PAMPLONA. cuando se cumplen 79 años de su desaparición y sigue siendo una incógnita el lugar en el que se encuentran depositados sus restos, una nueva fuente documental permite aventurar la relación de las 53 personas que el 23 de agosto de 1936 fueron “puestas en libertad” en la cárcel de Pamplona para, lo que luego se supo, iniciar un corto periplo, maniatadas y en autobús, que les trasladó hasta la corraliza de Valcaldera, de Cadreita, donde fueron asesinadas. La fuente documental tiene su origen en la propia prisión de Pamplona y más concretamente en los listados que se confeccionaban a diario de las personas que habían comido en prisión, un servicio que costeaba la Diputación Foral de Navarra y cuyos listados se han descubierto ahora. Las listas obran en el Archivo General de Navarra y tras la pista dada por un investigador el año pasado, han sido documentadas y digitalizadas, y puestas a disposición de quien esté interesado en consultarlas.
Esta es la única novedad que gira en torno al fusilamiento de 52 personas (uno logró escapar) que estaban encarceladas en Pamplona. Este crimen masivo y atroz se produjo la tarde del 23 de agosto de 1936. Un fusilamiento perpetrado por un grupo de falangistas y carlistas mientras en Pamplona se celebraba con todos los honores la procesión de la Virgen del Sagrario (después coronada como Santa María la Real). Como ahora, aquel 23 de agosto de 1936 también fue domingo y aunque hubo mucho disimulo e intentos por tapar los asesinatos, la popularidad y reconocimiento social de la mayoría de los fusilados propició que la acción no pasara inadvertida y que la noticia corriera por Pamplona como la pólvora. Además, la familia de al menos uno de los asesinados, tuvo noticia previamente de que iba a salir de la cárcel e intentó sin éxito recabar información el mismo día.
Se sabe que salieron de la cárcel, que fueron trasladados en autobuses al corral de ovejas de Valcaldera y que fueron fusilados en grupos de a diez. Se tiene noticia también de que uno de ellos -Honorino Arteta- logró escapar pese a recibir un tiro en la pierna y que, al día siguiente, los matarifes acudieron al lugar para ultimar el entierro ya que parece que los asesinos habrían querido regresar pronto a Pamplona para sumarse a la procesión. Se sabe también que se llevó al lugar a varios sacerdotes -hay quien apunta que hasta ocho- para que los reos pudieran confesarse antes de morir, y que como se hacía tarde para regresar a Pamplona, los matarifes se enzarzaron en una discusión sobre si esperar a que se confesaran todos o ahorrarse el servicio religioso.
estado y cadena de custodia Los cuerpos, en cualquier caso, quedaron ahí hasta que, según algunas investigaciones, fueron extraídos para ser conducidos al Valle de los Caídos y compartir el fatal destino con sus verdugos. En 1979, y a demanda de algunos familiares -en concreto desde Pamplona de Miguel Eguía-, los restos de estos navarros debieron volver a Navarra y ya desde entonces, la incógnita y la incertidumbre. Nada se sabe de los restos de estas personas que según la historia no oficial, porque la oficial sigue oculta, permanecieron en la corraliza de Valcaldera de donde se cuenta fueron trasladados en 1959 al Valle de los Caídos y en 1980 a algún lugar de Navarra. “Aquí se pierde la pista. Alguien tiene que saber dónde se encuentran”, señalan desde AFFANA-36. “El Estado español es responsable de su cadena de custodia. No se puede entender que después de 79 años estén desaparecidos, mayor crueldad no se puede cometer, sus familiares siguen siendo torturados ante tal irracionalidad. Por todos ellos, por su recuerdo, por sus familiares que merecen encontrarlos. Las instituciones navarras y la Justicia deben ayudar a localizarlos”, añade la asociación.
hoy, homenaje No hay constancia del destino final de estos restos pero sí memoria y por ello, por segundo año consecutivo, la Asociación de Familiares de Fusilados de Navarra (AFFNA-36) ha vuelto a organizar dos actos para homenajear y recordar a estas personas en el 79 aniversario de la matanza. Será el mismo día 23 de agosto, es decir, mañana domingo, en los dos escenario distintos y en las mismas horas en las que ocurrieron los hechos en 1936. Así, a las 18.00 horas tendrá lugar un primer acto de recuerdo en el solar de cárcel de Pamplona y a las 19.30, en el corral de Valcaldera (Cadreita), en este lugar de la memoria.
Porque AFFNA-36 reivindica que se inscriba como lugar de la memoria este término municipal de Cadreita denominado Corral de Valcaldera, cumpliéndose así la ley navarra de memoria histórica. Para ello “hay que crear en un breve plazo de tiempo el primer Catálogo de Lugares de Memoria Histórica incluyéndose en el mismo los emplazamientos reveladores y señalados como las fosas comunes significativas; tapias de cementerio u otros lugares, usados como paredón para fusilar en masa; campos de concentración para reos esclavos, obras realizadas por reos esclavos; cárceles de hombres y de mujeres; edificios y lugares de apresamiento, interrogatorio y torturas; cementerios utilizados para enterramiento de prisioneros... Estos espacios relacionados con la represión franquista deben ser señalizados y protegidos como Lugares de Memoria Histórica por el Gobierno de Navarra”.
listado de la cárcel La actividad en el Archivo General de Navarra sobre los sucesos acaecidos tras el golpe militar de Franco y la guerra arreció hace un año con la búsqueda de los funcionarios forales represaliados para confeccionar la placa que ordena la ley de memoria histórica y que aun sigue sin colocarse. Además, un investigador dio la pista sobre los listados de la Prisión Provincial de Pamplona que se encuentran en el Archivo General de Navarra. En ellos figuran las fechas de entrada y salida de los presos y las estancias causadas (días de estancia). Unos con letra manuscrita y otros a máquina de tinta roja. Estas listas están permitiendo aproximarse a la investigación y por lo menos las fechas concretas en las que entraron y salieron los presos, así como por orden de que autoridad, precisa Diego Val Arnedo, técnico del Archivo que está trabajando de lleno en estas temáticas. Los listados están permitiendo también aproximarse a determinadas sacas que tuvieron lugar en Navarra y, así llama la atención el elevado número de presos que sale precisamente el 23 de agosto de 1936. Hasta 53 personas. Es sabido que en la saca de Valcaldera fueron asesinados 52 y uno logró huir, herido, pero huyó.
Esta información, aunque es una valiosa aportación y permite cotejar con otras fuentes, constituye una pista más. En concreto se han documentado y digitalizado siete listados de presos de la cárcel de Pamplona escritos a mano y otras 33 páginas cuyos nombres están mecanografiados en tinta roja. Es información valiosa dado que los archivos de Instituciones Penitenciarias siguen brillando por su ausencia para los historiadores e investigadores, permite indagar otras posibles sacas y seguir la pista aunque solo sea hasta la puerta de la prisión de Pamplona de aquellas personas que pasaron por sus muros y salieron de ellos, unas con mejor suerte camino de su domicilio, y otras, con peor, a un destino que aunque han pasado 79 años las familias siguen sin conocer. Las 53 personas que fueron trasladadas a Valcaldera, 52 de ellas asesinadas, y una huída con un tiro en la pierna, entraron en la cárcel entre los días 19 de julio y 14 de agosto de 1936.
la pista, el pago de la comida Diego Val Arnedo, el técnico del Archivo General consultado para este tema, explica que dentro del fondo documental Diputación Foral y Provincial de Navarra se conserva la serie de cuentas de la Prisión Provincial desde principios de siglo XX, porque por aquel entonces eran las diputaciones las que se encargaban de satisfacer los gastos carcelarios de sus provincias. Las diputaciones dejaron de costear estos gastos cuando por Real Decreto de 5 de marzo de 1922 el Gobierno del Estado procedió a hacerse cargo de los mismos.
No obstante, precisa Diego Val, en el caso de Navarra, la Diputación planteó al Gobierno estatal su preferencia por no variar el régimen tradicional del sostenimiento del ramo de cárceles y solicitó seguir encargándose ella de los gastos carcelarios. El Gobierno atendió la solicitud de la Diputación y procedió a dictar la Real Orden de 21 de marzo de 1923 por la que se exceptuaba a Navarra de la aplicación del Real Decreto de 1922, de manera que las obligaciones para con los gastos carcelarios siguieron recayendo como hasta entonces en la Diputación. Así las cosas, el traslado a Navarra por parte del Gobierno a partir de 1934 de un importante número de presos de otras provincias a raíz de acontecimientos como la Insurrección Anarquista de Zaragoza o la Revolución de Asturias, fenómeno incrementado notablemente con la represión que siguió al golpe de estado del 18 de julio de 1936 y la Guerra Civil, supuso un incremento tan notable de los gastos carcelarios que llevó a la Diputación a solicitar del Gobierno estatal que procediera a reintegrar los gastos ocasionados por las estancias de estos presos procedentes de otras provincias, toda vez que el compromiso asumido por la Diputación en la real orden de 1923 únicamente podía entenderse referido a los presos encarcelados por las autoridades judiciales y gubernativas de Navarra, sin que pudiera alcanzar tal obligación a satisfacer gastos de estancias de presos que por disposiciones de la política penitenciaria y de orden público del Gobierno hubieran sido trasladados a Navarra de otras provincias.
Acabada la guerra, el Ministerio de Justicia estimó razonada la petición de la Diputación de Navarra y por Orden Ministerial de 13 de agosto de 1940 aceptó hacerse cargo de los gastos de las estancias de los presos de otras provincias y se dispuso que la Diputación elaborara unas cuentas para presentar al ministerio a efectos de la liquidación y abono por éste de los gastos de estancias de presos a disposición de autoridades de otras provincias. “Ése es el motivo por el que durante esos años finales de la década de 1930 existen dentro de la documentación referida dos cuentas de gastos y dos relaciones de estancias en la Prisión, diferenciándose aquellas que correspondía satisfacer a la Diputación y aquellas otras que competía abonar al Gobierno”, indica Val.
Tras localizar esta valiosa documentación, el Archivo General se puso en contacto con los archivos de las comunidades cercanas (CAV y Aragón) por la presencia de presos de estas regiones y para facilitar el acceso a los investigadores, algunos de los cuales ya han visitado la sede de la plaza de los Corazonistas para indagar acerca de estas personas, tristemente protagonistas de una negra página de la historia.