pamplona. Tal y como había confesado tras su detención, el pamplonés José Diego Yllanes Vizcay, de 28 años, ratificó ayer ante el jurado popular que lo enjuicia que estranguló a la irundarra Nagore Laffage Casasola en los Sanfermines del año pasado, aunque alegó que no quiso hacerlo y puso como pretexto la ingesta de alcohol que había realizado en las horas que precedieron al crimen. Ello hizo que perdiera el control de sus actos, aseveró el acusado durante el interrogatorio, que se prolongó durante tres horas y media.
Había gran expectación, casi ansiedad, por oír a Yllanes explicar qué hizo la mañana del 7 de julio de 2008 y las motivaciones que le impulsaron a acabar con la vida de la joven enfermera, de 20 años y estudiante en prácticas en la Clínica Universitaria, centro donde él trabajaba como psiquiatra. Incapaz de aclarar lo ocurrido, el acusado se agarró a una supuesta intoxicación etílica para dar sentido a los hechos. "Bebí un katxi de cerveza, algunos de ron con cocacola y chupitos de tequila", dijo.
Completamente sosegado y recalcando que "siempre he dicho toda la verdad", Yllanes respondió a todas las preguntas que le plantearon las seis acusaciones y su defensa. En el curso del interrogatorio reconoció que la muerte de Nagore y los hechos posteriores son "lo contrario a lo que cabía esperar" de una persona como él, que estudió Medicina porque "siempre me ha gustado cuidar de las personas".
Con el mismo atuendo que el día anterior, declaró que en la primera noche de los Sanfermines del año pasado estuvo bebiendo con varios amigos en la cuesta de Labrit de Pamplona y la última copa que recuerda la ingirió sobre las 4 de la madrugada, si bien apuntó que los efectos del alcohol se pudieron potenciar por el cansancio. "Cuando salgo, o no bebo o bebo mucho. Y suelo beber rápido", matizó.
En el regreso a su domicilio, ya en solitario, aparecieron las primeras lagunas en el relato del acusado. Es en la avenida Pío XII, poco antes de las 7.00 horas, donde coincidió con tres amigas de Nagore y decidió acompañarlas hasta su portal. "No las conocía de nada. No recuerdo sus caras y ni siquiera recuerdo haber estado en la calle Pedro I", sostuvo Yllanes, quien tampoco recordaba qué le dijo Nagore al oído, "ni su cara, ni su voz". Sin embargo, ambos se encaminaron hacia el piso del joven "en actitud cariñosa".
relación fogosa Ya en casa, recordó "haber empezado una relación muy fogosa", en la que ambos se desnudaron pero en la que no llegaron a mantener relaciones sexuales, ya que ella decidió detenerla tras romperle él la ropa interior. "Se interrumpió el momento. Tengo un recuerdo muy marcado de un cambio en la dirección de la situación". Al respecto, añadió que Nagore le comentó que "había tenido una experiencia desagradable y que los modos le parecían incómodos".
Sin embargo, impidió que Nagore se marchara. "Quería acabar las cosas con cordialidad. Ella parecía no entenderme, no estábamos en la misma sintonía, pero yo no quería dejarla ir, quizá porque quería arreglar las cosas. Eso es lo que yo pienso que desencadenó mi actitud violenta", aunque negó haber golpeado a Nagore en el rostro.
Sí admitió haber mantenido un "forcejeo" con la joven que terminó con él "encima de" ella, ya vestidos, "apretándole el cuello". "Yo lo recuerdo como un momento", dijo Yllanes, pero fue incapaz de precisar la hora en que se produjo la muerte por asfixia y tampoco pudo explicar qué pasó entre las 8 y las 10 de la mañana. "No quise hacerlo, pero la maté", acabó reconociendo a preguntas de los letrados.
Yllanes intentó después descuartizar el cadáver y le seccionó un dedo, envolvió el cuerpo en bolsas y lo escondió bajo una cama, fue a la Clínica Universitaria para buscar el teléfono de un amigo, quedó con éste para solicitarle ayuda y, al no lograrlo, cogió el coche de su padre y llevó en él el cuerpo a Orondritz, donde lo abandonó. "No recuerdo en qué momento pasó cada cosa", recalcó.
Según declaró, su intención era retirar el cadáver del escenario del crimen para evitar que sus padres "no encontrasen un espectáculo muy llamativo". Al respecto negó que pretendiese esconderlo para impedir su hallazgo y manifestó que lo llevó hasta el valle de Erro porque él buscaba acabar con su vida allí. "Yo no merecía seguir viviendo", proclamó.
Además, pidió perdón tanto a su propia familia como a la de Nagore. "Me sentía un ser bastante despreciable", indicó y, a preguntas de su abogado, se mostró como un joven que mantenía una relación formal con su novia desde hace 3 años, aunque reconoció que de forma esporádica había tenido encuentros sexuales con otras mujeres.