Tengo la impresión de que a los jugadores de Osasuna les entra un punto de pánico cuando se abre el debate sobre las aspiraciones del equipo. Aquí, de toda la vida, el objetivo ha sido conservar la plaza en Primera División. Cuando no había Copa de la UEFA, también. Porque Osasuna vive entre los grandes en régimen de alquiler: el contrato lo mismo se rompe en un año, en dos, en cuatro o en catorce, pero hay un día inevitable en el que caduca. Y vuelta a empezar. La plaza en propiedad es cosa de dos… y de un tercero que ya ha sentido en más de una ocasión el roce áspero de la soga del ahorcado. No podemos abstraernos de que Osasuna es un equipo que invita a sufrir y también a soñar. En esta última fase estábamos tras el histórico inicio de este Campeonato. El osasunismo había percibido con intensidad –y cosecha de puntos incluida– nuevas ilusiones a las que agarrase y nadie debe extrañarse de que en las tertulias y corrillos se hablara de Europa, no como unidad geopolítica sino como destino deportivo. Pero fue agitar ese señuelo y al equipo le entraron calambres, sudores fríos y sofocos, todo a la vez y además ante sus fieles, con dos derrotas consecutivas en El Sadar a las que ha sumado un ejercicio nefasto ayer ante el Villarreal. No creo que los chicos de Arrasate jugaran tan mal entonces y ahora por un exceso de responsabilidad, por asumir un nuevo papel que quizá ellos mismos creen que les viene grande, pero fue ampliar las metas y resquebrajarse el castillo de arena.

El mensaje del vestuario ante el optimismo de los comentarios tampoco había tardado en llegar al exterior. Lo emitió el pasado sábado David García, uno de los capitanes, en las páginas de este periódico: “No nos debemos confundir del objetivo que tiene Osasuna. No debemos mirar más allá del día de hoy (…). Si llega un momento en que se consigue eso ya habrá tiempo de mirar otras cosas”. Traduzco: objetivo y eso hace referencia a la permanencia; otras cosas son competiciones europeas. Parece que a David García le diera miedo verbalizarlo, llamar a los retos por su nombre. No creo que con el respeto que se ha ganado entre la afición alguien le acabara echando en cara que vendió humo. Porque ha sido el equipo el que ha expuesto –antes de esta mala racha de sumar un punto de doce– que esta temporada está capacitado para subir dos o tres escalones en la clasificación. Sí es que hasta Unai Emery lo ha percibido: “Osasuna es un equipo que ya está mucho más cerca de la pelea por Europa que por descender”. En lenguaje de David García, más cosa que eso. La derrota tampoco debe ser una excusa para dar un paso atrás. Pero ni con la vista de unos puesta en Europa ni con la de otros tanteando la permanencia puede Osasuna estar tan lejos de sí mismo como ayer: renunciando al balón, apostando fuerte por defender y dejando la calderilla para atacar, sin capacidad de reacción ni en el campo ni en el banquillo, con precipitación y sin sosiego, como si los primeros partidos hubieran sido un espejismo. Yo no lo creo. Después de los últimos varapalos Osasuna sigue más cerca de Europa que del descenso. Además, solo desde la exigencia se puede crecer en el deporte y en la vida. Ese es el objetivo.

David García despeja en lucha con Yeremi.

David García despeja en lucha con Yeremi. LOF

Confidencial

¿Por qué el club no hizo pública la encuesta de la UPNA?

En marzo 2019, la UPNA puso en marcha una serie de encuestas para hacer un diagnóstico de situación y una evaluación de impacto económico de Osasuna. Los resultados (que debían estar cerrados en junio de 2019) se entregaron al club e incluso se hizo una presentación de puertas adentro, según el centro académico. El documento duerme en un cajón de los despachos del estadio.