Osasuna se quedó helado en el tiempo de descuento de un partido que se fue calentando con el paso de los minutos y que terminó de la peor manera posible, con un gol de penalti. El VAR y los penaltis, señalados y no señalados, se metieron en la historia entre los rojillos y el Villarreal, un encuentro intenso y emocionante, en el que pasaron demasiados cosas en el aspecto disciplinario -se mostraron trece amarillas- y en el que las áreas ardieron. A Osasuna la amargura del desenlace le lleva a sentirse maltratado por la última decisión arbitral, pero para nada su desempeño queda enmascarado por el marcador final. Solo puede apuntarse en su debe que dos goles de renta no pueden concederse en Primera, pero tampoco debe caer en saco roto la categoría del Villarreal y la valía individual de sus jugadores, que hicieron desaparecer a los rojillos en la segunda mitad y, contra las cuerdas en la última acción del partido, dejar en un punto su premio.

Las áreas fueron terreno minado entre Osasuna y Villarreal y el árbitro, Munuera Montero, un hombre atacado por el racimo de bombas que le fueron cayendo. A los tres minutos Barry cayó ante Sergio Herrera y no pasó nada; a los dieciséis, Albiol atropelló a Budimir y hubo casi concilio papal en la banda para que el VAR soltara la fumata y el colegiado pitara la pena máxima; en el minuto veintiséis, Munuera pitó otro penalti, pero el VAR le enseñó que el balón centrado por Areso había dado en el lomo a Parejo y no cabía tal castigo; y en el minuto 91, no necesitó acudir a ayuda visual externa alguna para decidir que lo más significativo del córner sacado por el Villarreal fue el agarrón de Lucas Torró a Costa. No cabe duda acerca del tirón sobre la camiseta amarilla, como tampoco que la acción ocurrió en medio de una riña multitudinaria, con dificultades para fijar la vista en alguna circunstancia concreta más allá del confuso follón. El árbitro lo vio, lo pitó y castigó a Osasuna con un penalti prescindible por parte de su ejecutor, Torró, pero que puso la amargura a la tarde.

A Budimir también le estropearon parte de una actuación espectacular. El delantero croata de Osasuna fue el protagonista indiscutible del partido, demostrando que es uno de los atacantes de la Liga y que continúa haciendo historia como rojillo. Budimir fue letal cuando estuvo acompañado por el juego de su equipo. Con el desarrollo del encuentro, fue desapareciendo porque no hubo casi balones por los que pugnar y los que le tocaron fueron a la desesperada.

Osasuna se marchó dolido por el resultado, pero nada en su talla como equipo. Los hombres de Vicente Moreno compitieron correctamente frente a un contrincante de categoría y numerosos recursos para cambiar la marcha del juego. El desenlace fue doloroso, pero el desarrollo del partido confirma que las dificultades fueron numerosas. El punto tiene valor también por la talla del rival.

Osasuna ofreció una primera parte contundente, de equipo bien armado. Porque un conjunto férreo necesita poco para enseñar de qué está hecho. Y Osasuna está forjado en ataque a base de Budimir. El delantero croata se llevó colgado del brazo a Albiol para marcar de cabeza como solo hacen los arietes estelares y luego le creó una confusión al mismo central para retarle a una acometida que acabó con su cuerpo en el suelo. Primer penalti de la tarde, segundo gol y maneras de jugador inalcanzable. No había pasado casi nada y Osasuna llevaba dos goles en el capazo y el Villarreal, que se empachaba con el balón, no estaba cómodo y no era capaz de meterse en el encuentro a pesar del tesón del equipo de Marcelino, que buscó mucho a Barry, un delantero que va a todas desde cualquier sitio, pero le faltó sosiego en los últimos metros.

El equipo de Vicente Moreno supo trabajar sin balón, como corresponde a quien obra con un marcador a favor de dos goles, y se sostuvo por la solidaridad de todos los jugadores. Torró fue insuperable en el eje, Aimar se mostró sobrio con la pelota y sin ella e incluso Bryan, al que le salieron pocas cosas en ataque, entendió que había que sumarse a la labor defensiva. 

En la segunda mitad, Osasuna estuvo a punto de sentenciar al Villarreal en el primer minuto, pero el meta visitante desvió el disparo de Moncayola. Fue Sergio Herrera quien mantuvo en pie a su equipo con alguna intervención espectacular, como con la que voló tras un lanzamiento de Barry, pero el Villarreal pasó del mando al agobio y de ahí al primer gol, en una estampida de Álex Baena para marcar a bocajarro. Otro paradón de Herrera, esta vez a Denis Suárez, otro relevo de lujo que había saltado poco después de Gerard Moreno, uno de los artífices de la mejoría amarilla, puso a Osasuna en la recta final del partido manteniendo su renta. La melé final le castigó con la pena máxima. Y casi todo se esfumó.

Ficha técnica:

  • 2-Osasuna: Herrera; Areso, Catena, Boyomo, Juan Cruz (Bretones,m. 85); Torró; Rubén García (Peña, m. 66), Moncayola (Muñoz, m. 66), Aimar, Bryan (Moi Gómez, m. 78); Budimir (Raúl, m. 85).
  • 2-Villarreal: Conde; Navarro, Costa, Albiol, Cardona (Bernat, m. 77); Yeremi (Cabanes, m. 85), Parejo, Comesaña (Denis, m. 72), Baena; Barry, Terrats (Gerard Moreno, m. 46).
  • Goles: 1-0, M.8: Budimir, 2-0 M.20: Budimir, de penalti. 2-1, M.67:Baena, 2-2, M.93: Gerard, de penalti.
  • Árbitro: José Luis Munuera Montero (Comité andaluz).
  • Incidencias: Partido correspondiente a la decimocuarta de LaLiga EA Sports disputado en el estadio El Sadar ante 19.795 espectadores.