pamplona. "El lápiz me lo dio Paco Etxeberria, creo que porque sabía que soy escritora. Fue un gesto muy simbólico, el lápiz significa escribir, es la lucha contra el olvido". Son palabras de Julia Otxoa, escritora donostiarra, que explica uno de los momentos mas emotivos que vivió el viernes cuando el antropólogo forense de la sociedad Aranzadi, Paco Etxeberria, tras tres días de búsqueda y exhumaciones, saco una caja con varios objetos, entre los que había un lápiz, de los cuerpos encontrados en la sima El Raso de Urbasa. Entre ellos está el de Balbino García, abuelo de esta donostiarra.

Para Otxoa, estos tres días en Urbasa "han sido muy intensos y emocionantes". "Ha sido hermoso trabajar codo con codo junto a los voluntarios de Aranzadi y la Asociación de Familiares de Fusilados en Navarra", aseguró esta escritora, que no pudo reprimir la sensación de satisfacción al haber recuperado el cuerpo de su abuelo, asesinado por las tropas franquistas en septiembre de 1936. Porque para ella su abuelo no fue fusilado, sino asesinado. "El fusilamiento tiene algo más de dignidad, aunque sea una barbaridad, porque uno es fusilado tras un juicio. Mi abuelo fue asesinado, probablemente con un disparo a corta distancia mientras estaba arrodillado y maniatado, fue un asesinato cobarde", remarcó Otxoa. En su opinión, la existencia de una Ley de Memoria Histórica en Navarra "es fundamental para recuperar y poner todos los nombres y apellidos de las víctimas que hubo y darles la dignidad que se merecen. Esta ley debería de escribir la página sobre lo que pasó aquí, para así poder parsarla, y que esto que ocurrió aquí no se olvide ni se repita jamas", concluyó.