Una fiesta de la pelota. Eso es lo que se vivió en el Atano III de San Sebastián. Los aficionados que asistieron ayer a la final del Cuatro y Medio se marcharon con la sensación de haber vivido un gran espectáculo con dos auténticos gladiadores en el frontón. Los seguidores de Irujo y de Barriola les animaron sin parar desde el inicio y acabaron uniéndose en un aplauso para los dos.

Una hora antes de comenzar el encuentro, los alrededores del Atano III estaban repletos de aficionados. Entre ellos se encontraban muchos personajes conocidos del mundo pelotazale como los manistas Apraiz y Mikel Beroiz o el ya retirado Mikel Unanue. También aficionados reconocidos como el restaurador donostiarra Martín Berasategui. Poco a poco se fueron acercando las distintas autoridades al frontón, como Patxi Mutiloa, del Gobierno Vasco, Jon Lasa, concejal de San Sebastián, o Isabel García Malo y Jose Javier Esparza acompañados por Jesús María Porrón, de la Federación Navarra de Pelota.

También se pudo ver en el frontón al alcalde de Leitza, Javier Zabalo, que fue a apoyar a su vecino Abel Barriola. Una vez acabó el primer partido del festival y saltaron los dos protagonistas a calentar, los aficionados comenzaron a animar sin parar. Diversas pancartas de apoyo a uno y otro adornaban las repletas gradas del frontón donostiarra. Estaba claro que la intención de los allí presentes era no parar de animar hasta quedarse afónicos.

Los seguidores de Barriola se vinieron arriba con la primera racha del de Leitza, pero los de Irujo no se dejaron amedrentar. "No sé si le estará pudiendo la presión" o "está nervioso, en cuanto se enfade arrancará", comentaban dos veteranos aficionados sobre Irujo. Y eso ocurrió, tras una reacción airada del de Ibero que fue reprendida por una buena parte del público del frontón, el navarro consiguió diez tantos sin parar y tanto él como sus aficionados se reactivaron. Mientras el navarro remontaba, la DYA atendió a un aficionado en la grada que pudo salir por su propio pié de las primeras filas del frontón.

IGUALDAD ABSOLUTA

Si el encuentro estaba igualadísimo en la cancha, no menos en la grada. Los aficionados de ambos contendientes se dejaban la garganta coreando el nombre de ambos por igual. Ninguna hinchada conseguía imponer su cántico por encima de la contraria. La fiesta era total.

Tras la remontada de Irujo, Barriola consiguió anotar un tanto que lo celebró con rabia, como lo hicieron muchos de sus seguidores en la grada. El encuentro era un toma y daca constante, algo que encantaba en la grada, cada vez más animada con ambos pelotaris. Poco a poco el partido se acercó a sus momentos más decisivos y la tensión se apoderó de la grada. Los aficionados de Irujo explotaban cada vez que el de Ibero conseguía algún tanto al igual que los de Barriola que, pese a la ventaja del actual campeón del Manomanista, todavía veían factible la remontada de su pelotari. Pero la txapela acabó en la cabeza de Irujo. Tras el último tanto, sus más fieles incondicionales saltaron a la cancha para abrazarle y celebrar con él su novena txapela.

Por supuesto, Irujo, como ya lo hizo tras llevarse el título del Manomanista, fue a buscar a su mujer Gemma y a su hija Arhane, que en su corta vida ya ha podido celebrar dos triunfos de su padre. Mientras tanto, Barriola se retiró unos segundos a los vestuarios tras felicitar al campeón. El campeón era el de Ibero, pero el frontón, ya sin distinciones entre aficionados de uno y otro, reconoció el trabajo de ambos con sonoras ovaciones. Cuando el de Leitza recibió el trofeo de subcampeón, el frontón se rindió a sus pies, lo cual emocionó al zaguero hasta rozar el llanto.

El momento cumbre llegó cuando Irujo, con su pañuelico rojo al cuello, se enfundó la txapela y los aficionados le dieron un merecido homenaje. A la salida del frontón, todos y cada unos de los cerca de 1.900 aficionados se marchaban con una sonrisa y con la sensación de haber estado en un gran partido, en una fiesta de la pelota.