Desde Mendillorri, Beñat Abarzuza, más conocido como Ben Yart, ha dinamitado la escena del trap local y actual. El de Chill Mafia se ha dado a conocer en solitario con temas como Mañaneo o la mitxtape Pitxu en casa, donde las drogas, los altibajos y la fiesta son los ejes y de ahí que la gente, opine, le haya clasificado como “un payaso de la droga”. Eso sí, su nuevo trabajo va por otro lado y aunque quizá por eso no caiga en gracia, aventura, tampoco le preocupa: “Me daré una hostia pero en realidad, ése es Ben Yart”.

Echemos la vista atrás: ¿cómo llega Ben Yart a la música? 

–De toda la vida. Mi tía Elena escuchaba mucha música y yo pasaba mucho tiempo con ella. También a mi madre le gustaba Eminem y me hablaba mucho de él, en mi plaza se ha tocado mucho la guitarra… Ha habido varios factores y aparte, yo era muy poetilla y escribía cositas que luego acabé cantándolas. 

Has mencionado Eminem, ¿qué otros artistas te han influenciado?

–Cuando me preguntan esto, sin querer, nunca digo la verdad. Dos que sí que que son verdad son Manu Chao y Bebe, que son gente que escuchaba mi tía, también a Camarón… Y hoy día igual da un poco de grimilla pero Melendi cuando eres chaval te puede aportar mucho. 

Resulta curioso que has citado nombres que, musicalmente, difieren de tu propuesta. 

–A ver, de sonido sí, pero por ejemplo Los Delinqüentes y ese rollo así perroflauta lo tengo, aunque no parezca pero sí que se me nota montón (risas). En el sonido igual no, pero en las letras... y en la forma de querer vivir.

¿Y cómo quiere vivir Ben Yart?

–Feliz, sin que se me gasten las primeras veces. Con intensidad, pero no quiero decir “drogarme hasta el límite” ni ninguna cosa así, sino sin tener que echar la vista atrás y pensar que echo de menos los tiempos de antes. Vivir siempre como el primer día. 

Precisamente las drogas son parte protagonista de las canciones de tu primera ‘mixtape’, ‘Pitxu en casa’, que vio la luz el pasado año.

–Sí, están presentes pero porque no las escondo. No están presentes porque sea allá donde más acudo. Pero como son un tema tabú, si las mencionas un par de veces, se da por hecho que es porque marcan tu vida mucho y qué va, para nada. En esa mixtape se habla mucho de pitxu porque sí que es una época en la que no tuve nada que hacer más que drogarme. Pero vamos, en la próxima mixtape no creo que mencione la droga más que dos o tres veces, como mucho.... o cinco… (risas).

De hecho, una de tus últimas canciones, ‘Qué asko’, va por otro lado y se presenta como “una declaración pícara de amor-odio sin pretensiones”.

–Sí, va por otro lado totalmente. Es que yo no soy una persona que hable mucho de droga, lo que pasa que justo en esa época de la mixtape… Es como si un chaval se hace una mixtape cuando tiene 12 años y está hablando todo el día del amor platónico de su clase, pero luego eso no es su vida. A mí me pilló en un momento así.

Pero sí hay muchas personas que a raíz de estas canciones te han acusado de hacer apología de la droga. 

–Sí, me ha pasado, pero eso es gente que no me conoce nada nada de nada. Hemos hablado de Los Delinqüentes y en la época en la que Miguel estaba vivo, se hablaba de droga de manera metafórica. Nadie decía la palabra cocacína en su canción, también para poder sonar en la radio, supongo, pero lo escondían. Luego eso ha provocado que a toooodo el mundo que saca una canción de desamor, le tenga que venir un idiota y le diga “no, esa canción va en realidad sobre la heroína”. Si algo bueno tengo es que a mí eso no me va a pasar: cuando una canción mía iba de speed, lo dije sin tapujos.

Pero sí hubo grupos de la escena del rock radikal vasco o el punk que hablaban de la droga. 

–Claro que lo decían, sí, pero tampoco… la palabra “cocaína” en muy pocas canciones la he oído. Es que también te preparas para sonar en la radio un poco.

¿Entre tus aspiraciones no está sonar en la radio entonces?

–No, sí lo está, no te creas. Lo que pasa que no soy muy calculador cuando hago mi música, me gusta hablar como yo hablo. Sí que aspiro a sonar en la radio, pero antes va hablar como yo hablo… Yo es que no puedo decir “arena de colores”, no hablo así y si canto eso… no me gusta y no me sale. Tendría que cambiar el guion para poder ser ese intérprete.

¿Te consideras un intérprete?

–Sí, claro. Soy intérprete de situaciones que vivo. 

¿Cuánto de mañaneo hay en estas vivencias?

–Todo. Todo son tonterías que ha vivido casi cualquiera.

¿Las canciones de Ben Yart no se entienden sin Mendillorri?

–Sí. Justo cuando hice la música por la que se me ha dado a conocer no vivía en Mendillorri, pero musicalmente Mañaneo y Pitxu en casa son muy de fiestas de Mendillorri: no es un género muy concreto, como un programa de fiestas. En fiestas de Mendillorri puedes estar en un concierto de punk, escuchar en la txosna ska, luego estar un rato en el techno y acabar por ahí con la guitarra cantando flamenco. Pero a nivel de letras, estaba viviendo fuera y era más de estar atrapado y de casa en casa drogándome. Mañaneo por ejemplo es más lo que he vivido en Archivos, en el río donde el Club Natación… Lo que voy a hacer ahora sí que es muy muy Mendillorri, vuelvo a estar ahí.

¿Y qué puedes avanzar de ese nuevo trabajo?

–Estoy preparando un álbum con Erebo, el productor con el que más he hecho y más me llevo, y eso sí que es puro Mendillorri. Luego sera exportable a cualquier barrio, espero. Pero es una mixtape que sólo tengo que mirar a la peña de mi barrio. 

¿En qué sentido?

–No son referencias de “la calle tal”, sino cosas que he vivido ahí, sin tener que inventarme nada. Igual lo llamo Tu puto barrio, todavía no sé cuando saldrá. Estoy tardando un montón pero es algo que por mis cojones lo tengo que sacar y aunque la gente me haya clasificado ya como un payaso de la droga y esto que saque no le haga ni puta gracia a nadie, me doy una hostia pero en realidad ése soy yo. 

Habla de estar encasillado cuando tan sólo has sacado un EP. ¿Cambiarías la manera en que has irrumpido en la escena?

–No, eso son cosas que tocan, si no a lo mejor… No, no. Mi plan siempre es no ser muy pretencioso y no planear mucho. Lo que sí estoy deseando es que luego, a posteriori, no lo entiendan. Estoy rezando para que les guste eso, pero no es un plan de hacerlo así para que me desencasillen de yonki. Si a mí me hace gracia: si ves mis apariciones públicas, juego con el papel de yonki en Twitter.

Al hilo de esto, en una entrevista reciente El Drogas afirmaba que a la hora de salir al escenario, se ponía un traje de bufón e interpretaba su papel.

–Sí, eso en las apariciones públicas, pero en la música no lo quiero hacer. Pero sí, lo comparto. De toda la vida, los iconos son así, algo definidísimo y resumidísimo en una palabra. Cuando tú pasas al ideario popular, no vas a pasar con todos tus matices; pasas como el resumen claro de algo. Y hablando de El Drogas: si él, con ese nombre, ha podido hacer música que no se entiende puramente de drogas, creo que yo también podré. 

Como parte del colectivo de Chill Mafia, vuestro fichaje por Astore ha sido una de las sorpresas del mercado veraniego...

 –Les hemos fichado nosotros. Literalmente. Tenían una ropa de mierda. Habían perdido la línea un poco, vimos su web y era todo ropa de mierda. A ver si con esto se renueva. 

De cara al concierto de este lunes, ¿qué ‘show’ vas a llevar a los Fueros?

–Voy a llevar a bastantes amigos a cantar canciones que tengo con ellos. Por si acaso yo no tengo un buen día –que es muy random–, pues que lo tengan ellos. Aparte, acompañado tengo más fuerza.