abrá presupuestos en Navarra, y habrá presupuestos en Madrid. El Congreso y el Parlamento foral han dado esta semana el empujón definitivo al proyecto de gasto para 2021, que verá la luz antes de final de año y que garantiza la estabilidad de los gobiernos de Sánchez y Chivite. Al menos mientras llega la vacuna y se aclara el sombrío panorama económico previsto para los próximos meses.

Un punto de inflexión, la crónica de la semana de Ibai Fernandez

Un punto de inflexión, la crónica de la semana de Ibai Fernandez

Ambos cuentan además con mayorías muy similares que no están directamente vinculadas, pero que avanzan de forma paralela consolidando un bloque parlamentario cada vez más estable. De forma clara en Navarra, pero en cierto modo también en Madrid, donde a pesar de todo el ruido mediático en apenas una semana el Gobierno de PSOE y Podemos ha sacado adelante la nueva Ley de Educación y el primer proyecto de presupuestos en tres años.

El trámite de las Cuentas del Estado en el Congreso ha dejado además un aumento de la inversión en Navarra de 7,6 millones gracias a las enmiendas de PNV y, sobre todo, de EH Bildu. Una mejora del gasto importante, pero menor si se compara con los acuerdos alcanzados por otros grupos. Especialmente si se tiene en cuenta las inversiones acordadas para la CAV, donde una vez más los dos partidos abertzales han centrado sus prioridades.

El acuerdo deja en cualquier caso como principal novedad el inédito apoyo de la izquierda abertzale a unos presupuestos del Estado, que ni suponen un cambio de régimen ni avanzan hacia la república vasca, como han argumentado algunos de sus dirigentes. Y que entre otras cosas incluyen 62 millones para el TAV en Navarra. Pero que alejan a la derecha del poder y refuerzan la mayoría que facilitó la investidura de Sánchez. El acercamiento de presos, que oficialmente no se ha vinculado a la negociación pero que se ha gestionado de forma simultánea, completan el dibujo final de un cambio de estrategia en el que lo posible se ha impuesto a las proclamas, y que introduce a EH Bildu en el sistema partidista tradicional, algo que siempre implica contradicciones.

Un giro que ha venido facilitado por la disposición del PSOE a llegar a acuerdos que hasta hace apenas unos meses eran impensables. En poco más de un año los socialistas han pasado de vetar el diálogo con EH Bildu para reclamar su abstención en la investidura de María Chivite a normalizar su presencia en las instituciones, incluyendo a la izquierda abertzale en acuerdos sobre la gobernabilidad de España. Un escenario nuevo e incipiente, pero que abre la puerta a posibles alianzas en el futuro, tanto en Madrid como en Navarra.

La vía ha generado algunas críticas en el PSOE, al menos en su sector más clásico y conservador, que parece aguardar en los cuarteles de invierno un traspié de Pedro Sánchez para recuperar el control del partido. Algo que no parece que vaya a ocurrir a corto plazo. Los presupuestos garantizan la estabilidad en medio de la tormenta sanitaria, y el reparto de los fondos europeos va a servir para calmar algunas de las voces autonómicas que hoy se muestran tan incómodas. Con la opción de Ciudadanos sobre la mesa para compensar en el futuro la foto de la última semana, el presidente tiene todavía mucho margen para navegar.

Todo un alivio para el PSN, cada vez más convencido en su apuesta institucional. Las dudas que han mostrado algunos miembros del Gobierno de Navarra quedan ya disipadas en un juego de mayorías claro en el Parlamento foral. Las cinco fuerzas que apoyan los presupuestos han presentado más de 200 enmiendas por valor 10 millones con el compromiso de apoyarse mutuamente. No van a modificar las Cuentas Públicas de forma sustancial, pero sí van permitir a los partidos que sostienen al Gobierno atender demandas locales y cumplir con algunos compromisos pendientes. Y compartir la pedrea siempre supone una alegría.

En el reparto no participa Navarra Suma, una vez más fuera del juego presupuestario. Lo dejaba claro el portavoz del PSN, Ramón Alzorriz, el pasado jueves recordando a UPN que ya no es "un partido útil", al comprobar cómo en solo una semana la derecha ha pasado de ofrecer un apoyo sin condiciones al presupuesto del Gobierno de Chivite a profetizar las plagas de Egipto si finalmente se aprueba.

Un ejercicio de contorsionismo político previsible que desnuda el objetivo real de su mano tendida durante este último mes. Pero que sobre todo vuelve a mostrar la falta de rumbo de la coalición de Javier Esparza. La derecha sigue unida, pero cada vez más aislada y sin ningún margen de influencia en las políticas públicas a corto plazo. Son ya 6 años en la oposición, y le quedan otros dos años y medio más de travesía en el desierto. Por lo menos. Y esta vez Madrid tampoco va a venir al rescate.

Se despeja así el horizonte para los gobiernos de Sánchez y de Chivite. Tendrán presupuestos, los contagios se reducen y hay plan de vacunación. Solo queda confirmar la llegada de los fondos europeos, bloqueados todavía por los gobiernos de Polonia y Hungría, y de los que depende buena parte de la inversión pública de los próximos años. Pero parece claro ya que la legislatura será larga y que habrá tiempo para gestionar la recuperación económica. Las perspectivas empiezan a ser optimistas. Al menos más de lo que eran hace unos pocos meses.

La apuesta pragmática de EH Bildu implica apoyar unas Cuentas del Estado con 62 millones para el TAV

Por sexto año consecutivo UPN queda fuera de los presupuestos. Su influencia política cada vez es menor