Solo un remate de Herrera al poste
El cabezazo de Sergio Herrera contra el poste de su portería fue el remate más peligroso de Osasuna en un partido más propio de una tregua navideña. Digo peligroso porque ese golpe violento le provoca un traumatismo craneoencefálico a cualquier otra persona. El impacto fue de tal intensidad que puso a temblar los tres hierros del marco. Era la peculiar celebración del guardameta tras evitar un disparo a gol de Pol Lozano en el tramo final del encuentro. Herrera no presentaba ningún chichón en la frente cuando apareció en la entrevista postpartido, así que habría que revisar la estructura de la portería por si quedó dañada.
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La reacción del portero era la expresión compartida por muchos aficionados rojillos, que se daban de cabezazos contra la pared ante la indolencia de su equipo, incapaz de sacar provecho de la posesión de balón, sin inteligencia para generar peligro en el área y con el lamentable balance de un remate entre los tres palos si tomamos como tal el lanzamiento de un libre directo por parte de Rubén García en la primera parte y que atrapó con alguna dificultad Jon García. Muy poco, casi nada, cuando el rival, el Espanyol, hizo una pobre exhibición de recursos, más preocupado de defender su territorio que de asaltar el de Osasuna. Tardaron más de una hora los periquitos en percatarse de que los rojillos no hacían sangre con tanto pase de balón para aquí, para allí, para ningún lado. Aimar Oroz trataba de encontrar espacios pero los rivales le venían encima siempre con malas intenciones. Con timidez, y ante la dejación de funciones de Osasuna, el Espanyol comenzó a llamar a la puerta de Sergio Herrera, quien salió de su letargo (tenía una cómoda localidad para ver el juego a pie de campo) para amarrar el punto. Cabezazo incluido.
Espanyol y Osasuna empatan sin apenas picante en el RCDE Stadium
Cuarto empate consecutivo para seguir discutiendo si la botella está medio llena o medio vacía. Yo la veo medio llena. Eso es lo que refleja la clasificación, más allá del desenvolvimiento del equipo en los últimos compromisos. Vicente Moreno trató de cambiar el dibujo pero el plan no respondió. Tampoco las jugadas de estrategia. Veo más responsabilidad en la respuesta de los jugadores que en las órdenes del entrenador. El planteamiento no podía ser más ambicioso, con los laterales muy avanzados, Aimar y Rubén García por dentro, y los dos nueves en el campo. No funcionó. Los cambios aportaron algo más de dinamismo, llegadas más maliciosas en los msinutos finales pero ni un remate entre los palos.
Sigue el Osasuna de Vicente Moreno con una actitud diferente en El Sadar de la que adopta como visitante. Este sábado, ante un rival débil en estructura y debilitado por los resultados y las críticas, faltó ambición. Ya digo, no hubo más sangre que la de Kike Barja tras sufrir un codazo malintencionado. No diré que esta vez también se perdieron dos puntos, como en los tres partidos anteriores, porque Sergio salvó el único que estuvo en juego. Y porque no hubo nadie que rematara con tanta rabia como Herrera para romper el empate.