Y la escalerica ha llegado a su fin. Este 7 de julio, día de San Fermín, miles de personas han salido a las calles de Pamplona a recibir a su santo. Es un día señalado de las fiestas y no dejó que desear.

Desde bien pronto, a las 10.00 horas de la mañana, la gente empezaba a hacerse sitio para no perderse nada. La salida del Ayuntamiento de la comitiva que se ha dirigido a la catedral fue recibida principalmente por extranjeros. Se agolpaban con curiosidad ante la expectación generada por los gigantes que empezaban a bailar para animar la mañana. El alcalde, Joseba Asirón, ecabezaba la marcha hasta la catedral. Le acompañaban los gigantes y los txistularis, entre otros. En Santa María la Real los gigantes hacían un largo pasillo para presenciar el desfile. Tras sus bailes, la gravedad de las campanas y el sonido de las trompetas indicaban el momento de la salida del Cabildo Catedralicio. Se sumaba de esta manera a la procesión el arzobispo Florencio Roselló.

La llegada a la capilla de San Fermín estaba marcada por unas nubes que amenazaron con pasar la procesión por agua. Pero el Santo tenía otros planes. La gente podía disfrutar emocionada la salida. San Fermín se preparaba para darse un auténtico baño de masas por las calles de Pamplona. Algunos como Iñaki García han dejado ver su asombro ante la multitud que esperaba para ver pasar la procesión. “Otros años no he venido. No me esperaba tal cantidad de gente. Era difícil hacerse un hueco”. Y es que para ver a San Fermín de cerca, no son pocos los que madrugan y tener un sitio en primera fila. A estas alturas de la procesión, la gente de aquí es mayoría.

San Fermín realizaba, como es costumbre, varias paradas para que el pueblo pudiera verle, pero también venerarle con su canto. Una de esas paradas era en la Plaza del Concejo. La coral Santiago de la Txantrea interpretaba la jota Al glorioso San Fermín. El santo también se detenía frente a Napardi. Los congregados pedían que cesasen las conversaciones para que las voces se pudieran escuchar lo más lejos posible. Los músicos le cantaban el Agur Jaunak ante un silencio respetuoso y algunas lágrimas que eran complicadas de retener.

La recta final para llegar de vuelta a la capilla ha sido el culmen de una procesión que se desarrolló con tranquilidad. El viento que soplaba hacía que la petalada que llovía desde los balcones se quedase suspendida en el aire dejando al Santo rodeado de blanco y rojo. Los gritos de ¡Viva San Fermín! y Gora San Fermín! inundaban la calle a la llegada del santo.

La Pamplonesa también recibía numerosos vítores por su labor. Son la banda sonora de todas las fiestas. Los gigantes escoltaban a San Fermín de vuelta a su casa para la celebración.

Misa

Tras la procesión, tenía lugar la tradicional misa. Era celebrada por el arzobispo Roselló. En la homilía, además de atreverse con el euskera, aprovechó para recordar la historia de San Fermín como primer obispo de Pamplona: “Fue mi antecesor, y por eso hablo con cariño y respeto de nuestro santo”. Destacó su figura como “pastor que no se alejó del rebaño”. Pidió que San Fermín no se quede encerrado en esta capilla. “Es tan fuerte su eco, su explosión de fe y gozo, que resuena en toda Pamplona y en toda Navarra”, señaló.

Roselló también se hizo eco de las polémicas en las que ha estado sumergida Navarra este año. Sobre BSH, lamenta el conflicto “donde muchas familias van a perder el trabajo, su medio de subsistencia”. Ha tendido la mano de la Iglesia para ayudar en lo que sea posible. Además, se ha referido a las redes de tratas de mujeres en la comunidad foral. Ha defendido el papel de la diócesis, que ha abierto un recurso en forma de piso para atender a las mujeres que necesiten ayuda.

Por último, no quiso dejar pasar la ocaisón de sumarse al Papa León XIV en la denuncia frente a los conflictos que asolan el planeta: “El corazón de la Iglesia se desgarra al escuchar los gritos que llegan desde las zonas de guerra. No podemos resignarnos”, apuntó.