Pamplona - Al norte, el Segundo Ensanche, al sur, Mutilva. Por el este, Mendillorri y, por el oeste, la Milagrosa. El Lezkairu es el barrio más nuevo de Pamplona y la Comarca y uno de los más deseados por los jóvenes que buscan comprar un piso por si situación privilegiada, a solo unos pasos del centro pamplonés. Aun así, pese a tener vecinos que viven desde hace más de tres años en él, en esta nueva urbanización solo destaca una amplia zona verde muy visitada los fines de semana. Un paisaje concurrido que de lunes a viernes se convierte en uno desierto, La razón, la ausencia de cualquier tipo de servicios.
En el paisaje destacan una quincena de grúas que levantan otros tantos edificios, mientras una veintena de parcelas esperan a ser edificadas. Entre sus calles se dejan ver jubilados que observan las obras y, de vez en cuando, alguno de sus 3.000 vecinos (están habitadas 1.556 viviendas de las 6.000 proyectadas), la mayoría jóvenes, como Juan Zuza, villavés de 35 años que lleva tres viviendo en la zona: “Supongo que con el tiempo habrá más vivienda, entrará más gente y abrirán comercios; hay que tener paciencia”. Como él, muchos concuerdan al afirmar que lo que más se necesita son comercios. “Para comprar el pan, que se come todos los días, hay que Mutilva, Erripagaña o el Ensanche ”, comenta Javier Rípodas, de 33 años.
SOLO VILLAVESAS Aunque está a un paso del centro de Pamplona (desde el punto más alejado no se tarda más de 30 minutos en llegar a Merindades), por la avenida principal, Juan Pablo II, pasan dos villavesas: la 17, con una frecuencia de 20 minutos los días laborales, y la 25, que pasa cada 30 entre semana. Un servicio que destaca una joven, Andrea Utrillas, de 23 años, que echa en falta un servicio nocturno más amplio; la N8 pasa cada dos horas. “Volver de noche da respeto, hay poca iluminación, sobre todo por detrás del Tenis”, lamenta, mientras destaca del barrio la luminosidad de las casas: “Todas son exteriores, y da mucha vida. Vengo de una casa antigua y muy oscura del Segundo Ensanche”.
Esta joven también lamenta la falta de servicios, igual que lo hace Miren Ros, una madre de 31 años: “Solo faltan comercios y servicios”. Por lo demás, “se vive muy bien, muy contentos porque estamos muy cerca del centro”, comenta esta exvecina del Casco Viejo de Pamplona. “Para cualquier cosa que necesites de urgencia, azúcar, sal, huevos... tienes que pegarte un buen paseo”, añade su madre, Belén Arruti.
“La tranquilidad que de momento hay aquí no la cambio por nada”, subraya Andrea Utrillas, mientras que el joven padre Javier Rípodas destaca la cantidad de zonas infantiles. “Hay un grupo de cuerdas y tirolinas en el parque principal y en nuestra plaza, también”, destaca. Por lo general, todos los bloques de viviendas (el 25% de ellas es de VPO) cuentan con columpios u otros juegos para pequeños.
POCO A POCO A diferencia de otros barrios nuevos, como Erripagaña, Entremutilvas o Sarriguren, el Lezkairu ha sustituido viviendas en planta baja por porches y, en la mayoría de casos, bajeras comerciales. Todas vacías, salvo la que ocupa el bar Akari Gastroteka, un espacio de fisioterapia pediátrica y la asesoría SVA Solventia. Su dueño, Amador Pérez, explica que eligieron la zona “por su cercanía al centro de Pamplona” y la cantidad de plazas de aparcamiento disponibles. “El cliente puede aparcar en la puerta”, dice. En el año y medio que llevan abiertos, el negocio “va muy bien”, confiesa.
Mientras, bajeras nuevas empiezan a estar en obras: algún bar y un consultorio médico, los nuevos servicios.