l paseo Premín de Iruña, en el barrio de Mendebaldea, con forma de tablero de parchís, está delimitado por las calles Irunlarrea y Ermitagaña y la avenida de Barañáin. Su parte central, peatonal y arbolada, rodeada de edificios de viviendas, muestra una gran escultura (Orientación, Lefa Arquitectos, 1992). Quedó bautizado en 1994 para honrar, a través de su seudónimo más famoso, al escritor pamplonés Ignacio Baleztena Ascárate (1887-1972). Fue el cuarto de los nueve hijos de Joaquín Baleztena Muñagorri y de Dolores Ascárate Echeverría, miembro de una conocida familia oriunda de Leitza y que militaba en el carlismo, en aquella época en que en Navarra el carlismo se transmitía, genéticamente, de padres a hijos. La familia ha dado nombre, Casa Baleztena, al edificio situado en el número 2 del paseo de Sarasate, un palacete que compraron en 1852 al empresario, ganadero, banquero y político Nazario Carriquiri. Estudió bachillerato en los escolapios y la carrera de Derecho en Deusto y Salamanca, al finalizarla en 1914 ejerció como secretario del consulado español en Pau. En 1911 fue elegido presidente de la Juventud Jaimista de Navarra, entre 1918 y 1921 fue concejal del Ayuntamiento de Pamplona y de 1921 a 1931 diputado foral. Durante la Guerra Civil se alistó como requeté; a su finalización se alejó de la actividad política, defraudado con el régimen franquista. Se casó con Carmen Abarrategui Gorosábel, natural de Mondragón, con la que tuvo diez hijos.

Baleztena era un hombre muy dinámico que multiplicaba sus empresas e iniciativas. Estuvo entre los promotores de la peña Muthiko Alaiak, de Euskeraren Adiskideak, de la fiesta del Rey de la Faba, de la Cabalgata de Reyes de Pamplona, del Homenaje a la Vejez, del Museo de Recuerdos Históricos del Carlismo, de las primeras javieradas o del grupo municipal de danzas de Pamplona. Desde muy joven escribió sobre historia y folclore, obras de teatro, canciones (como la letra más famosa del Oriamendi, "Por Dios, por la patria y el rey€"), coplas, poemas, colaboró asiduamente en la prensa con los seudónimos de Premín de Iruña, José Miel o Tiburcio de Okabio, y participó en la creación de diversas publicaciones. Fue miembro de la peña Pregón, de la Cofradía del Gallico de San Cernin, de la Sociedad de Estudios Vascos (en aquella remota época en la que se podía ser vasquista y españolista a la vez), dirigió el Museo de Navarra, investigó en el Archivo General de Navarra€ De natural alegre y bromista, era una persona muy popular en toda Navarra.

Buena parte de su actividad y de su popularidad se relaciona con los Sanfermines, fiestas que vivía con intensidad, incluso corriendo el encierro. Aunque los datos históricos disten de estar claros, parece que fue uno de los iniciadores del Riau-Riau, allá por entre 1911 y 1914. Según unos, por motivos políticos, para chinchar a una corporación municipal de mayoría liberal, pero según otros por pura chanza festiva. Un 6 de julio, con algunos amigos, se puso a bailar delante del cortejo de la Marcha a Vísperas, frenando a la comitiva municipal, tarareando la música del Vals de Astráin y gritando "¡riau, riau!" al acabar cada estrofa. En los primeros años el Ayuntamiento lo consideró una gamberrada, dictó bandos en su contra y multó a los participantes, pero a menudo no hay como prohibir algo para que se institucionalice. Por cierto, Baleztena tuvo que sufrir pocos años más tarde, como concejal, su propio invento, desfilando circunspecto dentro de una corporación que lo prohibía y rodeado de mozos que bailaban según su ejemplo de años previos.

Baleztena es el autor, entre otras canciones sanfermineras, de la archiconocida letra Uno de enero..., que escribió para acompañar a una melodía popular, una canción del Olentzero de Lesaka, ayudado por su amigo el maestro Silvano Cervantes, primer director de La Pamplonesa, que le hacía los arreglos musicales. Por extensión, es el inductor de la escalera sanferminera, una tradición que cada vez más gente, e incluso la parroquia de San Lorenzo, celebra mes a mes empezando por el primero de enero y hasta el seis de junio. También compuso la letra de la diana ¡Aupa los Irunshemes!, más conocida como Levántate pamplonica. Le apasionaban los Gigantes de Pamplona, escribió su historia y, como decíamos ayer, les dio los nombres que se han acabado por popularizar; también construyó unos gigantes para Leitza. En 1969 recibió del Ayuntamiento de Pamplona el Pañuelo de Honor.