Como cuestión previa conviene señalar que sobre el cambio climático o calentamiento global no se puede ni se debe frivolizar, y de la misma manera que no debemos caer en el catastrofismo apocalíptico, tampoco podemos decir que aquí no pasa nada porque es un invento de los ecologistas, ya que la inmensa mayoría de la comunidad científica acepta que el llamado calentamiento global existe, en mayor o menor grado, porque así lo demuestran los datos de más de 2.500 científicos, correspondientes a 130 países, reunidos por la ONU, que llevan más de 20 años investigando el cambio climático.

Las evidencias del cambio climático están recogidas en las revistas científicas de prestigio. Así, la revista Science, publicaba que entre 1993 y 2003 existían 928 artículos que van a favor de la conclusiones del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de la ONU (IPCC) y ni uno sólo que vaya en contra de las mismas, lo que supone un duro varapalo para todos los negacionistas del cambio climático.

Vemos que el debate sobre el cambio climático no se da en las revistas científicas sino en los editoriales de algunos medios de comunicación que responden a los intereses de los lobbys, para dividir a la opinión pública y retrasar la toma de medidas por parte de las administraciones públicas. Y es que el cinismo de algunos políticos, multinacionales y grupos de presión (lobbys) y su doble moral no deja lugar a dudas y el ciudadano es manipulado de forma reiterada, por lo que debe filtrar adecuadamente la información que le llega, porque una sociedad más informada en lo científico es más libre.

Pero la defensa de los intereses económicos de las grandes multinacionales del petróleo y el carbón nos ha conducido a situaciones peligrosamente preocupantes, ya que han invertido millones de dólares para mantener al público con dudas sobre el cambio climático. Como dato valga que el presupuesto asignado para publicidad de las grandes petroleras duplica el Producto Interior Bruto de muchos países en vías de desarrollo.

Así, en 1995, la industria del carbón había pagado más de 800 millones de euros a cuatro científicos que mostraban públicamente su disconformidad con el calentamiento global. Y Exxon Mobil ha gastado millones de euros en una campaña de relaciones públicas contra el calentamiento global. En 2000, los magnates del petróleo y el carbón se apuntaron su mayor victoria electoral hasta la fecha cuando el presidente George W. Bush salió elegido, aceptando las insinuaciones del sector respecto a su política climática y energética.

La última cacicada tuvo lugar en la reunión del IPCC en París, donde un grupo ligado a Bush, creado y subvencionado por la petrolera Exxon Mobil, ofreció dinero a los científicos y economistas para desacreditar su informe, ofreciéndoles 7.000 euros, según informó el diario británico The Guardian.

La táctica de sembrar dudas sobre la validez de la ciencia establecida ha sido usada en el pasado, especialmente por el sector industrial causante de un determinado daño. Casos sonados han sido los de las tabacaleras respecto al cáncer de pulmón provocado por el tabaco y la industria del amianto respecto a la asbestosis. Gracias a masivas campañas de publicidad y de artículos pseudo científicos, estos dos sectores industriales consiguieron, durante muchos años, aplazar la toma de medidas por parte de los gobiernos y las denuncias ante tribunales por parte de las víctimas.

Lo que está claro es que nuestros hábitos de consumo insostenibles son los auténticos responsables del calentamiento global. Como dice Cayetano López (director del Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas, Ciemat), lo que no podemos exigir es conocer con exactitud las predicciones sobre el tiempo, en cuanto a temperatura, o a la descongelación de los casquetes, o a las inundaciones o sequías en una u otra región, porque son discutibles y están sujetas a la incertidumbre propia de un sistema tan complejo como el clima. Afortunadamente, la ciencia posee instrumentos de control suficientes que permiten desenmascarar posibles fraudes o errores con notable eficacia y rapidez. Por este motivo, hay mucho consenso en la comunidad científica sobre la existencia del cambio climático y su origen antropogénico (generado por los humanos).

Quisiera terminar con la cita del político y filósofo inglés Edmund Burke: "El mayor error lo comete quien no hace nada porque sólo podría hacer un poco", y recordar que el desarrollo de determinados hábitos de consumo puede ser la clave para ganarle la batalla al cambio climático, porque "toda persona tiene el poder de cambiar el mundo y, a su manera, cada persona lo hace".

(Más información en www.disfrutalaciencia.es)