Tras una semana de idas y venidas y 24 horas de intercambios a contrarreloj, UPN y PP concurrirán en dos listas separadas a las elecciones generales. El plazo para la presentación de coaliciones acaba de expirar sin que ambas partes hayan podido llegar a un acuerdo.

Es algo inédito en la larga historia compartida entre regionalistas y populares, que ahora han sido incapaces de llegar a un acuerdo tras meses de guerra civil a cuenta del caso Sayas-Adanero y el desmembramiento de la coalición Navarra Suma. Pero no han sido cuestiones ideológicas o programáticas las que han frustrado la alianza, sino una falta de acuerdo por el número de puestos a repartir entre ambos en medio de un clima hostil.

La ruptura quedó prácticamente zanjada el viernes al mediodía, cuando Javier Esparza recibió la respuesta del PP a la propuesta que el regionalista lanzó el jueves por la noche: lista conjunta, pero con los dos primeros puestos al Congreso para UPN. Como en 2016. Los populares contrarrestaron con otra propuesta: la del 2011, donde se produjo un reparto 1-1 entre ambos.

Esparza lo aclaró en la Cope, con su estilo tosco: “Ellos sabrán”. “Parece que Feijóo no puede firmar lo que firmó Rajoy en dos ocasiones y Pablo Casado en otras dos”, reflexionó. El presidente de los regionalistas se basó en los últimos resultados de las forales –donde UPN casi cuadruplicó al PP– para apuntar que la contrapropuesta del de los populares “no representa lo que es la realidad de Navarra”, en comparación con la “generosidad y responsabilidad con la que está actuando UPN”.

No es la primera vez que ocurre. Esparza planteó un acuerdo difícil para el PP, para así poder decir que él por lo menos lo intentó. Es la batalla del relato. Pero el PP tampoco tenía fácil aceptar de partida un acuerdo que le deja sin presencia en el Congreso por Navarra, porque para eso vale más intentarlo en solitario en un contexto general de subida por parte de los de Feijóo.

Obviamente, Esparza era consciente de todo esto cuando dijo que UPN ya estaba “trabajando en concurrir en solitario” después de haber hecho “un gran esfuerzo”. “Si el PP no la quiere, concurriremos en competencia y que Dios reparta suerte”, dijo.

Frentes abiertos

No es un acuerdo redondo para ninguno de los dos. UPN viene de firmar un buen resultado en las elecciones autonómicas, pero las generales son distintas. La campaña se va a polarizar como en pocas ocasiones entre Sánchez y Feijóo. Y ese contexto, en la derecha, no es bueno para ninguna sigla que no sea la del PP. De ahí que en UPN, en algunos sectores, se haya hablado –aunque con sordina– de la conveniencia de un acuerdo con el PP. La alianza pelearía por dos escaños y las buenas previsiones amortiguarían toda la guerra anterior.

Pero la partida seguirá a partir del 24 de julio y el escenario de Esparza es Navarra, donde una alianza con el PP podría restar libertad a sus movimientos.

Si Sánchez sale muy tocado de las urnas y los regionalistas consiguen representación, igual es la última posibilidad de Esparza para intervenir Navarra. Por mucho que diga que quiere que Feijóo sea presidente. Son posibilidades –si se quiere remotas– en un panorama que en cualquier caso no parece demasiado halagüeño para el regionalismo, después de los abandonos del PRC y Foro Asturias para las próximas generales.

Tampoco era sencillo un acuerdo en el que de por medio quedan Sayas y Adanero, ahora en el PP y con aspiraciones de volver al Congreso.

En cualquier caso, la decisión ya está tomada y la derecha concurrirá separada al 23-J.

El acuerdo de 2011

El acuerdo de 2015 y 2016