Después de 9 días y 8 noches de fiesta, Pamplona está de resaca. Apenas se ven vecinos por el Casco Antiguo y por donde antes pasaban las txarangas de las peñas, ahora solo queda el silencio. Aunque hay un pequeño aliento sanferminero: desde la Plaza del Castillo se escuchan unas campanas que tañen el Riau Riau. Unas horas después del Pobre de mí, los vecinos hacen un balance de las fiestas en el que destacan el ruido, el mal olor y la orina.

Por suerte o por desgracia, la ciudad está curada de espanto y un día después parece nueva. Los vecinos, no obstante, piden colaboración para que no sea una labor tan abrupta y forzosa. Conchita, vecina de la calle Hilarión Eslava, que hace esquina con Jarauta, anima a que haya más civismo: “Que meen donde es debido, que dejen la basura en los contenedores... hay que tener un poco de civismo para que todo sea mejor”.

Muchos de los residentes del Casco Viejo aseguran estar ya acostumbrados, por lo que se resignan de forma positiva a los Sanfermines. María Delgado comenta que “ya ni siquiera escucho el ruido por la noche. Me duermo y punto”. Carmen Baleztena considera que “no ha habido tanto jaleo por las noches. La gente sigue haciendo pis en el portal y es muy desagradable, pero desde luego que no ha sido tan exagerado como el año pasado”. 

La limpieza de las calles también ha sido uno de los puntos que más han alabado los vecinos: "todas las mañanas, después del encierro, viene el camión de riego y limpia toda la calle”, comenta Joseluís. María Delgado también se ha dado cuenta, pero asegura que la calle de San Antón, su calle, no estaba limpia hasta las 10.00 horas porque “salía con el perro a las 9.00 y la calle seguía sucia, pero cuando ya volvía de trabajar estaba todo limpio”.

Por el contrario, hay quienes resumen las fiestas en mucho pis, mucho olor y mucho ruido. Este es el caso de José Javier y José Ramón: “había tanta gente que no me dejaban ni entrar al portal”, aseguran. También comentan que “hay calles y calles: la calle del Dos de Mayo no la han tocado; la calle Aldapa, tarde”.

¿La solución?

A pesar de que Paulino Molinet haya destacado la mejora de los Sanfermines, el problema de la orina es algo que le sigue molestando: “antes para llegar a casa tenía que pisar sí o sí el pis; ahora no, ahora puedo esquivarlo, pero la basura mezclada con el pis y con este calor... es imposible”.

La solución que propone es colocar urinarios donde se sitúan los contenedores o “añadir más baños porque llegan las máquinas y limpian muy bien, pero después de todo el trabajazo a los dos minutos vuelve a estar todo igual”. Comprende que es una labor complicada, pero también que “hay que paliar el problema desde la raíz y es una de las cosas en las que más me llevo fijando en este tiempo.

Tenga razón Paulino o no, después de acabar los Sanfermines Pamplona vuelve a verse tan limpia y serena como de costumbre. La ciudad, después de jugar y divertirse en San Fermín, madrugó porque tenía que limpiar.