El actual Gobierno de Pedro Sánchez se ha caracterizado en estos tres años de legislatura por su agitada discusión interna, que ha derivado en fuertes tensions y discrepancias abiertas sobre temas muy diversos. Si bien es cierto que la tesitura externa no ha acompañado al gabinete español, con una larga pandemia y una guerra a las puertas de Europa, a nivel interno la imagen ha sido de un lío tras otro.

La fórmula de coalición no se daba en el Estado español desde tiempos de la II República y los inicios suelen ser complicados en esta fórmula ejecutiva pero, una vez concluido el rodaje inicial, los choques internos se han ido produciendo e incluso han ido a más en algunos ámbitos. Influye aquí el afán de los dos partidos por marcar perfil propio; sobre todo en Unidas Podemos al ser el socio minoritario.

Sin embargo, la última división interna, la de la conocida como ley del solo sí es sí, parece que se ha pasado de frenada en el cálculo político y ha alcanzado límites imprevistos y cuyas consecuencias son todavía díficiles de vislumbrar. Pedro Sánchez y Yolanda Díaz reiteran por activa y pasiva que la coalición no se va a romper y que agotará el último año de legislatura, pero las costuras están ya al límite y lo ocurrido con esta norma parece que está agotando la paciencia tanto de los socialistas como de los morados.

De momento, nada apunta a que las cosas se puedan encauzar entre las dos formaciones y todo apunta a que, como mucho, se llegará a un escenario de discrepancia pactada en el que Unidas Podemos no respaldará en el Congreso la iniciativa del PSOE para reformar la ley. Un escenario de negociación y acuerdo de los dos partidos para cambiar la norma se antoja muy remoto, a pesar de los llamamientos de Yolanda Díaz al diálogo.

La vicepresidenta segunda trata de ejercer de mediadora entre Ferraz y Podemos y se afana en calmar los ánimos y mimar la coalición pero, en polémicas como la del solo sí es sí, su postura no ha tenido mucho predicamento y en Unidas Podemos se escuchan más las voces de Irene Montero y Ione Belarra, al menos en lo que respecta a temas sociales y de igualdad.

La salida de Pablo Iglesias de Moncloa en 2021 parecía que podía propiciar una relación más fluida por las formas más calmadas de Yolanda Díaz en comparación con el anterior líder de la coalición de izquierdas, pero tanto Montero como Belarra han mantenido el espíritu combativo, y la figura de Iglesias sigue teniendo presencia mediática constante, con sus opiniones en su podcast y en las redes sociales.

A este respecto, el pasado martes en la rueda de prensa tras el Consejo de Ministros, Yolanda Díaz dejó un recado poco disimulado a Belarra y Montero al trasladar que “las formas son clave” en política y, para negociar este tipo de cuestiones tan delicadas, “sin ruido se trabaja muchísimo mejor”.

De esta manera, la líder de Unidas Podemos reiteró su llamamiento a cuidar la coalición y tratar de blindarla de choques internos y polémicas, y reclamó actuar con “discreción” en lo relativo al solo sí es sí. “A veces las formas son más importantes que el fondo”, concluyó la vicepresidenta.

A decir verdad, existe una comisión de seguimiento de la coalición que debería servir para abordar este tipo de desencuentros y discrepancias, pero todo apunta a que es una herramienta decorativa que únicamente se ha reunido en cinco ocasiones a lo largo de la legislatura. Todo ello a pesar de que las polémicas internas han sido numerosas y por cuestiones de lo más diversas, desde el envío de armas a Ucrania a la reforma laboral, pasando por los escándalos de Juan Carlos I o, muy recientemente, la Ley de Bienestar Animal.

La dificultad de rentabilizar

Así las cosas, la imagen del Ejecutivo español ha pasado más al primer plano por sus líos internos que por su acción de Gobierno. Aún cuando los datos económicos acompañan y Sánchez ha logrado importantes hito incluso a nivel europeo –como el tope al gas para España y Portugal– a Moncloa le cuesta sobremanera rentabilizar sus éxitos. En ese sentido, la derecha aprovecha dichas debilidades y discrepancias para crecer en las encuestas y, aunque queda casi un año para la convocatoria de las generales, las perspectivas en este momento para la coalición no son demasiado halagüeñas.

Otros choques en la coalición

  • Juan Carlos I. La marcha del emérito a Abu Dabi en 2020 fue atada entre Sánchez y Casa Real, pero no se informó a la parte minoritaria del gabinete, para enfado de esta.
  • Reforma laboral. Los morados tuvieron que ceder tras un intenso choque y renunciar a que se derogara por completo la ley de Rajoy.
  • Ucrania y OTAN. Otra de las diferencias notables ha sido sobre el envío de armas y las críticas de UP a la cumbre de la OTAN en Madrid.
  • 'Ley trans’. Aquí Podemos se llevó el gato al agua con la aprobación de la norma de Igualdad, a pesar de las fuertes reticencias de un sector del PSOE liderado por Carmen Calvo.
  • Bienestar animal. Este desencuentro hay ido casi a la par que el del ‘solo sí es sí’ y es relativo a la inclusión o no de los perros de caza entre las razas protegidas, lo que se dirimirá en el Senado.