Hay un grito que empieza a ser un clásico de las fiestas de Santa Ana de Tudela: puta Pamplona, Tudela capital. La última vez que lo escuchamos fue en el segundo día de fiestas, a la salida de los toros, como cúlmen a un horroroso Cara al Sol entonado por un grupo pequeño de chavales –ninguno por encima de los 20 años–.

El grito puta Pamplona, Tudela capital puede ser simplemente una provocación más, pero la duda es si tras el insulto existe un agravio real, un ambiente de resentimiento contra Pamplona, capital lejana para una ciudad muy distinta en muchos aspectos. Este periódico pregunta a dos sociólogos si, más allá de lo puntual, existen razones que explican la distancia más allá de los kilómetros.

Contexto histórico: dos ciudades distintas y el trasfondo de la Gamazada

Existe un trasfondo histórico. Hay que volver atrás, hasta 1894. Hasta los tiempos de la Gamazada. El episodio, hoy, es un símbolo de rebelión cívica a favor de la autonomía foral. En su día, además, tuvo otros réditos, como apunta Ricardo Feliú, doctor en Sociología, profesor de la UPNA y experto en sistema político navarro y sociología cultural. “La Gamazada fue un movimiento social, pero alentado en parte desde una institución nueva, que no existía, y que nació a partir de la Ley Paccionada: la Diputación”. La Diputación necesitaba un mito fundacional, cargarse de legitimidad ante su pueblo, comenta.

Ricardo Feliú: “La historia de Tudela es muy distinta a la de Pamplona desde el siglo XIX, y eso marca” Patxi Cascante

Salió bien. Gamazo dimitió –por otros motivos, a priori– y Navarra cobró la cabeza. La Diputación se consagró como el gran órgano de poder foral, ya indiscutible. Y estaba en Pamplona, no en Tudela. A partir de ahí comienza una historia de “desbalanceamiento” a favor de Pamplona. Tudela, “mucho más liberal-progresista” durante el XIX, ve que la tradicional Pamplona decimonónica será quien tome las decisiones. Y eso generó ya reparos.

Represión franquista: la tierra castigada

Otro antecedente: el golpe de Estado del 36. La historia fue muy distinta en Pamplona y en Tudela. La capital fue centro de operaciones de la rebelión militar. La ciudad ribera, cabeza de la zona reprimida. Tampoco fue casualidad. En la Ribera, las izquierdas tenían presencia por la reforma agraria republicana. El profesor Pedro Barruso recuerda que en Tudela ganó el Frente Popular. Gran parte de los 1.757 represaliados durante ese verano en Navarra –según los cálculos de Altaffaylla Kultur Taldea– murieron en la Ribera. El de Aquiles Cuadra, exalcalde de Tudela, fue un crimen –fusilado tras juicio sumarísimo– que marcó la localidad. Y no hay una equivalencia semejante en Pamplona.

Una ciudad más homogénea: clima, lejanía, euskera

Aparte de la histórica, hay motivos geográficos. Pamplona y Tudela están muy lejos la una de la otra: 94 kilómetros de distancia física que explica, en parte, la distancia sentimental. “Siempre digo que el clima identifica mucho a la Ribera y a Tudela”, reflexiona Manolo Rodríguez, decano del Colegio de Sociólogos de Navarra y también ribero de origen. Tudela está en un corredor natural más árido que desemboca en el Mediterráneo, adonde le lleva el río padre peninsular. Pamplona es una capital del norte, verde, rodeada de montañas. Paisaje y clima distintos, gentes distintas. Pamplona pilla incluso un pelín más lejos que Zaragoza –a 80 km por la autopista–. No deja de ser un detalle, pero en el cohete de las últimas fiestas de Santa Ana el tiro de cámara de este periódico pilló en varias fotos una bandera española con el escudo del Real Zaragoza, algo impensable en el chupinazo de Pamplona.

Manuel Rodríguez: “Son dos ciudades muy distintas que comparten el mismo territorio” Unai Beroiz

Nada es casual. Tampoco los datos sobre euskera, muy, muy minoritario, “aunque haya una ikastola en Fontellas” y se hayan dado pasos, recuerda Rodríguez. Tudela es la capital de la Navarra no vascófona en virtud de la zonificación lingüística, quizá la ley mejor hecha desde el prisma del regionalismo de derechas. La estadística navarra sitúa la tasa de vascoparlantes de Tudela en el 1,6%. En Pamplona, el dato roza el 12%. “Clima, cultura económica y lejanía con lo vasco son comunes. Dos tierras distintas bajo el mismo territorio. Y eso que gusta mucho la pelota”. 

Cuando Pamplona no es la referencia: bienvenidos a la ‘república’ del Ebro

Dice Feliú que a él le gusta hablar de un concepto territorial que es la república del Ebro. “Tiene sus propios movimientos migratorios, su particular músculo económico, sus condiciones sociales...”, enumera.

En Navarra abarca mucho territorio, desde las zonas más noroccidentales –San Adrián, Lodosa– hasta la salida sureste, ya en Aragón: 90 kilómetros, de Mendavia a Buñuel. Tudela es la capital y la referencia de un territorio con reglas no escritas. “Suele ser normal que la gente se desplace de una localidad a otra dentro del mismo eje. La referencia no es Pamplona”, explica Feliú.

Esto ha configurado la realidad social de la ciudad, que tiene una población migrante “más homogénea” que en Pamplona, según Rodríguez. El Ebro, sus huertas y sus empresas agroalimentarias –la industria con sueldos más bajos– atrajeron a muchos inmigrantes del norte de África. “En Pamplona la inmigración es más heterogénea”, apunta Rodríguez, algo normal por el efecto capital, porque es más grande y porque tiene más diversidad laboral.

El peaje de la AP-15 a la altura de Marcilla, para algunos la verdadera frontera con la Ribera sur. Javier Bergasa

El lastre de la A-15: el peaje de Marcilla, la peor frontera

Suele decirse, en círculos de amigos, que la verdadera frontera de Navarra es el peaje de Marcilla. Lo sufren sobre todo los del sur, porque todos los tudelanos tienen que ir a Pamplona de vez en cuando y muchos pamploneses nunca han visitado siquiera la capital del Ebro. El eterno peaje es otro de esos símbolos de la distancia que ha derivado en desapego, en pereza añadida por el desplazamiento. Las peticiones para levantarlo son un clásico entre los políticos riberos. La realidad es más complicada, y tiene responsables. Fue un Gobierno de UPN-PP el que en el año 1997 acordó ampliar la concesión de la vía hasta junio de 2029. Años más tarde, en 2003, Aznar privatizó el 50% de la Autovía –que pertenecía al Estado– y hoy está en manos de un megagrupo que, por supuesto –y con toda legitimidad–, lo que quiere es hacer negocio. 

Política: más izquierda-derecha, menos soberanismo

Los expertos en comportamiento electoral saben que de Pamplona hacia el norte, el voto se parece bastante a como vota la Comunidad Autónoma Vasca. De la Zona Media hacia la Ribera, el comportamiento es muchísimo más parecido al del resto de España.

No es casualidad y responde a un ecosistema político distinto. “Por decirlo de alguna manera, el eje político en Tudela está mucho más orientado hacia la izquierda-derecha, sin tanta influencia del nacionalismo vasco”, asegura Rodríguez.

Basta ver la composición del pleno: mayoría absoluta de UPN; Contigo Navarra tiene siete concejales; el PSN, tres; y el PP otro. Ni rastro de EH Bildu o Geroa Bai, que en Pamplona gobiernan.  

El caso de Toquero (UPN): cuando el agravio da votos

Esta tensión entre ciudades ha cogido un nuevo vuelo desde 2019. En las elecciones de aquel año la derecha concurrió unida bajo la marca Navarra Suma y resultó alcalde, con mayoría absoluta, un tipo prácticamente desconocido: Alejandro Toquero.

Hoy es vicepresidente de UPN en virtud de un pacto de no agresión con Cristina Ibarrola, presidenta del partido, y gestiona su segunda mayoría absoluta en la ciudad ribera, donde tiene predicamento, en parte, por haber sabido explotar ese discurso de tensión entre su ciudad y Pamplona.

Sirva de ejemplo que hoy es el día en el que la carta de capitalidad para Tudela sigue siendo un argumento político para UPN. Da igual que el sistema de financiación haya cambiado mucho y hoy resulte poco útil hablar de la carta de capitalidad. Es un macguffin perfecto para el discurso del agravio. Ocurrió lo mismo hace un tiempo, cuando Toquero se hizo eco de insinuaciones y rumores para alimentar la idea de que el Gobierno de Navarra iba a levantar el campus de la UPNA en Tudela. “Hay unos juegos políticos, por llamarlo de alguna manera, que insisten en alimentar estas brechas de manera artificial con objetivos político. Y Toquero juega mucho a esto”, reflexiona Rodríguez. “Lo malo de esto es que esta historia sabes dónde empieza, pero no cómo acaba”. 

Indicadores económicos: la peor brecha

Es la brecha de la que primero hablan todos los expertos. La estadística fría es elocuente: los vecinos de Tudela tienen menos renta por hogar, peores salarios y más riesgo de pobreza que los vecinos de Pamplona. No se puede hablar de una distancia abismal. Pero existe. La renta neta media por hogar es de 37.965 euros, por debajo de la media navarra –40.700 €– y peor que la de Pamplona, que es de 41.183 €. El sueldo bruto medio de un pamplonés nacido en la capital es de 32.900 €; el mismo parámetro para un tudelano nacido en la capital de la Ribera es de 28.300 €.

Es bastante distancia, y habla de toda una red industrial y cuál es el músculo económico real de un pueblo. La brecha salarial por sexo es mayor, y aunque el índice Gini –que mide la desigualdad dentro de las propias sociedades– es bastante parecido en ambas ciudades, Tudela tiene más riesgo de pobreza –26,5 contra 22,3– que Pamplona.

Son indicadores que avalan la sensación de parte de la ciudad del Ebro: que Tudela está un poco peor, que todo se lo lleva la capital, que existe un centralismo de servicios. A Pamplona, al médico, se ha dicho siempre en Tudela. “Eso alimenta una sensación de agravio que también es habitual es las segundas ciudades de provincia”, apunta Rodríguez. 

Ciudad y merindad: Tudela no es (toda) la Ribera

Algo en lo que coinciden Feliú y Rodríguez es en que este fenómeno de tensión entre Tudela y Pamplona se da, a menor escala, entre Tudela y su merindad. Quienes viven en Tudela saben que siempre se ha dicho eso de “puta Pamplona, Tudela capital” de la misma manera que se dice “los de los pueblos, al autobús”. Otras poblaciones grandes de la Ribera sienten que la ciudad privilegiada es Tudela, y también hay pique. “Está bien preguntarse qué opinan en Ribaforada o Cortes con respecto a Tudela”, lanza Feliú. “Hace no tanto que Cintruénigo y Corella, que son dos poblaciones grandes, tenían que ir primero a Tudela si querían coger un autobús a Pamplona”, añade Rodríguez, por ejemplo. Esa tensión se vive en la zona sobre todo por los servicios, que si bien pierden en todo el mapa todavía es mucho más sensible conforme se ajusta la escala. Es un pique que vive más en una esfera cultural, latente pero de baja intensidad, que delimita muy bien la propia Tudela del resto de la Ribera.

Convivencia: más un ‘pique’ que un problema

En cualquier caso, Rodríguez cree que no debemos hablar en ningún caso de conflicto: como mucho, un pique casi pintoresco que tiene manifestaciones en fiestas y poco más. “Hoy, muchos jóvenes tudelanos viven en Pamplona, han estudiado en la capital, tienen lazos en una y otra ciudad y no existe ningún problema grave con esto”. Tampoco le da mucha importancia a los cánticos y gritos contra la capital, porque “es algo que dicen cuatro”. Otra cosa es que exista una corriente de fondo real, una distancia más allá de los kilómetros, que es la que ha tratado de alumbrar un poco este reportaje.

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Fotos del cohete de las fiestas de Tudela 2024 Unai Beroiz