A diferencia de otros trabajadores, Iban Romo, de Gráficas Xavier, se encontraba por la zona cuando comenzó la debacle. “Había salido del taller para ir a tomar un café a un bar cercano, cuando me sonó la alerta de la tienda. Pero tampoco era alerta máxima, sin embargo, me volví. Y menos mal”, afirma Romo. 

“Cuando llegué y vi el agua entrar, tuve que decidir entre poner una chapas de protección o intentar salvar tanto las maquinas como papeles importantes”, explica Romo, que intentó mover la maquinaria eléctrica a lugares elevados en un intento desesperado de salvar todo el material posible. 

“Mi familia vino como pudo, porque las condiciones eran las que eran, para ayudarme a sacar agua y salvar lo posible. Pero sin electricidad con la que poner en marchas las bombas de agua, la situación era complicada. Además, yo tuve un pequeño accidente durante estas maniobras, y me hice una brecha en la cabeza, muy cercana al ojo. Me tuvieron que poner 8 puntos en el hospital mucho después, porque a pesar de eso, me quede en el establecimiento intentando hacer lo posible”, señaló el dueño del local. 

“Hasta que vinieron unos jóvenes a decirme que me marchara, que ellos se ocupaban. Así que me fui al hospital con mi familia, dejando el local en las buenas manos de mis vecinos”, sentencia Romo. 

AYUDA VECINAL

Un denominador común que han relatado los damnificados de las riadas fue la ayuda que proporcionaron los vecinos de las localidades, ya fuera para achicar el agua de los establecimientos, garajes o portales, ya fuera para ayudar a socorrer a personas en situaciones delicadas, como estar encerrada en un coche. 

“Aunque en mi caso, mi familia fue la más volcada en ayudarme con el negocio, los vecinos también pusieron su granito de arena, ayudando durante todo el día a sacar agua de tiendas como la mía, por ejemplo”, cuenta Romo. 

PREVENCIÓN

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“Muchos negocios estamos ahora planteándonos qué hay que hacer y cómo implantarlo de cara a proteger los comercios frente a una nueva inundación en el futuro. Aunque no sirve de mucho tener barreras que se pueden poner si el ayuntamiento no avisa, por ejemplo, si abren las compuertas de la presa. La prevención de esta catástrofe también está en sus manos”, señala Romo.