la hora de patentar el intento quizá haya alguna discrepancia sobre quién fue el primero en plantearlo, porque el denominado bloque de izquierdas como alternativa que debate EH Bildu en asamblea general -telemática, por supuesto- ya fue propuesto por Elkarrekin Podemos en las últimas elecciones de 12 de julio de 2020. En cualquier caso, el proceso congresual de la coalición independentista que culminará a finales de mayo maneja como reflexión estratégica convertirse en alternativa al PNV en el tercio autonómico vasco. Esta aspiración, lógica en política, no es nueva, ya que la izquierda abertzale en cualquiera de sus denominaciones históricas siempre ha pretendido llegar a ser hegemónica. Hasta el momento no lo ha logrado, no ha conseguido desbancar al PNV de su superioridad institucional y puede que esa constatación lleve a EH Bildu a no disputarle la hegemonía exclusivamente en su mismo terreno.

Si, como reconocen sus portavoces, EH Bildu está dispuesta a asumir las máximas responsabilidades institucionales como alternativa a los jeltzales, no hay otro camino que reinventar una estrategia que lo haga posible. Para ello va a orientar sus esfuerzos en la creación y consolidación de un polo soberanista de izquierdas, alternativa que ya nos suena desde hace años y que concretan a base de tender puentes a Elkarrekin Podemos y al PSE. Una alternativa que supere el conservadurismo del PNV y su falta de voluntad para cambiar el actual marco jurídico político y para romper amarras con la Constitución y el Estatuto.

Cierto que la positiva proyección de los últimos resultados electorales marcan una persistente consolidación de EH Bildu como segunda fuerza y se entiende que aspire a liderar una alternativa a la ya prolongada supremacía del PNV. Liderarla, porque su implantación en el electorado está ya consolidada. Y extenderla a la unión de las formaciones que consideran de izquierdas porque sólo desde su cohesión podría ser realidad-

Así, de saque, parece complicada la ecuación por más que sea encomiable la determinación de EH Bildu de abrirse a otros sectores sociales, al universo urbano tantas veces hostil a su nicho tradicional de votos. Novedad, también, que la nueva estrategia proponga superar el esquema identitario clásico y acentuar los contenidos transformadores por encima de los parámetros ideológicos convencionales. Con estos planteamientos, pescar en los caladeros electorales de Elkarrekin Podemos pudiera tener posibilidades. Incluso el mensaje del bloque progresista podría convencer a votantes nuevos u ocasionales del PSE cuyas bases, a día de hoy, no parecen propensas a aceptar . El problema, y la complicación, es que según el esquema planteado en el debate precongresual, por más que EH Bildu proponga "desprenderse del estigma carlista", la nueva estrategia no se desvía de su objetivo: reactivar la Ponencia de Autogobierno encaminada al ejercicio del derecho a decidir. Es decir, como corresponde a un polo de izquierdas, pero soberanista y proyectado hacia la República Vasca..

No parece fácil, por el momento, que los eventuales socios estén suficientemente maduros para sumarse al proyecto, como pudo comprobarse en las elecciones de julio. No puede negarse el esfuerzo que los dirigentes de la izquierda abertzale están desplegando por ocupar el lugar institucional que creen les corresponde, pero no lo tienen fácil primero por las razones objetivas expresadas por otra opción mayoritaria, luego por innegables lastres históricos y, por último, por sus difíciles equilibrios internos.

No parece fácil que los eventuales socios estén maduros para sumarse al proyecto, como pudo comprobarse en julio