Quedan pocos días para que se cumpla el tercer aniversario de las inundaciones que arrasaron Tafalla y otros municipios de la zona. Entre ellos, Sánsoain, donde, tras romperse el puente de piedra del acceso, una docena de familias se quedaron prácticamente incomunicadas durante semanas.

El 8 de julio de 2019 una avalancha de agua que venía del barranco de Olleta se llevó el puente de entrada a Sánsoain y realizó un boquete en el restaurante El Maño, cortando el acceso a los pueblos. Rexu Urrutia, vecina de Sánsoain, recuerda aquellos días como algo “horrible” y de mucha incertidumbre. “ Era algo que veías en la televisión pero que no te imaginas que va a pasar aquí. Para mí fue un infierno”, recuerda Urrutia. El primer día que pudieron salir tardaron casi una hora llegar a Tafalla, cuando les separan apenas 11 kilómetros. “Era muy dificil salir de aquí porque teníamos que ir por pistas que estaban en muy mal estado. Esa situación duró casi todo el verano”, cuenta.

Casi tres años más tarde llegó el turno del fuego, que sorprendió a las familias de Sánsoain porque llegó muy rápido. “Veíamos humo y nos pilló de repente. La policía nos dijo que nos preparásemos porque teníamos que desalojar el pueblo. El cielo tenía un color muy raro, se veía peligro”. Rexu avisó al resto de vecinos y se fue junto con su marido Bernat y su hijo Jakes a Tafalla. “No cogíamos ni ropa, porque estábamos seguros de que a la noche volveríamos. No sé porqué pero me llevé la escritura de la casa, el ordenador, la guitarra y poco más”, detalla Rexu.

Rexu Urrutia, vecina de Sánsoain afectada por las riadas del 2019 y los incendios de este año. | FOTO: D.N.

Desde Tafalla no veían Sánsoain así que se fueron a casa de unos amigos en Pueyo y desde la Ermita, a través de un catalejo, veían su casa. “Me parecía que estaba todo ardiendo, porque no calculaba bien la distancia. Me dí un susto muy grande. Eran momentos de incertidumbre e importencia”, recuerda. La vuelta casa unos días más tarde se le hizo extraña al ver a la UME y bomberos que seguían trabajando en el lugar. “Era como volver a una tierra extraña y prohibida”, confiesa la vecina, que explica que con la riada “no podíamos salir de casa” y con el fuego “no podíamos entrar”.

El fuego también fue una amenaza para el Hotel Valdorba, situado en Sánsoain y donde Jon Campos y Maite Martín, dueños del alojamiento, tuvieron que evacuar a los clientes. “Aparte del miedo de que el fuego podía afectar a los bienes propios, nos preocupaba la responsabilidad de los clientes, porque era domingo y teníamos 80 personas para comer. Veíamos el humo y había viento fuerte”, relata Campos. Tras contactar con el 112 comenzaron a llamar a los clientes para cancelar las reservas y, cuando vieron aparecer las llamas, llegó la policia “con el mensaje claro de desalojar a la gente porque venía el fuego directo”. Al recibir este aviso, el matrimonio que regenta el establecimiento tuvo unos instantes de nerviosismo e incertidumbre. “Estás viendo las llamas bajar a toda velocidad y no sabes qué va a pasar. Tenemos también una residencia canina, así que desalojamos a todos los perros y los llevamos a otras instalaciones. Nos esperábamos lo peor, pero cuando llegamos el lunes nos llevamos la gran sorpresa de que estaba todo bien”, cuanta el hostelero.

El puente de acceso a Sánsoain que destrozó la riada del 2019.

En 2019, cuenta, lo pasaron peor porque Hotel cerrar durante casi un mes en plena temporada alta. “Aquello fue tremendo. nos costó mucho desalojar a la gente porque estaba todo intransitable. No sabíamos cuando iban a actuar y cuando íbamos a volver a la normalidad y eso te crea mucha ansiedad”, relata Campos.

Estos vecinos y vecinas han vivido dos fenómenos naturales en apenas tres años que les hicieron vivir, en su momento, situaciones de extrema angustia. Ahora, bromean con cuál será la próxima catástrofe que sorprenderá a Sánsoain.