Mediante modalidades de asistencia diversas, "que van desde la ayuda a corto plazo durante los conflictos armados, las catástrofes naturales y las crisis humanitarias, hasta los programas a largo plazo de supervivencia y desarrollo, hemos ayudado a crear sistemas de salud y bienestar resilientes en todo el planeta", explica Elezgarai, con satisfacción porque desde Unicef se promueven entornos más sanos y seguros para los niños y sus familias en todo el mundo, erradicando enfermedades, prestando servicios esenciales e impartiendo educación y conocimientos. "El Covid19 no discrimina, pero nuestras sociedades, sí. La pandemia no ha afectado a todos por igual", sentencia.

En estos momentos hay 82,4 millones de refugiados y desplazados, un dato aterrador. ¿Cómo calificaría que el 40% de ellos sean niños? ¿Por qué se les persigue?

En la mayoría de los casos están huyendo de fenómenos naturales; por ejemplo, la desertización en muchos países de África está produciendo el éxodo masivo de personas. El cambio climático está contribuyendo a la muerte de animales, de la agricultura tradicional , aparecen plagas como la del año pasado de la langosta, que son plagas bíblicas, y eso produce que haya movimientos migratorios hacia otras zonas que se consideran más seguras, aunque tampoco sean el paraíso. A menos que actuemos ahora, más de mil millones de personas tendrán que desplazarse en los próximos 30 años por el cambio climático. De repente llegará una masa de población, sobre todo de niños, porque en África la edad media de la población es de 20 años. Además, cada vez se producen más migraciones dentro de los países en conflictos bélicos. En unos casos los desplazamientos son por las guerras, pero en otros por los fenómenos climáticos u otros como terremotos o erupciones. Y en el caso de América Latina huyen, como en Venezuela o Nicaragua, por motivos políticos, para escapar de la cárcel o en busca de oportunidades.

Con estos datos, ¿no hacemos a los niños rehenes de las fechorías de los mayores?

Los grandes sufridores de todas las guerras, conflictos y sus éxodos consecuentes, son los niños. Estamos viviendo, y viviremos más en los próximos años, una profunda crisis de derechos humanos de la infancia. Cada vez la población infantil es mayor y está más indefensa. ¿Qué estamos haciendo nosotros? Tenemos las herramientas que pueden ir cambiando el mundo. Por ejemplo, en Unicef, como Agencia de Naciones Unidas, necesitamos incentivar la vacunación. Ahora estamos viviendo una pandemia de Covid-19, pero no podemos olvidar que administramos más de 2.000 millones de vacunas no-covid, como la malaria, el tifus y otras enfermedades que siguen siendo pandémicas en los países en vías de desarrollo.

¿Con la pandemia han seguido esas vacunaciones?

Hemos tenido que aumentar los esfuerzos y a pesar de todo hemos tenido muchas pérdidas; no hemos podido inmunizar a todos los niños que debíamos. Hemos tenido que centrar recursos para frenar el virus en todos los países, pero una de nuestras mayores contribuciones a la vida de los niños ha sido protegerles frente a las enfermedades mortales. Las iniciativas de inmunización que hemos llevado a cabo en todo el mundo han ayudado a que millones de ellos sobrevivan y crezcan sanos y fuertes.

Por muy rápido que se fabriquen vacunas anti Covid-19, más de 4.500 millones de personas se quedarán sin opción hasta el 2023. ¿Esto no es un gran retroceso de los derechos?

Con la pandemia hemos dejado de vacunar a más de 30 millones de niños porque no hemos llegado. Además, las características de las vacunas hacen muy difícil trasladarlas a muchos lugares del mundo, porque necesitan unas infraestructuras que no tienen. Las que están saliendo actualmente harán posible que más personas accedan a ellas, pero se precisan vacunas que sean sencillas de transportar y mantener.

Se calcula que 160 millones de niños no pueden acudir a la escuela, y con la pandemia todos los cálculos indican que este número puede incrementarse entre un 10% y un 20%. ¿Se está haciendo algo para evitarlo?

Hay proyectos de futuro muy importantes. Tenemos un gran acuerdo con Ericsson, la multinacional sueca de telecomunicaciones, que está invirtiendo cientos de millones de dólares en ayuda a los niños más vulnerables. Y hay que aplaudir a la gente del G7 porque está muy comprometida. De los 2.000 millones de vacunas previstas por nosotros, ellos pondrán mil. Ahí están también las millonarias dotaciones económicas de Bill Gates y otra muchísima gente involucrada. Mientras prosigue la distribución de la vacuna contra el Covid-19 por medio del mecanismo Covax, nosotros continuamos colaborando con los gobiernos y el sector privado por medio de nuestras alianzas para asegurar que las vacunas lleguen a todos, en especial a los más marginados y excluidos.

Trabajo infantil. ¿Qué hay que hacer para evitar la explotación de los niños?

Nuestra responsabilidad es exigir a las compañías en las que compramos productos y que tienen sus fábricas en determinados países del mundo rico que respeten los derechos de la infancia. Los niños están para jugar y para recibir una educación, no para trabajar. Es cierto que es difícil de conseguir, porque cuando las grandes empresas respetables de nuestro país trabajan en grandes producciones se supone que contratan con entidades respetables, pero el rastreo suele ser muy complicado. En países con coltán se explota a los pequeños y se les utiliza como topos humanos, se les mete en agujeros con peligro de derrumbe y muerte. Debemos vigilar y demandar que lo que compramos esté fabricado éticamente, con un sueldo digno para quienes trabajan y con responsabilidad corporativa, y no gracias a mano de obra de explotación infantil.

¿Hay esperanza de que se ponga fin a lacras como los niño soldados y las niñas vendidas para la explotación sexual?

Los niños soldado, aunque también hay niñas, se circunscriben a ciertos países africanos donde islamistas extremistas como Boko Haram se oponen a la educación de las niñas y las secuestran. Es gravísimo, pero es una gota de agua frente a lo que sucede a la infancia en el mundo. La educación es la base para mejorar la vida de los niños. Esa es la idea de nuestro trabajo en estos países.

Educación y salud. ¿En estos momentos es clave invertir en salud mental?

El Covid-19 ha alterado la vida de los niños de todo el mundo y ha interrumpido una serie de hábitos reconfortantes y habituales, como era ir a la escuela y jugar al aire libre. En el caso de los adolescentes, el aislamiento les ha privado de las conexiones sociales y entre compañeros que son tan decisivas en ese momento de su vida. Además, la cuarentena ha obligado a muchos niños que sufren la violencia o el abuso en familia a quedarse encerrados con sus maltratadores, desprovistos de la ayuda que en circunstancias normales podría brindarle la escuela. Sí, un aspecto grave de la pandemia es que ha interrumpido o suspendido los servicios de salud mental más importantes en el 93% de los países de todo el mundo.

¿La educación es el arma más idónea y eficaz para cambiar este panorama?

En los países en guerra a los primeros que matan son a los médicos y a los maestros. Son profesionales que tienen que huir. Nosotros vamos recuperándolos, les contratamos para que den clases a los niños y les montamos escuelas abiertas. Muchos niños en entornos de guerra tienen miedo de acudir a ellas porque pueden ser bombardeadas, o porque piensan que si son cerradas un terremoto les puede derribar el techo. Por eso las escuelas al aire libreles dan seguridad; se consideran espacios seguros y los niños pueden hacer su vida con normalidad.

Y la conectividad a internet es un avance imprescindible.

Se está revolucionando la enseñanza y el desarrollo de aptitudes con el fin de brindar a cada niño una educación de calidad basada en el aprendizaje digital, en la conectividad a internet, en el uso de dispositivos telemáticos, en la información asequible y en la participación de los jóvenes. En este sentido, Ericsson y Unicef tienenuna colaboración mundial que ayudará a estudiar la conectividad de internet en las escuelas de 35 países para finales de 2023. Realizar un estudio de la conectividad de las escuelas y las comunicaciones que las rodean es un primer paso fundamental para que todos los niños puedan acceder a las oportunidades de aprendizaje digital. Este esfuerzo conjunto forma parte de la iniciativa Giga.

¿Cuál es su objetivo?

El proyecto nació el año pasado en el seno de Unicef y la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), y consiste en conectar todas las escuelas a internet. Ericssones el primer socio del sector privado en invertir millones de dólares en esta iniciativa y lo hace como colaborador mundial de Unicef, para estudiar la conectividad en todos los centros educativos.

¿Abordar la crisis climática se hace imprescindible?

El cambio climático es una realidad que no espera. En un mundo donde 17 países están agotando cada año sus reservas de agua es preciso reimaginar un mundo donde no falte tan vital elemento para los niños. Si se mantiene el ritmo actual, en solo 20 años uno de cada cuatro niños del mundo vivirá en zonas donde se registre una escasez extrema de recursos hídricos. Para 2050 se espera que los daños acumulados ocasionados por el cambio climático asciendan a ocho billones de dólares, lo que acarreará un empobrecimiento del 3% del PIB del mundo en su conjunto, porcentaje que será aún mayor para las regiones más pobres.

¿Ve lejos poder ofrecer a la mayoría de los niños del mundo una infancia normal?

Sí, pero ocurre que la infancia en esos mundos tan cercanos y que tan mal lo pasan es una infancia feliz. Cuando les visitas descubres su sonrisa, su cariño, en parte porque son niños y disfrutan con lo que tienen. Otra cosa es cuando salen y tienen que volver a su casa, cuando están fuera de su círculo de protección, de sus escuelas. Estamos educando a los seres del futuro, a gente que tiene que quedarse en sus países para hacerlos nuevos, renovarlos para que sean competitivos, porque tienen de todo, incluidos medios naturales, pero muchos de ellos están en manos de dictaduras.

En este permanente nuevo orden mundial muchos países pobres están siendo comprados por fondos de inversiones, países emergentes, compañías multinacionales...

Nadie sabe qué mundo nos va a venir, pero pienso que Joe Biden es un líder magnífico con unos valores que sustentan su acción. Se ha dado cuenta de que no puede abandonar el liderazgo de esos valores, que los tiene la vieja Europa y también, aunque en menor medida, EE.UU. Sabe que para poder vivir en ese mundo que nos venga, aunque lo liderará probablemente China, necesitaremos tener valores, no podrán ser dictaduras. China deberá aceptar esa parte que nos hace diferentes y que crea una sociedad de bienestar y bien común. Por vez primera ya hay maniobras conjuntas de Japón, EEUU, Corea, Reino Unido, Francia y Alemania para que tome nota China, por si pretende hacer algo para controlar la Ruta de la Seda, por ejemplo.

Las ciudades amigas de la infancia

Uno de los proyectos que más ilusionan a Isidro Elezgarai es el de las Ciudades Amigas de la Infancia. Se trata de poner a la infancia en el centro de la política local de Euskadi. La CAV ha incorporado a la lista de Ciudades Amigas de la Infancia los municipios de Ermua, Zalla, Berango e Irun, que sumados a los de Ortuella, Pasaia, Bilbao y Gasteiz, hace un total de ocho, de modo que el 31% de los niños y adolescentes vascos vivan en una ciudad Amiga de la Infancia. La iniciativa está liderada por Unicef desde el 2002, y su objetivo es mejorar el bienestar de la infancia impulsando políticas locales que garanticen el desarrollo pleno de niños y adolescentes, con un enfoque de derechos de la infancia en equidad, participación y coordinación.

Elezgarai destaca con satisfacción el acuerdo firmado con los medios de comunicación vascos, entre ellos el Grupo Noticias, en favor del desarrollo sostenible. La alianza planteada por Unicef Comité País Vasco propone sensibilizar a la sociedad vasca en torno a los compromisos principales que promueven las Naciones Unidas, entre los que destacan el crecimiento económico, la inclusión social y la protección del medio ambiente. Para ello se elaborará un plan de acción conjunto entre todos los medios.

Personal

Nacimiento: Bilbao, 9 mayo de 1957. Nació a unos metros de la parroquia de San Vicente, en Abando.

Nombre completo: Isidro Elezgarai Esteban.

Profesión: Perfumista, profesor y maestro de taekwondo. Durante 35 años, hasta diciembre de 2015, fue director de Relaciones con los Medios de Laboral Kutxa.

Otras actividades: Exconsejero de Cáritas y académico de la Academia del Cerdo (Txarriduna).

Premios y reconocimientos: Ha sido distinguido con el Biotz Zaria por los medios de comunicación vascos, como reconocimiento por su vinculación a actividades de carácter social. Ha sido Gigante de Bilbao 2009 (Konparsa Moskotarrak), Hermano Mayor Honorario de la Hermandad de la Virgen de Begoña e Ilustre de Bilbao 2019. El Ayuntamiento de Bilbao le eligió Pregonero de Aste Nagusia 2010 y Pregonero de Semana Santa. Es Medalla de Oro de la Asociación de afectados de Retinosis Pigmentaria de Euskadi y de la Asociación Vizcaína de Magia.