A lo largo de 2021 más de 3.400 millones de personas en todo el mundo sufrieron ese año deterioros en la salud del sistema nervioso, lo que provocó 11,1 millones de muertes.

El profesor Wolfgang Grisold, presidente de la Federación Mundial de Neurología (WFN), sostiene que “cuando hablamos de salud cerebral y prevención, estamos salvaguardando nuestro plan para el futuro. No se trata simplemente de reaccionar; se trata de desarrollar activamente una cultura de prevención de enfermedades neurológicas. La dedicación a la prevención de trastornos neurológicos es la piedra angular de nuestra resiliencia para el mañana”.

A pesar de que muchos trastornos neurológicos carecen todavía de una cura eficaz, conocer, comprender y abordar los factores de riesgo puede aliviar significativamente esta carga, retrasando su debut, disminuyendo la agresividad de sus síntomas o ralentizando su progresión.

Con el fin de influir de forma positiva en la salud del cerebro y evitar hábitos que manifiestamente le perjudican, es necesario tener en cuenta unas sencillas pautas e interiorizarlas en la vida diaria. En este sentido, el doctor Tirso González-Pinto, neurólogo de IMQ, da unas claves para ello.

El ejercicio físico de manera rutinaria es un buen hábito para el cerebro.

El ejercicio físico de manera rutinaria es un buen hábito para el cerebro. P.B.

Hábitos a adoptar

1- Realizar ejercicio físico de manera rutinaria, integrándolo en el estilo de vida de cada persona, adecuando la intensidad y características a las circunstancias individuales.

2- Fomentar la actividad cognitiva. “La presencia de una reserva cognitiva elevada desde los primeros años de vida retrasa la aparición de síntomas cognitivos en el futuro", asegura González-Pinto.

3- Control periódico de los factores de riesgo cardiovascular, como la hipertensión arterial y diabetes mellitus, principalmente, los cuales se han relacionado en diversos estudios con el deterioro cognitivo.

4- Llevar una alimentación sana y equilibrada. No existen alimentos milagro, pero una dieta sana, variada, equilibrada y moderada, previene la aparición de factores de riesgo y otras comorbilidades que predisponen al deterioro cognitivo.

5- Abordar precozmente los trastornos del estado de ánimo. Especialmente la depresión, ya que pueden acelerar la progresión del deterioro de la función cerebral.

Hábitos a evitar

1- Consumo de alcohol y tabaco. Por ejemplo, la OMS estima que el 14% de los casos de Alzheimer de todo el mundo podrían atribuirse al tabaco. Asimismo, los efectos combinados del consumo de alcohol y tabaco sobre la cognición pueden ser mayores que la suma de sus efectos individuales.

2- Aislamiento social. “Diferentes estudios relacionan el aislamiento social a partir de los 50 años de edad con un aumento de casi el 50% del riesgo de demencia y otras afecciones graves, y un incremento del riesgo de muerte prematura”.

3- La desnutrición. Se recomienda mantener un índice de masa corporal superior a 20 a partir de los 70 años de edad. “Un bajo peso en ancianos puede ser un precursor de deterioro cognitivo o de estadios iniciales de la enfermedad de Alzheimer”, señala González-Pinto.

4- Comer más de lo necesario. Es conveniente evitar la obesidad; en este caso, sobre todo, en la edad media de la vida. Es importante disminuir el peso en personas obesas y con sobrepeso en la mediana edad, para reducir el riesgo posterior de neurodegeneración y demencia.

5- Problemas de audición. La pérdida de audición se ha presentado como un factor de riesgo independiente para el desarrollo de demencia en estudios recientes. Por ello, en los casos en los que se puede paliar, hay que evitarla.