“Lo bueno de este barrio es que, por suerte o por desgracia, es inundable y no se ha urbanizado salvajemente como otros lugares. Somos el último pulmoncico verde de Pamplona, unos privilegiados. Y tenemos huertas que siguen vendiendo en la plaza como hace 200 años y abastecen a Pamplona”, dice Peio Iraizoz, que reside desde hace más de 40 años junto a la Casa de Conchas. “Si quieres ver gente haciendo deporte, ven por la Magdalena. Pamplona necesita un barrio así”, añade. 

El padre de Víctor Marturet, “de aquí de siempre”, llevaba la famosa tasca de las Moscas que abrió en el año 40. A Víctor le “encanta” la Magdalena. “Es un barrio estrafalario. No tiene un núcleo, es cada esquina. Está muy disgregado y es muy majo. Un barrio verde en el que todavía escuchas a los pájaros. Eso es agradable. Tiene sus problemas como todos los barrios. Y hay que solucionarlos. Que no creo que sea tan difícil”, opina. 

Luis Goñi pertenece a la cuarta generación de una familia que comenzó con el vacuno, se pasó después al caballar, suma cinco carnicerías de potro en la ciudad y sus ponis, amable reclamo para paseantes, configuran el paisaje de la Magdalena. Como el río o las huertas.

“Este barrio tiene muchas cosas buenas. Vivir aquí es un privilegio, estás a un paso del centro de Pamplona, sales de casa y ves naturaleza, puedes pasear por donde quieras... hoy en día eso es para valorar. Hay buena armonía entre vecinos y vives donde te gusta, que es lo principal”, defiende. “A ver en qué capital un ganadero puede escuchar las campanas de la catedral”, dice Peio. “Eso también te obliga a estar encima, tenerlo todo muy bien acondicionado y como dios manda. Que no es fácil. Ya que estás donde estás, qué menos”, responde Goñi.

Luis da de comer a los ponis ayudado por su nieto Álvaro en una imagen de 2020. Oskar Montero

Los tres repasan la vida, virtudes y carencias de un barrio de origen medieval a propósito del reciente anuncio del Ayuntamiento de Pamplona, con un plan, 10 medidas y un presupuesto de 400.000 euros para la Magdalena. 

Sin señales del barrio y primera partida presupuestaria

Peio, Víctor y Luis se reúnen frente al letrero de hierro que dan nombre al parque de la Magdalena. Una petición vecinal atendida. “Conseguimos que se llamara parque de la Magdalena. Es la primera vez que hay una señalización que habla de la Magdalena y que tiene visibilidad escrita. Toda Pamplona sabe dónde está el barrio, pero ninguna placa lo señalaba. El parque está en terrenos de la Magdalena. Ni se tenía que llamar Irubide, que no le correspondía, ni parque Camino de Santiago, que se empeñó Maya”, destaca Iraizoz. 

Respecto al anuncio del equipo de Gobierno, dice que “en más de 40 años es la primera vez que la Magdalena tiene una partida presupuestaria. No se hace nada, como mucho algún petacho en el asfalto. ¿En qué barrio de Pamplona pasa eso? ¡Que pagamos impuestos igual! Y si se ha hecho un parque no es para nosotros, es porque había que hacerlo y para toda Pamplona”, argumenta.

“El barrio está totalmente abandonado. Te lo puede decir cualquiera. Aquí nunca se ha invertido nada, tampoco en cuestiones sociales. No les han preocupado los problemas que podíamos tener y no ha habido voluntad de solucionar un problema social que existe. No es grave, pero existe. Dicen que es difícil, pero todo es difícil, y cuando se quiere se puede. Es un abandono casi institucional”, dice por su parte Víctor. 

“Hace poco tuvimos una reunión con el Ayuntamiento y parece que hay un dinero para gastar. Son buenos pasos. Parece que quieren escucharnos para hacer algo y que vamos por buen camino. Por lo menos nos han hecho un poco de caso los políticos para hacer cosas que creo que son necesarias para el barrio y para toda la cantidad de gente que pasea por aquí”, argumenta Luis.

Conexión con Txantrea: “Que nos devuelvan el camino”

Peio tiene muy claro dónde apuntar a la hora de reivindicar: “La petición principal es que nos devuelvan el camino que nos quitaron con el nuevo parque. Además sin pedir opinión a nadie. Siempre hemos tenido un acceso directo a la Txantrea, y queremos que sea como siempre. Tenemos el médico, escuelas, comercio, piscinas... todo en la Txantrea, y ahora tenemos que dar unos rodeos terribles cuando de mi casa hasta ahí hay 50 metros. Hoy tenemos una conexión mucho más fácil con Burlada que con la Txantrea. Y cuando viene gente que tiene que traer servicios, gasoil o lo que sea, se vuelven locos”, comenta.

“Nos venía muy bien, porque ibas a la Txantrea a comprar y ahora tienes que dar toda la vuelta. Tampoco es tanta distancia, de acuerdo. Pero si estaba bien, déjalo”, apunta Víctor. En el antiguo camino que conectaba ambas zonas ahora hay colocados unos pivotes para impedir el paso. “Dicen que solo los abren para emergencias. Para emergencias no, para siempre, que se pueda pasar como antes. No será tan difícil hacer una carretera como estaba, el camino que teníamos de salida”, dice.

Luis, Víctor y Peio, en el camino por donde antes accedían a la Txantrea, ahora cerrado con pivotes y habilitado solo para emergencias. Javier Bergasa

“No puedes incomunicar un barrio, es una salida histórica. Y cuando se inunda es el único paso que nos queda, el paso de emergencias. No, es el paso natural”, afirma de nuevo Peio. “No sé, pon un límite de velocidad. Pero que por lo menos los vecinos podamos pasar, y no solo cuando haya inundaciones. Se nos ha contestado muchas veces que es un parque y es peatonal. Y yo les respondo; la Avenida de Carlos III es peatonal y la cruzan seis carreteras. Aquí solo pedimos una. Igual si pedimos seis nos hacen caso”, añade. “Los jardines de la nueva zona de la Txantrea favorecen al barrio, le dan otra vista. Pero que devuelvan los accesos”, considera Luis.

Otras medidas: Zamarbide, pasarela, aceras

Sobre otras medidas para el barrio, a Peio le gusta la idea de una caseta en la zona de huertas “porque los vecinos no tenemos un lugar social, sería un aterpe que puede servir para reuniones”. Víctor pide “la reubicación de Zamarbide, por supuesto. Porque yo alguna vez tengo miedo con esa casa, estoy en la cama y pienso que se va a caer y va a ser serio. No sé, igual dicen los arquitectos que aguanta 100 años, pero en pleno Camino de Santiago... un tío que venga de Australia y entrando en una ciudad como Pamplona se encuentre esa casa...”, opina. Valora como positiva la intención de hacer una acera en el camino de Caparroso, “pero va a ser una cosa mínima, porque no hay espacio”. Y respecto a la pasarela junto al Club Natación, propone “una elevada para que no se quede ahí acumulada toda la mierda”.

Luis pone el foco en la zona de los ponis: “Siempre hay un montón de críos, familias... y es una zona por donde pasan coches, aunque solo está permitido el paso a vecinos. Hay una señal pequeña, pero la gente no hace caso y algún día va a haber un accidente. Yo pondría una cámara, como en el Casco Viejo, que la gente para pasar tiene que dar la matrícula, y si no le llega la multa. Pues aquí igual”.