pamplona. ¿Por qué de ese comienzo? Porque sin la figura omnímoda de Lareo, sin su poder económico para pagar el crimen y su ánimo maldito de vengarse de Yamiled Giraldo Quintero, por cuyo testimonio fue condenado a 18 años de cárcel por determinación coactiva a la prostitución y abusos sexuales (ha-bía otras dos víctimas, que también sufrieron reprimendas), nada de esto hubiera pasado, y estas dos negras páginas de periódico, esos 98 folios de sentencia serían papel mojado y esa familia de Ituren que había creado Yamiled no tendría que vivir con tal sufrimiento a cuestas.

Lareo, condenado en su día por aquellos hechos que cometió en el club de su propiedad Camino Rojo de Doneztebe, es el origen del asesinato, el principio de la acción, por ello la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Navarra le condena como inductor del mismo. El punto final lo realizaron Rodrigo Solaeche Sánchez, venezolano de 22 años, domiciliado en Pamplona, donde había cometido un atraco a mano armada, y Nira Arandigoyen Martínez, pamplonesa de 28 años, exmujer de Karlos Igari Martínez, de 26 años, uno de los condenados por cooperación necesaria que contactó con Solaeche, con quien cometió el atraco, para que éste ejerciera de sicario y matara a Yamiled Giraldo. El círculo del macabro encargo lo cierra Pedro Andrés García Pérez, colombiano-español de 25 años, ya condenado por un asesinato en Cintruénigo derivado de un ajuste de cuentas por drogas. Éste era la mano derecha de Lareo en prisión, su novia trabajaba como camarera en el club de alterne de Irun y durante el juicio se le observó una importante complicidad con Nira Arandigoyen.

sorprendería que fuera ajeno El inductor, Lareo López (22 años de prisión), y la ejecutora, Nira Arandigoyen (22 años y 2 meses de cárcel), son los que mayor pena reciben de los cinco condenados. Al inductor, por ordenar el crimen (19 años) y obstruir la labor de la Justicia (3 años), delito del que se le considera culpable al atentar contra la vida de la testigo y acusación particular de un juicio seguido contra él. El tribunal dice que sería "sorprendente y excesivamente casual que Lareo fuera implicado por Arandigoyen con una imputación falsa y sea ajeno a los hechos", cuando podía tener algún motivo de resentimiento hacia la víctima, los implicados son personas próximas a él y Yamiled siempre narró que temía que Lareo le pudiera causar algún mal a ella o a su familia.

La sentencia considera probado que en prisión Lareo "decidió él mismo acabar con la vida" de la mujer "por haber sido acusado por ella en el referido procedimiento penal" y que para ello encargó a otro preso, García Pérez, "la búsqueda de personas que pudieran llevar a cabo la muerte de Yamiled". Éste es condenado a 20 años y 6 meses de cárcel como cooperador necesario, ya que "aceptó el encargo" y para ello contactó con otro preso, Karlos Igari (20 años y 6 meses), quien localizó a los autores, su antiguo compinche y su ex mujer, a la que tras una visita a la cárcel le ofreció "la posibilidad de que aceptase el encargo" y que para ello contactase con Solaeche, hasta hace poco con él en la cárcel, donde había tenido oportunidad de comentarle "la existencia del encargo de dar muerte a una persona, a fin de que valorase su aceptación".

Así no dudaron en aceptar y en uno de los permisos carcelarios de los que disfrutaba José Lareo, se citó con Nira Arandigoyen y le facilitó datos personales para localizar a Yamiled Giraldo, y tras prometerle que abonaría 8.000 euros por su muerte, le hizo entrega de 4.000 en metálico, 500 para ella y 3.500 para Solaeche, que adquirió con ellos un coche y una pistola. Los autores se desplazaron "al menos en dos ocasiones" hasta Ituren donde residía Yamiled Giraldo, aunque en todas ellas desecharon ejecutar el plan. Finalmente, elaboraron un nuevo plan y Nira Arandigoyen telefoneó a Yamiled Giraldo "aparentando necesitar los trabajos de esteticista que ésta prestaba" y la contrató para que, con motivo de una supuesta boda, acudiera a un domicilio de Cordovilla, cuyo entorno solitario "había sido valorado previamente por los procesados y elegido como idóneo para matar a la mujer".

nueve disparos En la fecha y hora señaladas, poco después de las 8.00 horas del 25 de abril de 2009, acompañada de su hijo de 13 años Yamiled Giraldo acudió al lugar, donde le esperaban Arandigoyen y Solaeche, éste último con la pistola, con la que disparó en nueve ocasiones a la mujer, quien falleció al lado de su hijo. La sentencia no considera "suficientemente acreditado" que Rodrigo Solaeche apuntase e intentase disparar al menor, como éste dijo en el juicio, y por lo que las acusaciones pidieron un pronunciamiento como autores de tentativa de asesinato.

Los dos autores de los hechos huyeron a continuación del lugar, y se deshicieron del coche y la pistola, según la sentencia, que señala que días después Arandigoyen recibió en un sobre los otros 4.000 euros pactados, la mitad de los cuales entregó a Solaeche. Fue un asesinato, ya que como escribe el magistrado ponente Fermín Zubiri "se realizó mediando un precio percibido" por los autores y con empleo de medios, modos o formas que tendieron a asegurar aquel hecho. La alevosía, en esta ocasión, tiene argumentos de sobra. Yamiled no pudo defenderse de ninguna manera, fue tiroteada, en un paraje casi desértico y tras ser atraída por una trampa.