“El fútbol es una obra de teatro enorme, donde pasan muchas cosas: desde alegrías, lloros... Eso yo lo he vivido y de alguna manera me he especializado en mezclar deporte y arte. La idea de homenajear al espíritu de un club, como en este caso a Osasuna, la vi muy atractiva y muy real. Nosotros estamos aquí porque otros han estado aquí antes que nosotros y somos nosotros los que estamos haciendo futuro para otros...”. Así reflexiona el exfutbolista navarro de Athletic y Osasuna, entre otros, Carlos Purroy (Pamplona, 10 de abril de 1957), que después de forjar su carrera en los campos de fútbol pasó a un estudio para sumergirse en el mundo del arte, especialidad que le ha permitido realizar, por ejemplo esculturas tanto en Lezama como en El Sadar. Sobre el desenlace de la eliminatoria, el exdefensa no se moja, puesto que se muestra agradecido a los dos clubes, que le ayudaron en su día de una manera u otra.
Ha militado en el Athletic y en Osasuna, que se disputan un pase a la final de Copa del Rey
–Athletic y Osasuna son dos grandísimos clubes, que se han portado muy bien conmigo, y si me preguntas, quién quiero que pase, es como si me preguntaras si quiero más a papá o a mamá. He tenido la suerte de estar en clubes con un índice importantísimo de cantera. Si empiezo a recordar, yo estoy orgullosísimo de haber formado parte del Pamplona, un club humano con el que mantengo relación. Ese de alguna manera me proyectó. El Athletic, la Cultura Leonesa, Osasuna, Logroñés y el Sant Andreu. He tenido la suerte de conocer a una serie de personas que tenían un gran arraigo a su comarca y a su tierra, mezclado con gente de fuera. Y eso me ha gustado, llegar a un sitio e introducirte en su comarca. El Athletic me fichó a los 18 años. Me ayudaron, me apoyaron... conmigo se portaron de maravilla, y los demás también. Estoy muy contento por este partido, los dos son grandes clubes y ojalá hubiera un formato donde pudieran ganar los dos. Yo viví durante cuatro años y conseguí empaparme del espíritu de Osasuna, aunque ya venía aprendido de Bilbao, donde me ayudaron con el tema artístico. Estoy muy orgulloso de conocer a gente como Piru Gaínza, Zarra... me encantaba hablar con ellos, con Iribar, con Sáez... gente muy positiva y muy humana.
¿Cómo ha cambiado el fútbol de su época a la de ahora?
–El fútbol ha cambiado mucho, sobre todo en el tema técnico. Ahora se juega con más tecnicismo que antes, ahora más de tiki taka que arriba resulta más aburrido. Antes era más directo, de buscar el hueco, era más agresivo y más desordenado. El de ahora es un fútbol más estudiado. Es complicado, porque la última jugada es la que manda: una pared, un pase certero... tiene mucho mérito y la gente se mueve mejor que antes, que era un fútbol de tú a tú. Ahora se maneja por zonas, y antes te cansabas mucho. El de ahora me resulta un tanto aburrido, pero es así. Antes había más cosas, era un fútbol más improvisado.
Se retiró en 1990. Durante estos 33 años, ¿ha seguido la actualidad de sus exequipos?
–He seguido a medias, porque, como decía Piru Gaínza, ‘navarro, existe otra vida más allá del fútbol’ y es algo que cogí a rajatabla porque después del fútbol empecé a moverme en el tema del arte, que tenía que aprender mucho. Después de todo lo que estudié, me costó bastante coger ese camino. No es fácil. Hay mucha gente que después de jugar al fútbol, ven que desaparece esa burbuja y lo pasan mal. Yo lo tenía claro, entonces tuve que gastar mi tiempo en enterarme de cómo funcionaba el arte y cómo podía trabajar de las ideas que tenía. Todo lo que estudié en Bilbao, lo tenía que desarrollar. El fútbol me permitió experimentar muchos sentimientos que luego lo tenía que trasladar a una hipotética visión artística. He ido siguiendo a los equipos, pero no como antes.
¿Mantiene relación hoy en día con algún compañero?
–Sí, con los veteranos. Con mucha gente, de todos los equipos. Si estuviera metido dentro del fútbol, tendría más. Es curioso, porque a todo el mundo le gusta el mundo del arte, y hay mucha gente que me sigue, y ahora con las redes sociales y me escriben, me animan... porque son cosas novedosas y agradables. Me gusta mucho y me emociona el hecho de que haya gente que te siga. A veces hacemos cenas, hace poco estuve en Logroño con compañeros del Logroñés. Había gente que se extrañaba, porque no es normal que un exfutbolista se dedique al arte. Algún partido veo por la tele, pero estoy despegado del fútbol. Como navarro, puedo decir que Osasuna tiene mucho mérito. La directiva de Sabalza ha conseguido devolver el espíritu de Osasuna de cuando vine yo, que nos llamaban los indios. En mi época no éramos muy buenos, pero a luchar no nos ganaba nadie. Durante los cuatro años que estuve aguantamos en Primera División, pero nos costó mucho.
¿Hay algún jugador o entrenador que le marcó?
–Me han marcado jugadores por sus cualidades, pero ídolos nunca he tenido. Ha habido jugadores que te gustaba cómo jugaban. Nos ha tocado marcar a Maradona o Hugo Sánchez, o una serie de jugadores que he podido jugar contra ellos. Pero yo tenía que anularlos, deportivamente hablando, y me olvidaba de lo bueno que era, mi misión era que no hiciera lo que sabía hacer. El lobo Carrasco, la quinta del Buitre... pero me ha gustado, porque me ha llamado la atención era José Ángel Iribar, porque, primero, le cantaban en las peñas de San Fermín eso de ‘Iribar, Iribar, Iribar es cojonudo’ y eso no lo consigue nadie. Me ha llamado la atención siempre por lo elegante que ha sido en su puesto de portero y como persona. Es un hombre afable, amigable, muy educado y ya se ha visto en el homenaje que le han hecho. En los clubes en los que he estado había que intentar demostrar que vales bastante y que sabes aprender.
¿Qué le llevó a salir tan joven?
–Yo salí a los 18 años porque el Athletic se interesó por mí, y el Real Madrid también. En el Athletic vi que tenía posibilidades de estudiar. La segunda vez que viajé a Bilbao, fuimos en la cabina de un camión barreiros desde Falces Guembe, Mayayo, De Andrés y yo, del Pamplona, y nos dejó en Deusto. Me acuerdo que me llegó el olor de la ciudad, vi la ría desde lejos y dije ‘vaya cloaca, quién me manda venir aquí’. Pero estaba ilusionado. Eran otros tiempos y la vida se veía de otra manera.
Los focos estarán puestos en David García, que tiene una historia similar a la de usted. Defensa, también pasó por la Cultural Leonesa antes de asentarse en un equipo, y él ha recibido una llamada de la selección que usted a nada se quedó de recibir...
–Hice un marcaje a Gordillo en un partido televisado y luego me dijeron que estuve a punto de ir. Tuve dos años en Osasuna que diría que son los mejores de mi vida futbolística. Y eso fue gracias a Alzate, que me dio una serie de consejos. Tienes que aprender. Un detalle del que me acuerdo es que yo era zurdo y Piru Gaínza me cogió durante un año y todos los días después de entrenar se inventó una serie de ejercicios para que le diera con la derecha. Y resulta que cuando debuté en San Mamés, salí contra el Espanyol y en la salida de un córner le pegué con la derecha. No me lo creía ni yo. La convocatoria de David es el ejemplo de que ha ido superándose y que ha ido aprendiendo. Me alegro un montón. En el mundo del deporte hay escalas, unos llegan a una; otros ni llegan. La cabeza también influye mucho, cuando eres más joven le das más vueltas. A ver si hay más como David que puedan llegar.
Dijo en una entrevista que “el escultor habla con las manos, y el futbolista lo hace con el pie”
–Claro. Eso me salió porque es verdad e intento hacerlo, unas veces más claras y otras no tanto. Me gusta estar dentro de este laberinto del arte, que tiene una magia especial, y el esfuerzo de intentar ser creativo para lograr la técnica sobre los materiales que trabajas y luego la superes y la mejores. En esta vida hay que esforzarse y aprender hasta que te mueras, así de claro. Siempre hay que estar con la chispa encendida para crear cosas.
Hablando de chispa, ¿se puede decir que en la plantilla de Osasuna los artistas son Aimar, Abde o Moi Gómez, entre otros, que tienen algo más de desparpajo?
–Bueno, artistas del balón son todos, lo que pasa es que alguno mete más ruido que otro. Cada uno tiene su carisma y su estilo; pero es lo que digo, unos tienen su estilo y meten más ruido. También los había en mi época. Estaba Martín, el extremo, y otros más silenciosos.
¿Cómo ve el partido de vuelta, y qué cualidades de un escultor necesita Osasuna para lograr el pase?
–Es diferente. Se puede encajar el espíritu de trabajar, el espíritu de ganar, que significa acabar una obra bien hecha. Son dos mundos diferentes, pero cuando se juega un partido de estos hay que tener fe en ti mismo y en los compañeros, auntoanimarte, saber que el esfuerzo y el compañerismo es lo primero que puedes sacar y dar todo lo que puedas. Tienes que intentar tener la cabeza bastante fría, esforzarte e intentar seguir siendo creativo en lo que sabes. Luego está el interrogante de ver qué pasa, pero es una aventura que hay que asumir con la cabeza fría. Tienes que fijarte en lo que diga el entrenador, pero es un mundo en el que tienes que luchar con el compañero. La vida de un artista es muy solitaria, pero tienes que tener en cuenta ese ímpetu de querer hacerlo bien. Luego está el desenlace del partido, que puedes tener un buen día, un mal día, o un rival más o menos fuerte. Es una aventura, no sabes qué va a pasar, porque se pueden dar muchas circunstancias, un conglomerado de cosas, que no controlas. El partido de Osasuna tiene su magia especial porque tiene mérito llegar a una semifinal de estas.