Isabel Ancin recuerda que jubilación proviene de júbilo, que significa alegría. “Tengo muchas ganas. Después de 45 años cotizados ha llegado la hora de descansar. Estoy contenta con acabar mi vida laboral aquí. El mejor sitio posible”, confiesa Isabel, que, a partir del 3 de julio, dedicará su tiempo libre a iniciativas solidarias, a cantar en la escuela de jotas y “lo que me apetezca”.

Aunque esté muy feliz por la época vital que arrancará en breve, también le da “mucha pena” que Araxes, la tienda de mesas y sillas ubicada en la calle Iturrama de Pamplona, cierre para siempre porque no encuentra relevo.

“Mis hijos no quieren saber nada porque no les gusta la venta ni estar de cara al público. He intentado a ver si alguna persona cogía la tienda, pero no ha llegado ninguna oferta. Echaremos la persiana y punto. Es una pena porque se están perdiendo los negocios pequeños que dan vida a los barrios”, lamenta. 

Los orígenes del negocio se remontan a octubre de 1991. Koldo Apalauza, vecino de Betelu experto en el montaje de cocinas y muebles, inauguró Araxes –el río que pasa por su pueblo– Mesas y Sillas en la calle Iturrama de Pamplona.

En los inicios, este tipo de comercio especializado escaseaba en la ciudad, Araxes Mesas y Sillas trabajaba con “las mejores” firmas del sector y, a los pocos años, amplió su punto de venta con una gran exposición en el Área Comercial Plazaola en Aizoain. 

Mientras tanto, Isabel era socia de una tienda que vendía muebles de cocina, mesas y sillas en el Eroski del polígono de Agustinos.

"Estuve 11 años. La apertura del E.Leclerc de la Morea nos hizo mucho daño, los alquileres eran altísimos y decidimos dejar el negocio”, recuerda. En ese mismo instante, Koldo –no sabía quién era Isabel pero había oído hablar muy bien de ella como vendedora– le llamó para que se uniera al equipo de Araxes Mesas y Sillas.

Mi padre estaba enfermo, le cuidaba yo y le dije que no”, comenta. Dos años después, en 2006, Koldo insistió y, esta vez, Isabel accedió. “Tenía mucha experiencia así que fue como volver a andar en bici”, compara. 

En 2010, Koldo, tras 19 años al frente del negocio, se jubiló e Isabel se convirtió en su heredera. “Me quedé con la tienda porque si cerraba me quedaba en la calle y es difícil encontrar trabajo con 50 años. Además, era un negocio que conocía y controlaba. Fue una continuidad”, explica.

Eso sí, Isabel nunca había sido propietaria y cogió las riendas de Araxes Mesas y Sillas en plena crisis económica y pinchazo de la burbuja inmobilaria. “La crisis atizó mucho a los sectores relacionados con la construcción. Si no se hacían reformas ni se vendían casas, la gente tampoco compraba mesas y sillas. Estuve muy tocada porque viví meses que no me llevaba a casa ni un duro, pero resistimos y remontamos”, recuerda.

En sus 14 años al frente de la tienda, Isabel también se enfrentó a la pandemia del coronavirus que, tras unos primeros meses con la persiana bajada y sin prácticamente ventas, a posteriori resultó ser beneficiosa.

La gente pasó mucho tiempo encerrada en casa, pensó en reformas del hogar y se percató de que igual sus sillas no eran del todo cómodas. O las usaron muchísimo y se desgastaron. La vuelta a la normalidad fue sorprendente. Se consumió mucho”, apunta. 

Isabel capeó ambos temporal porque ha “mimado mucho” la calidad del producto. “Siempre hemos trabajado con marcas nacionales y las mejores firmas”, defiende.

La otra clave reside en haber pensado constantemente en sus clientes. “Iba a las ferias, probaba el género y pensaba quiénes se podían sentar ahí porque no es lo mismo una persona mayor que una joven. Me he sentado en todas las sillas que he expuesto en la tienda. Me fijaba en la estética y en la comodidad”, subraya. 

Además, adaptaba las mesas y sillas a las necesidades de cada tipo de cliente: oficinas, hostelería, asociaciones, hoteles, hogar... “Ofrecíamos productos muy personalizados. No vendíamos únicamente el género que había, sino que lo adaptábamos a lo que quería el cliente y al espacio que disponía. Íbamos a las casas a tomar las medidas. La relación con el cliente ha sido muy de tú a tú y las ventas también han sido muy cercanas”, subraya. 

Como consecuencia, Araxes fidelizó a la clientela. “Hemos atendido a muchas sagas de familias. Primero vinieron los padres y siguieron los hijos y nietos. A muchos los conozco por sus nombres y apellido, pasean por la calle y nos saludamos”, indica. Isabel agradece la confianza que los clientes han depositado en la tienda y “espero haber estado a la altura de la gente y de lo que se merecían”, finaliza. 

Koldo Apalauza e Isabel Ancin, de Araxes Mesas y Sillas. Cedida