Osasuna es un club especial y lo es por las personas que lo han conformado durante sus más de 100 años de historia. Por eso duele ver salir a quienes han ayudado a construir este club diferente. Ahora está muy de moda decir 'Uno di Noi' para referirse a jugadores de fútbol que hacen tres gestos superficiales a la grada y que a la mínima intentan coger las maletas y largarse. Roberto Torres nunca ha sido de esos, más bien lo contrario, por lo que pocos se han ganado tanto ese apelativo como él.

Y es que Torres es pertenencia y sacrificio por Osasuna. Su trayectoria en el campo así lo demuestra, pero sobre todo lo hace la que ha tenido fuera de él. Roberto es como esos amigos que van de frente y te dicen lo que no quieres escuchar pero que cuando las cosas van mal los tienes al lado ayudando.

Torres debutó con Mendilibar pero le costó asentarse en el primer equipo. Venía de reventarla con el Promesas, pero no terminó de entrar y eso le hizo recibir críticas fuera de lugar en muchos casos.

Pero el verdadero momento clave de Torres es cuando accedió a la capitanía rojilla al lado de su inseparable Oier. Según entraron les tocaron vivir los momentos más críticos de la institución y no solo ayudaron a sacar a Osasuna adelante, sino que fueron pilares clave. No es que se quedaran y se bajaran el sueldo cuando tenían ofertas mejores, sino que fueron dos más de una Junta Gestora que cuando entró se encontró un percal tremendo.

Pero Torres no es de alardear y nunca quiso airear muchas de las cosas que hizo. Al revés, se calzó las botas y logró un ascenso inesperado tras llorar un año antes en Sabadell. Ahí también se pudo ir. Al Betis, en concreto. La oferta era mucho más alta de lo que cobraba aquí. Y del proyecto deportivo ni hablamos. Osasuna salió con lo que pudo en Primera para aprovechar el año y paliar su maltrecha economía. Otro sitio podría haber sido más atractivo para él, pero se quedó.

Posiblemente la época de Arrasate es donde Torres ha sido más feliz y a la vez cuando más justo ha sido la afición rojilla con él. Torres pudo devolver al equipo a la elite y, además, consolidarlo.

En verano se decidió que no se contaba con él. Hubo quien dudó de su carácter y de lo que podría hacerle al vestuario. Seis meses después y apenas unos minutos jugados, Torres ha dejado claro lo que podía hacer: ser un líder positivo con un comportamiento excepcional.

Roberto, ahora que parece que te vas a juntar con otra leyenda de Osasuna, solamente se le puede pedir que vuelva pronto (y llenar El Sadar, pese a ser un día y una hora terrible). Este sí que es 'Uno di Noi'