Dos bólidos de Fórmula 1 en el recorrido del encierro, el Milan de Baresi, Maldini o Weah para celebrar el 75 aniversario de Caja Navarra en el Sadar, Miguel Induráin y su Espada en el récord de la hora, Anaitasuna como sede del primer partido en la historia de la selección croata de baloncesto –con los NBA Petrovic, Kukoc, Radja y Vrankovic –, el primer lleno de la Plaza de Toros para un evento no taurino con motos haciendo piruetas; el Revolution On Ice, espectáculo de patinaje sobre hielo y música de Javier Fernández que supuso el primer 10.000 del Navarra Arena, o la última prueba del Campeonato del Mundo de Trial el pasado noviembre.
Este 2025 Carlos Mangado celebra 35 años de una profesión que prácticamente se inventó. La de soñar eventos. “Siempre he querido hacer cosas diferentes y traer a mi tierra lo mejor. Y hemos hecho cosas muy marcianas”, reconoce. Un oficio, el de vendedor – “al final, con algún matiz especial, es lo que hago” – al que aterrizó “de manera más inconsciente que racional” y en el que suma “más de 400 eventos de diferente formato, dimensión, tipología, objetivos… algunos irrepetibles por su diseño, características y oportunidad, pero todos con una idea común, imaginar y soñar como había que organizarlos para hacerlos diferentes y únicos”.
“Siempre he querido hacer cosas diferentes y traer a mi tierra lo mejor. Y hemos hecho cosas muy marcianas”
“A la manera de organizar los eventos le hemos dado una vuelta muy importante. Y también en estos años hemos diseñado y desarrollar planes estratégicos de marketing y de patrocinio también muy potentes”, dice.
Porque 35 años dan para mucho y por el camino ha vivido como asesor externo de marketing muchos éxitos del deporte de esta tierra, con 10 años en Osasuna – todos en Primera – los títulos de Portland San Antonio y los de Itxako. Aquí también fue pionero: Reyno de Navarra inauguró en el Estado lo de ponerle nombre a un estadio, y tampoco nadie había tuneado con vinilos el autobús de un equipo deportivo, como hizo con Portland.
Carlos no pudo festejar los 30 años de profesión por la pandemia y no tiene “ninguna intención” de celebrar los 40, trabaje o no. Así que aprovecha una efeméride menos redonda para agradecer “a quienes me han dado tantas oportunidades de soñar, crear y hacer cosas, y me han apoyado y acompañado, que lo hayan hecho”, destaca.
De la docencia a eventos
Mangado estudió en el Colegio Diocesano Nuestra Señora del Puy de Estella, del que le animaron a seguir su formación en otro centro por revoltoso, y allí volvió para cubrir una baja al terminar la carrera de Filosofía y Letras, con la especialidad de Geografía. “Fíjate las vueltas que da la vida”.
A los seis meses le nombraron jefe de estudios y a los tres años “me di cuenta de que no me llenaba la enseñanza, porque veía que iba a estar repitiendo lo mismo a las generaciones venideras durante muchos años. Y aunque mi respeto por los profesores y su trabajo es el máximo, creo que soy más creativo”.
De forma paralela, comenzó a organizar actos para el Ayuntamiento de Estella. “Celebraba el 900º aniversario de la ciudad y organizó una serie de actividades especiales, entre ellas varias deportivas. Yo hacía atletismo en mis años jóvenes y en el año 87 el coordinador deportes del Ayuntamiento me propuso organizar una milla. Entonces los mediofondistas españoles eran los mejores a nivel internacional. Y la organizamos. Llevamos a Fermín Cacho con 18 años, que todavía no era nadie”, recuerda.
Entre otros, en 1990 coordinó la organización del Campeonato de España de Campo a través, el primer gran triunfo de Martín Fiz. Y aunque su padre se tirase de los pelos por dejar un trabajo fijo, “en aquel momento dije, ‘creo que en el mundo de los eventos hay un hueco, y me parece que soy capaz de hacer las cosas de manera diferente. Me voy a dedicar a esto’”.
Tuvo “la suerte de que me fuera muy bien desde el principio, pero eso también significó que me tenía que ir mal”, rememora.
Entre los pinchazos, cita el partido inaugural de la Liga del Fútbol Americano, la NFL Europe, entre los Barcelona Dragons y los England Monarchs en el Sadar, al que acudieron únicamente 4.000 personas.
Tres años antes, en 1995, organizaron dos pruebas de Mountain Bike indoor con Induráin, Rominger o Berzin, “que nos hicieron perder 120.000 euros de entonces. Sobre 20.000 tickets en Zaragoza y Granada, vendimos 3.000. Nos dimos un golpe muy potente y nos arruinamos”.
Entonces se preguntó: “‘¿Por qué nos ha ido mal? ¿Porque hemos sido unos descerebrados, o porque realmente este negocio no tiene salida?’”. Seguía pensando que tenía salida, así que insistió. “Estuve dos años sin aportar un céntimo a casa a final de mes, hasta que pagué todas mis deudas, y a partir de ahí como un tiro otra vez”.
En este tiempo, Carlos ha recibido propuestas para incorporarse al Real Madrid, Chelsea o el Mundial de Moto GP, que rechazó por dos motivos. En primer lugar, porque “defiendo mucho la parte creativa, y si me incorporo a una estructura mi creatividad se limita”. En segundo lugar, apostó por “estar cerca de mi familia”.
“Hacemos cosas muy pequeñitas, pero maravillosas, y también cosas gigantes, porque somos capaces de sumar muchos esfuerzos. En estos 35 años mi modelo no ha sido tener infraestructura, básicamente porque lo que hacemos es soñar cómo queremos hacer las cosas, pero he tenido que utilizar mucha para hacer que esos sueños fueran realidad”, dice.
“Hacemos cosas muy pequeñitas, pero maravillosas, y también cosas gigantes, porque somos capaces de sumar muchos esfuerzos"
Desde el primer momento “hablaba de industria del entretenimiento, un concepto que los americanos tienen muy claro. El Entertainment. Dentro de la palabra viene retorno, economía, posicionamiento... Aquí lo traducimos incorrectamente y parece que es el tiempo que nos sobra, y no es cierto. Creo que he sido pionero en ello, y la industria del deporte, entendido como espectáculo, merecía un reconocimiento porque ofrece un excelente retorno. Y ahora nadie pone en duda que eso es así”.