Dayan Ramírez nunca quiso salir de Medellín. Allí tenía (y tiene) a su familia, a sus amigos y unos estudios que tuvo que dejar a medias cuando sufrió en sus propias carnes la violencia y el peligro que se siguen viviendo en las calles de Colombia. “Yo no quería irme, quería quedarme en mi ciudad con mi familia, pero tuve que huir cuando me amenazaron de muerte”, relata Dayan, que desde hace 10 meses reside en Navarra en un proyecto local de inclusión ininterrumpido financiado por el Gobierno foral.

Y es que Dayan, pese a que lleva casi dos años en España, sigue estando en situación irregular y su llegada a Europa no fue como esperaba: “Vine aquí en busca de una mejor calidad de vida pero luego la realidad es otra”, sostiene este colombiano de 31 años, que está teniendo que hacer frente a toda una maquinaria burocrática para conseguir los papeles. Porque la realidad es que sin ellos es invisible.

Dayanque este martes ha participado en una jornada de CEAR en el Parlamento foral– aterrizó en Barcelona en octubre de 2023 y lo primero que intentó fue conseguir una cita para pedir el asilo, pero era imposible. “Tuve que buscar alternativas y contacté con un abogado que me dijo que él me conseguía una cita pero que tenía que pagarle. Le di 200 euros a cambio de la cita. En ese momento no lo sabía, pero acababa de ser víctima de la mafia”, rememora.

Pero obtuvo la cita en diciembre de ese año y en enero de 2024 entró en el programa de acogida con Cruz Roja. Una de las cosas que le llamó la atención entonces a Dayan es que “aquí no puedes trabajar si no tienes papeles. En EEUU no hay problema, pero aquí es ilegal”, por lo que optó por formarse y estudiar inglés y catalán.

Llegada a Navarra

Sin embargo, en julio le concedieron una plaza de acogida temporal en Pamplona, lo que le obligaba a abandonar Barcelona, donde ya había hecho un grupo de amigos y se sentía integrado, pero si rechazaba la plaza, le echaban del programa. “No tenía dinero, no me quedó otra opción”, señala. Así que la primera semana de agosto llegó a Navarra y al poco se derrumbó: “Me acogieron muy bien y yo estaba cómodo pero empecé a sentir el peso migratorio porque estaba solo y no tenía a nadie. Estuve tres meses en depresión, pero salí adelante gracias a la ayuda de CEAR”, señala, y añade que en este tiempo ha estudiado francés y un curso de gestión empresarial.

Mientras tanto, Dayan aguardaba la resolución de su petición de asilo, que finalmente le fue denegada el pasado 10 de marzo. “Encima con el cambio del reglamento de Extranjería me entró mucha ansiedad, porque pensaba que los 17 meses que llevaba en España ya no me iban a contar. Pero como me la denegaron antes del 20 de marzo no hay problema”, explica Dayan, que ahora tendrá que esperar 8 meses hasta que cumpla dos años de residencia en España y pueda regularizar su situación por la vía del arraigo.

Yo lo único que quiero es tener los papeles para conseguir un trabajo y poder pagarme un alquiler. Algún día también me gustaría volver a Colombia, porque mi familia y mis amigos siguen allí, aunque me cuentan que la situación cada vez es peor”, lamenta Dayan.