Fue el de Castejón un elocuente recibimiento hace 130 años. Los diputados forales de Navarra, según explica el historiador Josu Chueca, habían acudido pocos días antes a Madrid a entrevistarse con el ministro de Hacienda, Germán Gamazo, y regresaron disconformes y descontentos con la modificación hecha al artículo que había originado la primera fase de la Gamazada en la primavera de 1893, “en contra de la foralidad navarra”. 

Al recibimiento tributado a estos diputados, se sucedieron otros en diferentes estaciones hasta llegar a Pamplona, pero “el más significativo en la Ribera fue el de Castejón”. Un nudo ferroviario importante, donde se presentaron “vizcaínos, catalanes y muchos navarros”. Entre ellos, Sabino Arana , su hermano, y un grupo de bizkaitarras.

Chueca, que fue profesor de la UPV/EHU, hoy ya jubilado, destaca al analizar la Gamazada el papel de euskaros, napartarras y euskaldunes, la relación entre los segundos con los bizkaitarras y gipuzkoarrak, o las inscripciones en euskera en el Monumento a los Fueros, con afirmaciones sobre nuestra vasquidad.

UN PROCESO

Para otro historiador, Aitor Pescador, es necesario recordar la Gamazada como “llamada de atención” frente a la “nueva ruptura del pacto” que a su juicio pretendía hacer el Estado. “No sería la última”, apostilla. Según Pescador “fue un momento de decir basta dentro de las posibilidades que tenía Navarra en ese momento de exigir algo”. A su juicio, la manifestación en Pamplona de 1893 y este recibimiento en el 94 fueron “la culminación de un proceso que se venía acumulando desde mediados del siglo XIX”. Una “fractura” para Navarra a partir de 1841, con la denominada Ley Paccionada, “en realidad pactada por una minoría liberal navarra sin el concurso de la representatividad existente, que en ese momento debieran haber sido las Cortes, que no se reunieron para analizar dicha ley. “Tampoco hubo una autodisolución de las Cortes aceptando ese nuevo pacto, y se destruyó todo el edificio foral existente hasta entonces”. Pescador destaca que Navarra dejó de ser reino en 1841, pleno siglo XIX, y comenzó a ser una provincia foral. 

Según Pescador, “siempre va a existir una tensión entre el Estado y el modelo foral autonómico existente”, porque “un Estado liberal, aunque democrático, es centralista”, “su necesidad es conformar una unidad”, y “buena parte de sus habitantes entiende que el centralismo es la mejor manera hoy día para mantener la unidad del Estado”. Según este historiador de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, “seguimos siendo una anomalía en un Estado liberal e incluso en Europa”, lo que requiere pedagogía. Pescador entiende que si se diluye y opaca el asunto, o queda reducido a la política, alejado de la sociedad, el centralismo gana.

TRANSVERSAL

Pescador recuerda que en la Gamazada “hubo una implicación social, una transversalidad, las gentes de muchos pueblos de Navarra, ya fuera labradores, orfebres o abogados de Pamplona reaccionaron”., lo que le lleva la pregunta pregunta de si hoy “se tendría la misma reacción ante una disposición del Estado a cambiar el sistema foral unilateralmente”. 

A juicio de este historiador, el actual modelo educativo está “diluyendo” la conciencia de foralidad navarra. “Hay una identidad que defender”, concluye, “y la podemos perder por dejación de funciones”, pues “el Estado siempre va a estar esperando a una debilidad”. “Imaginemos que hubiese ganado Ciudadanos, o que gana Vox”, plantea Pescador, “tendríamos un problema muy gordo”, y una acción unilateral del Estado para cambiar este modelo”. “No digamos que no puede pasar”, remarca acogiéndose a la historia. “Si desde aquí no tenemos una clara conciencia de lo que somos y debemos ser, un día nos daremos cuenta de que la educación o la sanidad nos la están dirigiendo desde Madrid, e igual no nos gusta, pero ya será tarde”.