A principios de año, Roberto Torres cogió las maletas y puso rumbo a Irán. Seguramente no tenía ni idea de lo que vendría después para el club que dejaba atrás. Osasuna se clasificaba para la final de la Copa del Rey, ante el Real Madrid en Sevilla, y él iba a ser testigo y partícipe de ello.

Porque Roberto Torres estará allí, en la Cartuja. Vivirá esta cita histórica con los que hasta hace bien poco eran sus compañeros. Viajará con ellos en el autobús hasta la Cartuja y se colgará su correspondiente medalla, sea de oro o de plata. Se lo ha ganado. El de Arre se marchó en enero, pero aún tuvo tiempo de disputar dos eliminatorias coperas y eso le da derecho –y muy merecido– a colgarse su presea.

En un principio estaba previsto que el jugador, de 34 años, viajase directamente desde Irán a Sevilla, adonde iba a arribar poco antes del encuentro. Sin embargo, su club le dio permiso para desplazarse durante la semana a Pamplona para tratarse de unas molestias físicas con su fisioterapeuta de aquí. Y así, de paso, poder disfrutar más de su familia.

Porque Roberto Torres se marchó solo a Ahvaz, la ciudad iraní donde vive y de donde es el Foolad, equipo en el que juega. “Es un sitio que merece la pena conocer, aunque al venir sin mi familia se me ha hecho duro. Pero la ciudad está bien para vivir, se come bien, la gente es muy agradable y es una experiencia bonita”, constata.

El centrocampista de Arre está deseando que llegue ya una final que afronta, reconoce, “con una mezcla de sentimientos de todo tipo”. “Es algo muy bonito que no se vive desde hace muchos años. No es habitual para Osasuna. A veces pienso ‘igual me tenía que haber quedado, haber aguantado un poco más...’, pero son cosas que se piensan, sin más. Yo me fui convencido de que tenía que hacerlo y de que era el momento”. 

“Me siento muy agradecido a mi actual club por dejarme vivir esto y a Osasuna, se ha portado muy bien con mi familia”

Aquí en Pamplona no sólo ha dejado sus raíces, sino muchos compañeros y amigos. Con 16 años se incorporó a Tajonar, el 11 de diciembre de 2011 debutó oficialmente con el primer equipo y ha permanecido 18 años en un club del que acabó siendo capitán. Logrando, además, el cariño de una grada que no se olvida de él. “Me alegro un montón por todos los que están ahí dentro, porque creo que se lo merecen. Esto es como un premio al buen trabajo que se lleva haciendo durante años”, asegura.

En ese vestuario ha dejado muchas amistades con las que mantiene el contacto, por lo que conoce perfectamente lo que están viviendo los David García, Kike Barja, Aimar Oroz y compañía. “Ellos están en una nube. Creo que no son del todo conscientes de lo que van a vivir. No por nada, sino porque nunca lo hemos vivido. El hecho de jugar una final ya es algo muy grande y hacerlo con tu equipo aún lo es más. Están muy felices, pero también un poco agobiados por todo lo que envuelve que Osasuna dispute una final. Con ganas de que llegue ese momento”.

En La Cartuja

Uno más de la plantilla

Con medalla por haber jugado la Copa

Roberto Torres no oculta su felicidad por lo que le espera este fin de semana en Sevilla. Aunque ya no defienda su camiseta, podrá vivir todo lo que acontezca en la final con Osasuna. “Desde el club me dijeron que iba a ser partícipe como si fuese de la plantilla. Viajaré desde el hotel en el autobús y estaré en el vestuario también. Lo experimentaré desde dentro como si aún estuviese, pero sin jugar”, afirma.

Y es que el futbolista de Arre ha exhibido hasta hace bien poco con orgullo el escudo de Osasuna, hasta que en enero puso rumbo al Foolad iraní. Antes de su marcha, sin embargo, pudo disputar dos eliminatorias coperas ante el Fuentes y el Arnedo, razón por la cual le corresponde medalla en esta edición de la Copa. Circunstancia similar a la del portero Juan Pérez, que no podrá viajar a Sevilla al tener que jugar partido ese mismo día con su actual equipo, el Huesca.

Se da la casualidad además de que a día de hoy Roberto Torres es el máximo asistente de la competición, a pesar de haber disputado sólo dos encuentros. En el 1-4 contra el conjunto maño dio el pase a Darko para el 0-1 y también a Nacho Vidal para que anotase el 1-2. Su tercera asistencia la protagonizó en el 1-3 ante los riojanos, cuando cedió para que Kike García subiese el 0-1 en el marcador. “Ahora mismo estoy primero en ese ranking de asistencias, es una anécdota curiosa”, comenta. “Me siento partícipe de esta final, ya que jugué esas rondas, aunque es verdad que lo que ha venido después es lo más complicado y no he estado”.

“No sé si me lo dice el corazón o la cabeza, pero tengo muy buenos presentimientos para esta final”

En Sevilla no sólo acompañará a sus excompañeros de Osasuna, sino que también podrá compartir esta experiencia con parte de su familia. Torres y su esposa, Sara Martínez, son padres de Mateo, de 5 años, y de Claudia, de 3. “Mi hija no va a poder estar, porque es muy pequeña y no va a parar en el estadio, pero con mi mujer y mi hijo sí. Mateo es fanático de Osasuna. Va a los partidos en El Sadar con mi mujer, con mis padres o con quien sea. Era sorpresa el que nos fuéramos a ver allí en un principio, pero no sé cómo se enteró. La cara que me puso el otro día cuando supo que iba a verme hace que tenga todavía muchas más ganas de ir. Desde Osasuna, además, se han portado muy bien con mi familia y van a dejar que mi mujer viaje con el resto de las familias de los jugadores y se aloje en el mismo hotel. Es un detalle muy bonito por parte del club”.

Roberto Torres ya sabe qué es enfrentarse al Real Madrid y, aunque es consciente de que será un duelo “complicado”, ve opciones reales de victoria. “Es posible ganar, aunque sea uno de los mejores clubes del mundo. No sé si me lo dice el corazón o la cabeza, pero tengo muy buenos presentimientos. No va a ser sencillo, pero es verdad que Osasuna está muy bien y por méritos propios en esta final. Se puede ganar”, confía.

En la Cartuja, el excapitán rojillo podrá ser testigo de algo que no tiene ningún secreto para él: el aliento, el cariño y el respaldo con el que se encontrará el equipo. Él lo ha vivido durante las 18 temporadas que defendió el escudo de su tierra. Y es que, como bien dice, “Osasuna es un equipo de fútbol, pero también un sentimiento para toda esa gente de Pamplona y de Navarra. Un sentimiento demasiado grande como para que se un simple partido de fútbol. La gente va a hacer un esfuerzo brutal por ir a Sevilla, se va a dejar mucho dinero y se va a pegar una buena paliza de viaje para presenciar algo histórico. Eso dice mucho de la afición”. Una afición con la que volverá a aunar su voz para ser, por primera vez, campeones de la Copa.