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Javier Enériz OlaecheaAutor del libro ‘Crónica de la Transición política en Navarra (1975-1984)’

“La clave de la Transición en Navarra fue el ‘Nafarroa Euskadi da’, todo el proceso giró sobre esa idea”

Este domingo, por 24,95 euros más el periódico, los amantes de la historia política foral tienen cita con el quiosco. Javier Enériz repasa la Transición en Navarra en su nuevo libro

“La clave de la Transición en Navarra fue el ‘Nafarroa Euskadi da’, todo el proceso giró sobre esa idea”Unai Beroiz

Francisco Javier Enériz(Pamplona-Iruña, 1959), doctor en Derecho, se ha convertido por su dedicación y narrativa en uno de los divulgadores referentes de nuestra historia. Enériz demuestra ambición en esta Crónica de la Transición política en Navarra (1975-1984) que ahora presenta, de 560 páginas. Un repaso publicado por Pamielaa diez años tremendamente delicados. El autor destaca que esta es la “única obra” que trata la Transición en Navarra desde una multiplicidad de enfoques y puntos de vista. La pretensión es “dar una visión global y de conjunto situando los hechos cronológicamente en el contexto navarro, vasco y estatal”.

¿Por qué se embarcó en este libro?

–He escrito varios ensayos históricos, y me faltaba abordar la Transición, donde nació el Amejoramiento, el Estatuto Vasco y la Constitución. Fue un momento de creación de algo nuevo y desaparición de algo viejo.

Se estuvo muy cerca del colapso.

–El 23F fue un colapso, y hubo otras intentonas golpistas. El ruido de sables estuvo siempre, el miedo a que los militares se levantaran, cortaran aquello y adiós muy buenas. Todo eso existía, era real, se mascaba ese miedo. Luego estaban los atentados, tanto de la ultraderecha como de ETA Militar, absolutamente provocando todo el día. Era un continuo. En la calle había violencia y enfrentamientos, con una Policía Armada constantemente reprimiendo. Sin embargo en la clase política había una auténtico espíritu de compañerismo y de colaboración sin que ello significara renuncia a sus ideas. Eran capaces de sentarse en una misma mesa Manuel Irujo, Jaime Ignacio del Burgo, Gabriel Urralburu, para hablar sobre el futuro de Navarra, porque en la calle la gente debatía y discutía, y en algunos casos se enfrentaba en la situación aquella de tiros y bombas lo mismo de un lado que de otro.

También todo aquel proceso se hizo desde una correlación de fuerzas.

–Hoy miras para atrás y entiendes la Transición. Pero conforme se iba desarrollando nadie sabía a ciencia cierta hacia dónde se iba y qué podía salir de aquel proceso, porque cada grupo que pululaba en aquel ambiente tenía su propia visión de lo que quería para el futuro o para sí mismo. La Transición no es resultado de distintas fuerzas convergiendo amistosa y democráticamente en un proyecto común. No, no, fue una auténtica lucha de unas contra otras. Aquello era una especie de jungla, y nadie podía tener la visión del futuro, porque este no existía, se iba construyendo sobre la marcha.

“Hoy en Navarra estamos en coordenadas muy distintas, la mayoría de la sociedad ya no tiene esas disquisiciones o no las vive así”

Recuerda que fueron los años del ‘Nafarroa Euskadi da’.

–La clave de la Transición navarra es esa. Todo el proceso giró sobre esa idea. Desde 1976 y 1977, todo apuntaba a que Navarra iba a integrarse en Euskadi, en un ente político superior. Eso lo frenó la UCD de Jaime Ignacio del Burgo y la Diputación de Amadeo Marco, con otros proyectos que se colocan encima de la mesa, como la Reintegración Foral plena, que la pone la Diputación y la actualización y mejora de los fueros que defiende Jaime Ignacio del Burgo. Esos fueron los tres proyectos que había.

Aquí se suele poner el foco particularmente en el Partido Socialista.

–Que defendía el Navarra Euskadi da.

¿Por qué no se decantó por ahí?

–El Partido Socialista giró, también un poco por la oportunidad política de ver que la UCD empezaba a hacer aguas. Así que el PSOE tenía la posibilidad de alcanzar la Diputación Foral de Navarra y quedarse con un proyecto propio. Además estaba el voto de la Ribera, fundamental para los socialistas, y el voto obrero de gente que había venido de fuera de Navarra, la radicalidad del movimiento abertzale, la violencia... Las posturas radicales e intransigentes pusieron al Partido Socialista en una situación incómoda, y al final encontró más atractivo apoyar el proyecto de Navarra hacia una comunidad foral, idea minoritaria en su origen entre los socialistas, que defendían clarísimamente el Nafarroa Euskadi da con un sistema que respetara la personalidad de Navarra. El Partido Socialista se coaligó con la UCD, que dirigía inicialmente Del Burgo y después personas como Javier Moscoso, y con UPN, que se apuntó al carro, siendo opuesta a la Constitución, por la Disposición Transitoria Cuarta y porque no le gustaba la Constitución. Era un partido muy derechas, y no le gustaba un Estado social y democrático de derecho en materia de educación y de aconfesionalidad,

Todo aquello cambió nuestra historia, ¿Hasta qué punto generó polarización sobre la vasquidad?

–Generó la división de la sociedad navarra, que quedó dividida en dos bloques irreconciliables. Los que apoyaban el proyecto vasco, Navarra en Euskadi, y los que defendían el proyecto del Amejoramiento como respuesta, una Navarra potenciada dentro de ese Estado nuevo de las autonomías que se iba dibujando. Cuando el planteamiento de la Reintegración foral cayó solo quedaban los otros dos proyectos, y la sociedad se dividió. Una vez que el Partido Socialista optó, la sociedad quedó en dos tercios en un lado y un tercio en el otro. Y ese tercio no pactó nada con los otros dos, quedó una sociedad en dos grandes bloques, y esa división permaneció hasta 2015, cuando ese tercio alcanza de alguna forma el Gobierno. Pero un tercio de la población nunca se ha sentido cómoda con el Amejoramiento, porque era el proyecto que dividía Euskadi, según su concepción.

Pero ahora se está en un proyecto de reforma desde la asunción de una realidad consolidada.

–Sí, estamos en unas coordenadas muy distintas, porque la mayoría de la sociedad navarra ya no tiene estas disquisiciones o divisiones, o no las vive con esa polaridad de entonces. Hoy creo que hay una sociedad mucho más plural. La idea de que Navarra es plural es precisamente una respuesta a ese concepto de los dos bloques, uno dominante, que prácticamente negaba al otro el pan y la sal.

En aquella época también se albergaban ilusiones.

–Sí, había una grandísima ilusión en la democracia, vivir la libertad individual, de expresión, política...

Amadeo Marco estuvo en el poder, como vicepresidente de la Diputación hasta 1979. El desmontaje del aparato costó años.

–La izquierda, incluido el Partido Socialista y los nacionalistas no reconocían legitimidad alguna a la Diputación foral. Esa Diputación fue arrinconada, los políticos que salieron elegidos en las elecciones de 1977 la fueron arrinconando. UCD no quería, pero sí marcarle la dirección y que participase en el proceso de negociación del futuro Amejoramiento, y se abordase la democratización. Lo pactó Martín Villa con la propia Diputación, una reivindicación muy fuerte en la calle.

“Cualquier político que esté en un alto cargo en Navarra debería leer este libro, hay muchas cosas que se pueden aprender y comparar”

En la portada de libro salen, entre otros, Del Burgo y Urralburu. El primero tuvo que dejar la presidencia por el caso Fasa, aunque la justicia lo restituyó. Nada fue sencillo.

–Demuestra cómo fue la Transición. Ambos fueron los dos hombres fuertes de la Transición política en Navarra. Eso hay que tenerlo claro. El más fuerte de los dos fue Del Burgo. Su sucesor en esa fortaleza fue Gabriel Urralburu, una vez que Del Burgo fue eliminado por su propio partido, como a Julio César y como a otros grandes personajes. Es muy fuerte. Hicieron todo lo posible para hacerlo desaparecer. Eso a UCD en Navarra le dejó en una posición muy difícil. Una de las ramas del partido actuó para quitar a Del Burgo con autorización de las altas autoridades de Madrid, porque en un momento determinado se convirtió en un personaje muy molesto en Madrid. Su caída le abrió sobre todo a Gabriel Urralburu, un hombre también muy inteligente, la vía para colocarse en el centro del escenario e ir marcando sucesivos pasos. 

¿Qué quería ofrecer con este libro?

–Primero interpretar aquella época, y transmitir de la forma que me parece más objetiva, mediante el método de la crónica y de la sucesión de los hechos, dejando que estos hablen por sí solos, expuesto a quien los va leyendo. Fue una época fundamental. Cualquier político que esté en un cargo alto de Navarra debería leer este libro porque sobre todo le va a hacer ver cómo fueron aquellos políticos de aquellos años, que tenían también grandes virtudes. Hay discursos maravillosos de aquella gente, tanto de un lado como de otro. Hay muchas cosas que se pueden aprender y comparar..