¿Es Pamplona una ciudad verdaderamente accesible para todas las personas? A parte de los detalles obvios, como cuestas, aceras y otros elementos que dificultan el acceso, no solo de personas con movilidad reducida, sino de cualquier otra que use silletas, muletas u otros elementos en el deambular, amén de personas con cualquier otra dificultad sensorial o discapacidad visual y cognitiva, hay otros detalles que nos lo ponen difícil, a diario, para actuar con normalidad en la ciudad.

Eso se desprende del diagnóstico realizado dentro del Plan Estratégico de Accesibilidad Integral de la Ciudad de Pamplona 2022-2026, que hace unos días se dio a conocer a la ciudadanía. Fuentes, aceras, bancos, aseos, edificios municipales... y cualquier otro elemento cotidiano de la ciudad pueden, en un momento dado, esconder trampas que los conviertan en inaccesibles.

El diagnóstico reconoce que en los últimos años “la ciudad ha venido realizando distintas intervenciones en favor de la movilidad peatonal, la movilidad ciclista y el transporte público”, pero la realidad evidencia deficiencias serias en la vía pública. El Plan Estratégico municipal de accesibilidad tiene un plazo de implantación de mejoras hasta 2026.

El ascensor de la plaza Felisa Munárriz es el que más incumplimientos acumula en materia de accesibilidad. Javier Bergasa

Ascensores sin la señalización adecuada

Tras analizarse los 10 ascensores urbanos de la ciudad, se ha comprobado que ninguno de ellos “cuenta con un bucle de inducción magnética”. Este tipo de sistemas permite que “las personas con problemas auditivos puedan escuchar cualquier información que se les dé”, algo “vital” en situaciones de emergencia donde sea importante la comunicación sonora. Todos los ascensores, excepto el de Felisa Munárriz, “son parcial o totalmente transparentes, permitiendo el contacto visual con el exterior”.

Y otro problema, más de la mitad de los ascensores “no cuenta con la señalización adecuada del número de planta”, lo que puede ocasionar “desorientación” en las personas usuarias, “especialmente aquellas con problemas cognitivos”. Y el peor de los 10 ascensores urbanos, es el de la plaza Felisa Munárriz, el que acumula “un mayor número de incumplimientos”.

Aceras con estorbos

En general “presentan una anchura suficiente”, si bien “encontramos las aceras más estrechas en las calles interiores de la Txantrea y en la parte más antigua de la Milagrosa”. En estas zonas, además, “el problema se agrava”, reconoce el diagnóstico, “por la ubicación de los elementos de señalización, iluminación o mobiliario en medio", o por la invasión de los “morros” de los vehículos aparcados en batería.

Fuentes muy altas

Tras el análisis de los “10 tipos de fuentes de agua potable de la ciudad”, se observan una serie de aspectos que pueden “generar problemas de accesibilidad y se repiten con frecuencia”. Por ejemplo, en muchos casos “no cuentan con accionamiento a la altura adecuada (90 cm desde el suelo), y en cuanto al grifo muchas de ellas lo “tienen instalado a una altura por encima de la estipulada por la normativa de accesibilidad”. Esto origina problemas para personas en sillas de ruedas, de talla baja o la infancia. 

El estudio pone en evidencia que los bancos, en muchos casos, no cumplen la normativa de accesibilidad. Javier Bergasa

Bancos difíciles para levantarse

Los bancos, aparentemente lugares accesibles, esconden escollos serios en su diseño. Entre los problemas más comunes, “en algunos casos la altura del asiento es superior a los establecido en la normativa, lo que ocasiona dificultades a personas mayores o con menos fuerza para levantarse”, y más aún, si estos no cuentan con reposabrazos o respaldo, como ocurre con muchos de ellos.

También es cuestionable la anchura del asiento. “Pocos cumplen con las dimensiones que marca la normativa”. Y más problemas en el diseño: “En muchas ocasiones, el ángulo del respaldo es superior a 105 grados”. Difícil para incorporarse. También hay casos, en los que “el vuelo y la altura del asiento puede generar problemas para su detección por parte de usuarios con discapacidad visual que utilicen bastón para desplazarse”.

Contenedores altos

Uno de los elementos del mobiliario urbano más cuestionados son los contenedores de basura. “En todos ellos la altura de la boca es superior a loa establecida por la normativa de accesibilidad”, y “esto puede generar problemas a las personas usuarias de silla de ruedas o personas con talla baja para tirar los residuos”. Asimismo, “los mecanismos de apertura no son fácilmente manipulables, por ejemplo, con el puño o codo”. En la vía pública “su ubicación supone en la mayoría de los casos una limitación, dado que se encuentran en la calzada sin rebaje en bordillos para poder aproximarse”. Y, por último, el sistema de apertura con tarjeta “supone un añadido a las dificultades” para personas con dificultades de movilidad o de comprensión. Como se anunció, la Mancomunidad de la Comarca de Pamplona tiene previsto instalar esta primavera los primeros contenedores adaptados.

Bolardos y semáforos

Un elemento menos habitual, pero cada vez más visto, por ejemplo, en delimitación de carriles bici. El análisis deja en evidencia que “la mayoría no cumple con la altura establecida, entre 75 y 100 centímetros”, y “al tener una altura inferior pueden generar dificultades para su detección por parte de personas con discapacidad visual”.

En lo que atañe a los semáforos, la gran mayoría de los antiguos no tienen pulsador y “tampoco emite señales sonoras”, un problema para invidentes.

Aseos y zonas de esparcimiento canino

De los aseos públicos, hay que destacar que hay dos, plaza de la Cruz y Plaza del Castillo “a los que solo se accede por escaleras”. De los autolimpiables, “casi todos tienen instalado un sistema visual de ocupación”, pero “ninguno tiene un sistema sonoro o háptico para personas con dificultades visuales”.

Y más problemas: en muchos casos, los lavabos están altos, y, por el contrario, los inodoros, en la mayoría de los casos, “a una altura inferior a 45 cm”, “lo que puede generar dificultades para sentarse y levantarse”. Difícil también acceder con silla de ruedas por la puerta, al no haber “un espacio libre de obstáculos de 1,5 metros de diámetro”. 

Otros elementos que el diagnóstico cuestiona son los circuitos de gimnasia para mayores, de los que “poco pueden ser utilizados por una persona usuaria de silla de ruedas”, y las zonas de esparcimiento canino, a las que, en la mayoría de los casos, “es difícil acceder o tienen una zona pavimentada de anchura insuficiente”.

Plazas reservadas para movilidad reducida sin rebajes

Según los datos del estudio, la mayoría de las plazas de aparcamiento "no cumple con lo que exige la actual normativa de accesibilidad". Las zonas de transferencia en calzada "no suelen estar señalizadas" y además el principal problema "es la inexistencia de rebajes específicos", lo que obliga a transitar por las calzadas con la silla de ruedas.