En el fútbol, los caminos se cruzan de forma inesperada. Joaquín Caparrós, rival acérrimo de Osasuna desde el banquillo del Sevilla, llegó a Pamplona en un momento delicado tras el polémico despido de Enrique Martín Monreal.

El técnico utrerano estuvo cerca de dirigir al conjunto rojillo en 2005, aunque en ese entonces optó por el Deportivo. Su misión era que el equipo siguiera en Primera División, pero las circunstancias jugaron en su contra.

Debutó en Leganés un 21 de noviembre y a partir de ahí los resultados fueron cayendo uno tras otro como una losa cada vez más pesada. En ocho partidos oficiales (cinco de Liga y tres de Copa), los rojillos solo ganaron uno (ante el Granada en Copa, 2-0)  y encajaron siete derrotas

En Liga solo marcó Miguel Flaño en Gijón. En contra, 17 goles encajados. Números aplastantes. Su inicio en Osasuna es uno de los peores en la historia y su paso por la entidad rojilla siempre será recordado como algo fugaz y amargo que acabó antes de Reyes.

Esperanza en la cantera

Osasuna esperaba que con la llegada de Caparrós se siguiera con la filosofía de usar jugadores de la cantera como lo había demostrado en el Sevilla y Athletic.

En su presentación, el 9 de noviembre de 2016, dejó entrever que iba a ser uso de jugadores del filial. "Es un club que trabaja la cantera y me considero un entrenador de hacer equipo. El tiempo es un elemento fundamental para consolidar un proyecto e ilusionar a al gente", aseguró el técnico que no se sentaba en los banquillos desde 2014.

La experiencia de 15 años en Primera División hizo que Osasuna se fijara en el técnico utrerano, quien firmo hasta 2018. "Tenía mucha ilusión de venir a un club donde se respira fútbol. Los que empezamos desde el futbol modesto echamos de menos este tipo de club", dijo

Sin embargo, su actitud y la de alguno de sus hombres de confianza rompió la relación con el vestuario casi tan rápido como llegó. El entrenador no conectó con la plantilla en ningún momento y eso provocó momentos de bastante tensión en el vestuario rojillo.

El 5 de enero de 2017, Osasuna le dio las gracias a Caparrós y cerró una etapa tan breve como costosa para la entidad. El club tuvo que desembolsar una cantidad de 505.000 euros por su salida. Cada encuentro que dirigió el de Utrera le costó a la entidad navarra 63.125 euros. Un verdadero fiasco.