La consideración general de un equipo que sigue sin sumar fuera de casa -sin puntos después de la disputa de quince- se impone a la de la resistencia de un Osasuna que se mantuvo en pie por una actuación sobresaliente de su portero, Sergio Herrera, y que dispuso de una oportunidad clarísima para empatar en el minuto 89 en el campo de un rival potente, de una apisonadora en su estadio y de uno de los grandes de la Liga. Osasuna estuvo a punto de echarle un borrón en su expediente, pero esta vez fue Oblak quien reclamó el protagonismo de los porteros al rechazar el remate final de Budimir.
El equipo de Lisci aguantó la presión creciente de un Atlético con muchos recursos en ataque y con una determinación manifiesta por llevarse el partido -nada nuevo si se habla del Atlético-, pero tantas veces llegó con peligro a las cercanías del gol el conjunto colchonero que al final se llevó el premio completo. No se le puede negar a Osasuna que intentó maniobrar en los quince minutos finales en pos del empate y que los cambios que realizó el entrenador buscaron un perfil más ofensivo, pero la ocasión de su delantero estelar no llegó a buen término en un momento decisivo.
Por la mínima
La derrota en el campo del Atlético de Madrid por la mínima, es lo que tienen las trayectorias, queda acrecentada por la pésima racha como visitante -la peor en muchos años- y ello también oscurece lo que pudo haber de positivo en este nuevo traspié, como el cambio de tecla con la que los rojillos jugaron en los minutos finales. Pero la realidad del encuentro señala a un Osasuna con poca generación en el juego, con un asumido papel secundario durante muchos minutos y, eso sí, con una capacidad para la contención espectacular protagonizada por su guardameta. Afortunadamente para el resultado y para la ilusión por el partido, Herrera fue una última línea que solo acertaron a superar en una ocasión. Fue el maquillador de la derrota.
Osasuna salió sin daños en el marcador de un primer tiempo accidentado. El árbitro, De Burgos, se atrevió a revisar un gol de Baena a los diez minutos después de que un carrusel de pases hubiese desmontado a Osasuna, y anuló la concesión del tanto por interferencia en la jugada de Griezmann. Fue la mejor noticia para un Osasuna que siguió creyendo en la presión alta hasta que el empuje del Atlético, a partir del balón y del salto de las líneas de presión, fue arrinconándole. Sergio Herrera, el héroe de los suyos, mantuvo a su equipo con un par de buenas intervenciones, una espectacular ante Griezmann y otra frente a Julián Álvarez, y Osasuna, cuando encontró el carril de aceleración de Víctor Muñoz y las acciones a balón parado, también quiso dejar su tarjeta de presentación. El extremo terminó una carrera imparable con un lanzamiento que se marchó fuera por muy poco y Lucas Torró, tras una falta de Rubén García, también obligó a una parada meritoria de Oblak.
Interrupciones
Un golpe de cabezas entre Torró y Nico González acabó con el jugador del Atlético camino de los vestuarios tras unos minutos de estancia en el campo con aparentes gestos de andar noqueado. Poco antes, Valentin Rosier se había marchado lesionado -relevado por Iker Benito-. Las interrupciones no favorecieron el ritmo del partido, cosa que tampoco le supuso quebranto alguno a Osasuna, que se defendía con crecientes incomodidades ante un Atlético cada vez más decidido con el balón y peligroso.
En la segunda parte, la decisión del Atlético arrinconó a Osasuna, que se vio superado por una salida en tromba de los de Simeone, de nuevo con oportunidades para Marcos Llorente y Julián Álvarez, en esta con intercesión colosal de Sergio Herrera, y también para Sorloth, en esta oportunidad fuera.
Antes de que la resistencia de Osasuna hiciera aguas con la gran jugada de Giuliano y el gol de Almada, el equipo de Lisci dispuso de una ocasión confusa, en la que Budimir remató en dos intentonas y otra más fue firmada por Víctor Muñoz sin que ninguna de las tres llegara a puerta. El mazazo del gol fabricado por los dos argentinos dio paso a un partido más comedido para los atléticos. El carrusel de cambios de Osasuna tampoco aumentó su peligrosidad aunque le dio más filo a su perfil. La oportunidad errada por Budimir amarga un final de un encuentro en el que casi nunca se tuvieron opciones puntuar