ya se había estrenado en la primera parte como goleador esta temporada con un tanto que supuso la primera vez en la historia en la que Osasuna conseguía el primer tanto de la temporada en LaLiga Santander, cedió el turno y pasó a ejercer como principal escudero del canterano, acaparando los focos de los jugadores del Sevilla, cuya intentona no era otra que distraerle. Moi Gómez, que también firmó una actuación brillante, apareció en segundo plano para, además, darle ánimos. Después de un último aliento del rosarino, los ojos de Aimar Oroz estaban puestos en un único objetivo: batir a Bono, el portero que precisamente defiende el Zamora esta temporada.

A pesar de contar con un 100% de efectividad desde el punto de penalti la temporada pasada con el filial en Segunda RFEF en los seis lanzamientos que ejecutó con el equipo de Santi Castillejo, ante el Sevilla era la primera ocasión en la que el centrocampista se encontraba ante la mirada de casi 19.000 espectadores, por los apenas uno o dos millares de aficionados de media que se han podido acercar a los campos de Segunda RFEF. Pero él tenía claro que su lanzamiento iba a ir al medio y, aunque a punto estuvo de detenerlo el meta marroquí, el balón terminó entrando en las mallas, lo que desató la locura en el jugador, que buscó en la grada a sus amigos de Arazuri y su familia antes de dejar su sitio al debutante Pablo Ibáñez.

Completamente preparado

El pasado 4 de julio de 2020, en la previa de un Osasuna - Getafe, Jagoba Arrasate fue preguntado por la posibilidad de ver tanto a Aimar Oroz como a Javi Martínez –el soriano fue convocado– en la recta final de liga, a lo que el técnico no dudó en responder que “sé dónde estoy. Sé lo que es Osasuna y que Tajonar es su mayor activo, no sólo ahora, sino en toda su historia. Pero estamos hablando de debutar en Primera División, con lo que ello supone a nivel futbolístico, social, emocional... y para mí, hacer debutar a alguien en el primer equipo es estar seguro de que se pueda asentar en el primer equipo o pueda hacer recorrido en el primer equipo. Lo demás, es muy fácil para mí ponerme medallas, los chavales encantados, por las nubes, sus entornos y representantes también. Pero no son números, son personas, y creo que están en formación. Cuando entienda que puedan estar asentados y tener recorrido, seré el primero en ponerles. Pero en lo demás, creo que hay que tener cuidado”.