La libertad de expresión es uno de los derechos fundamentales de la Constitución española de 1978. Está recogida en su artículo 20. Y dice reconocer y proteger los derechos “a expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio de reproducción”. Y sigue apelando a defender “la producción y creación literaria, artística, científica y técnica, a la libertad de cátedra y a comunicar o recibir libremente información veraz por cualquier medio de difusión”. Pero hay ocasiones en la aplicación de la norma queda en un limbo de claroscuros. En más oscuros que claro, en todo caso. Ejemplos hay a puñados. De hecho, resulta inaudito que cuatro décadas después de su aplicación, el debate vuelva a salir a la palestra en campaña electoral. Así ha sido en el caso del sector cultural estatal, que se ha visto abocado a levantar lo voz sobre una censura que vienen aplicando los gobierno municipales, provinciales y autonómicos de PP y Vox.

Lejos de entonar el mea culpa, la ultraderecha sigue advirtiendo que, allí donde tengan las competencias, harán lo que les parezca y apetezca. Y en medio de la guerra, el ámbito cultural vasco sigue desde la trinchera pensando que “nada ha cambiado”. Quien así habla es el actor Ramón Barea, que durante su larga trayectoria se ha visto involucrado en miles de batalla culturales. En Euskal Herria y en el Estado. Siempre, eso sí, bajo la bandera de la libertad.

Los hechos más recientes son los siguientes: personalidades de la cultura lamentaron la semana pasada “el retorno de la censura”. Los hechos que desencadenaron la polémica fueron los últimos acontecimientos en la Comunidad de Madrid (Valdemorillo) o en Castilla y León (Briviesca, Burgos) –con cancelaciones de obras de teatro de Virginia Woolf (Orlando) y de Alberto Conejero (El mar: visión de unos niños que no lo han visto nunca), respectivamente–; o la suspensión de la emisión de la película infantiles de Disney Pixar Lightyear en Santa Cruz de Bezana, en Cantabria, eliminada por un breve beso de saludo entre dos mujeres. A ello se sumó la petición de Vox de retirar La villana de Getafe de Lope de Vega en la ciudad madrileña... La lista de quienes han respondido a este recorte de derechos es larga. Desde Pedro Almodóvar a Aitana Sánchez-Gijón, de Andreu Buenafuente a C. Tangana, de Juan Diego Botto a Alba Flores, centenares de creadores de diferentes generaciones se unieron hace escasas fechas en un comunicado remitido vía redes sociales bajo el título “stop censura”. Los agentes de la cultura apuntaron que “ante esta increíble situación por la que están pasando las artes escénicas y la música en la que se están produciendo cancelaciones de espectáculos y actuaciones musicales en todo el Estado, motivadas únicamente por criterios partidistas y políticos”. E incidieron en que “las y los profesionales del mundo de la cultura queremos denunciar el retorno de la censura que está atentando contra la libertad de expresión, un derecho consolidado social y democráticamente en nuestra Constitución. Exigimos la protección de nuestros derechos fundamentales porque sin cultura no hay democracia”.

De hecho, la resonancia de la denuncia de los artistas fue aún mayor cuando se sumaron numerosos colectivos , agrupaciones y compañías como el Centro Dramático Nacional, la Compañía Nacional de Teatro Clásico, la Academia de las Artes Escénicas de España, la Unión de Actores y Actrices, la Fundación SGAE...

Similar paso dieron el ministro de Cultura, Miquel Iceta y la vicepresidenta del Gobierno y aspirante a presidenta de Sumar, Yolanda Díaz, quienes echaron mano de Twitter para sumarse a la reclamación. El asunto traspasó el ámbito cultural para dar el salto al ruedo político. Por su parte, Podemos afirmó en sus redes sociales que “primero van a por las obras y las ideas. Luego irán a por todas las personas que las defiendan. Sin cultura no hay democracia. Ni un paso atrás frente a la censura de PP y Vox”.

Punto de vista vasco

En la larga lista de creadores culturales que suscribieron el manifiesto también había un buen número de vascos y navarros, nombres como Montxo Armendariz, Asier Etxendia, Unax Ugalde, Anabel Alonso o Fermín Muguruza, por ejemplo. Este último rememoró la situación de “Pablo Hasel en la cárcel, Valtonyc en el exilio, intento de boicot en los Goya por mi presencia... revisitando Bertold Brecht, y sí, ya es hora de organizarnos y pasar a la acción en efensa de la libertad de expresión”, según aseguró vía Twitter.

Pero quién puede hablar largo y tendido sobre censura es Ramón Barea. Actor, dramaturgo, director de teatro y realizador cinematográfico, el bilbaino fue premio nacional de teatro en 2013. Y ha coleccionado una extensa carrera, ya sea en escenarios de Euskal Herria como en el Estado. Asegura “haberlas visto de todos los colores” durante su trayectoria, hasta el punto que distingue hasta tres etapas bien diferenciadas a lo largo de los años: una primera, en el franquismo, “aquellos tiempos, los últimos coletazos de la dictadura, en los que había que acudir a la delegación del Ministerio de Información” a validar cualquier tipo de obra antes de ser publicada o emitida.

Después vino una época posterior, en democracia, “en la que había que andarse “con mucho ojo ante la actitud beligerante de las fuerzas más reaccionarias en el Estado, ya que a la mínima te jugabas el pellejo –recuerda vivamente una caravana realizada en Madrid en defensa de Els Joglars, donde los actores Loli Astoreka o Álex Angulo fueron golpeados–”, los que provocó que algunos optaran por la “autocensura como mecanismo de defensa”; y una última etapa, “en la que parece que retrocedemos atrás y en la que dos formaciones –PP y Vox– “utilizan la instituciones locales y autonómicas para decir lo que es correcto o no, lo que tiene que verse o no”.

Pero “lo más escalofriante de todo esto que estamos viviendo en los últimos tiempos”, a juicio de Barea, “es que esas opciones políticas estén sustentadas por “una parte de la sociedad española”, por millones de votos “que vienen a apoyar los que propugnan estas dos formaciones. Si lo hacen es porque saben que tienen ese apoyo”. Es más, el bilbaino avanza que , de llegar la ultraderecha al Gobierno, “la situación puede que se convierta en pan de cada día”. “Me asusta”, reconoce, a la par que llama a que “el sector tiene que reaccionar pronto”, tal y como lo hicieron en anteriores ocasiones.

En lo que respecta a las recientes cancelaciones en varias localidades de Madrid o Cantabria, Barea asegura que PP y Vox ejercen de “francotiradores” que aprovechan “sus parcelas de poder en pueblos, provincias e incluso autonomías” para censurar “a diestro y siniestro. Y lo hacen revistiendo el asunto de legalidad, como si su palabra fuera misa”. Frente a ello, “la única opción posible es que el sector cultural muestre su hartazgo”, que pongan pie en pared “y se rebele”. Y otra de las claves en la lucha contra las cancelaciones de actos culturales debería de ser, a su juicio, “que los consumidores de cultura, el público que acude a representaciones, a conciertos, al cine o a los espectáculos, siga haciéndolo”. No en vano, la única herramienta que puede luchar contra la censura es la cultura.

Los últimos casos

  • Briviesca (Burgos) retira la obra ‘El mar: visión de unos niños que no lo han visto nunca’. Coescrita por Xavier Bobés y Alberto Conejero, la obra es un homenaje a un maestro de escuela rural fusilado en la Guerra Civil por republicano. Tenía prevista su representación en Briviesca este 15 de julio, pero al alcalde del municipio –José Solas, del PP– alegó “motivos de seguridad, técnicos y económicos” para cancelarla.
  • Bezana (Cantabria) opta por suspender la película ‘Lightyear’ por aparecer dos mujeres besándose. La localidad cántabra, gobernada por PP y Vox y cercana a Santander, opta por eliminar la película infantil Lightyear, de la saga de Toy Story, porque en ella aparece dos mujeres besándose. A juicio de Santiago Abascal, dirigente del partido de ultraderecha, la cinta “está sexualizando a los niños a una edad tempranísima”.
  • Getafe Vox pide censurar ‘La villana de Getafe’ de Lope de Vega por sus “insinuaciones sexuales”. La cuestión de la censura no sol afecta a las pequeñas localidades, también a las grandes ciudades. En Getafe (Madrid), denunció que la delegación de Cultura del Ayuntamiento –del PSOE– subvencionara con 4.400 euros La villana de Getafe, de Lope de Vega, para financiar su organización y reclamó su retirada por las “insinuaciones sexuales” de la misma.
  • Valdemorillo (Madrid) censura la obra feminista ‘orlando’ de Virginia Wolf. La compañía Teatro Defondo denunció un “veto ideológico” a su versión teatral de la obra Orlando de la autora británica Virginia Woolf, que llegó a estar nominada como mejor adaptación teatral a los Premios Max en 2019. La entrada de Vox en el gobierno municipal, que está dirigido por el PP, parece estar detrás de la decisión.

La reacción de Vox

La respuesta de la formación de ultraderecha fue la siguiente: “Donde tengamos la competencia de cultura haremos lo que nos plazca”, advirtió Santiago Abascal. Vox optó además por echar más leña al fuego de la polémica: “Es verdaderamente sorprendente que la izquierda que censura canciones y que establece la dictadura de la corrección política nos diga a nosotros que censuramos”.