Aitor Otazu Larrauri, dueño y alma del bar Savoy de Pamplona, ha fallecido esta pasada madrugada a los 65 años. Toda su vida formó parte del histórico negocio familiar, situado en Francisco Bergamín, reconocido con un Solete en 2021 por parte de la Guía Repsol. Cuando este periódico le entrevistó con motivo del distintivo, Otazu manifestaba estar "muy feliz porque el bar además de ser fácil de llevar no nos da más que alegrías".

Aitor estaba casado con Teresa Ascunce, era padre de tres hijos, Aitor, Jon y Lorea; y tenía tres hermanos, Ramón, Idoia e Irantzu.

Será velado en el Tanatorio San Alberto a partir de las 16:30 horas y el funeral será este martes en Capuchinos a las 19:30 horas.

El Savoy

El bar Savoy acumula más de 70 años de historia en la calle Francisco BergamínJuan José Otazu, el que fuera fundador del establecimiento y padre de Aitor, adquirió el bar-restaurante La Amistad cuando terminó el servicio militar. El nombre original le duró poco. Otazu prefirió llamarle Savoy, como uno de los hoteles más emblemáticos de Londres.

Tras décadas de buen servicio, Juan José falleció y los hijos cogieron el timón. Los hermanos Aitor e Idoia no querían complicaciones con las cocinas. Por eso decidieron ofrecer tablas de quesos, patés, ahumados, pierrades, raclettes y fondues.

Exterior del bar Savoy Patxi Cascante

SOLETE EN 2021

"Estoy seguro de que nos han concedido el Solete por la atención con los clientes. A mí me gusta el trato individual, llegar a cada uno de ellos para afianzar vínculos", aseguraba entonces en el reportaje, donde también aseveraba que una de las claves para alcanzar el éxito había sido presentar productos especiales, distintivos y sorprendentes al cliente: "No concibo lo de copiar el pincho a mi competencia. Prefiero probar, inspirar e innovar".

Otazu, en el bar Savoy tras recibir un Solete en 2021

Otazu, en el bar Savoy tras recibir un Solete en 2021 Patxi Cascante

FAMILIA DE TRADICIÓN HOSTELERA

Por su parte, su hermano Ramón regentaba el bar Cali, otro mítico establecimiento hostelero pamplonés de la calle Amaya, que cerró el pasado 31 de octubre de 2024, 72 años después de que José Rodríguez y Asunción Bartolomé levantaran la persiana por primera vez.

Ramón, lerinés de 66 años entonces, se jubiló y aún no ha cogido nadie el relevo del establecimiento. “Me da mucha pena porque es un sitio carismático y los clientes son amigos, pero estoy cansado y ha llegado la hora de descansar”, explicaba a este periódico.

De izquierda a derecha: Ramón Otazu, Saeda Faelili y Eduardo Guillen posan en la barra de El Cali. Patxi Cascante

Se había puesto al frente de El Cali en 2016, después de cuatro décadas trabajando en el Mikael. “Mi padre –Juan José Otazu– falleció y mi hermano Aitor y yo cogimos el negocio con 18 años. El local era de la parroquia San Miguel, en 2016 no nos renovaron el contrato y nos fuimos”, recuerda. Los propietarios de El Cali “vinieron a buscarnos” y no se lo pensaron ni un minuto. “Nos lanzamos porque era un bar histórico”, destacaba.