La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, aseguró que Madrid tiene “la mejor sanidad pública de España”, al tiempo que defendió no haber trasladado a ancianos de las residencias a los hospitales durante la pandemia de covid. “No se salvaban en ningún sitio”, manifestó la dirigente del PP durante una bronca sesión plenaria con Más Madrid por las muertes de los residentes en 2020 en la Asamblea madrileña.

El encontronazo vino a consecuencia de las preguntas formuladas por la parlamentaria Manuela Bergerot, la portavoz de Más Madrid. “¿No hicieron nada mal? ¿Entonces es que lo volverían a hacer?”, le preguntó Bergerot al Gobierno, tras recordarle las 7.291 muertes de ancianos que no fueron trasladados desde sus residencias a los hospitales en lo peor de la pandemia del coronavirus.

“Cuando una persona mayor estaba gravemente enferma, con el covid, con la carga viral que había entonces, no se salvaba en ningún sitio”, se escudó Ayuso.

La polémica respuesta de la presidenta se produjo después de que Manuela Bergerot afirmara que los “protocolos de la vergüenza” condenaron a morir a “miles de mayores sin ir al hospital” y leyera en el hemiciclo parte de las actas de la Policía Municipal de los primeros meses de la pandemia en las que se afirma que si se hubiera derivado “a los residentes al hospital no hubiera habido tantos fallecidos”.

150 querellas abiertas

“Tienen el descaro de presumir de que un juzgado de Parla ha archivado su causa, cuando tienen más de 150 querellas abiertas”, continuó Bergerot. “No hicieron nada mal? ¿Entonces es que lo volverían a hacer?”, preguntó antes de responderse: “No me lo diga a mí. Dígaselo a los familiares de los 7.291 mayores que murieron sin ir al hospital por culpa de sus protocolos. Más pronto que tarde habrá justicia”.

El dato de 7.291 muertos al que se refiere Bergerot procede del diario InfoLibre, que analizó las muertes por cualquier causa dentro de residencias madrileñas en los meses de marzo y abril de 2020. Fue en esos meses cuando los protocolos hicieron mayores estragos. Conforme los hospitales liberaron camas, los geriatras dejaron de actuar de filtro y los residentes enfermos volvieron a ser admitidos, aunque esa situación varió de un hospital a otro.

Según un análisis que publicó El País, en toda la primera ola (de marzo a junio de 2020) murieron 11.389 mayores que vivían en residencias, de los cuales 8.338 (el 73%) no fueron trasladados a un hospital.