Antonio Martín Audouard hace tiempo que dejó de celebrar las fiestas navideñas. A sus 68 años, con las ideas muy claras y la tranquilidad de saberse una persona “diferente pero sincera y real”, asume que en Navidad no tiene “nada que festejar”.

Natural de Madrid, Martín narra que, de adolescente, en su casa solían hacer una cena especial en Nochebuena, y la tarde del 25 la pasaba con su padre viendo una película en el cine. Aunque recuerda esa época con mucho cariño, asume que pronto comenzó a darse cuenta de que, para él, las navidades no son más que un “paripé” que a día de hoy prefiere ignorar.

En 1985, Martín aterrizó en Navarra, donde conoció a su exmujer. Juntos pasaron 23 años, y a pesar de que durante esa etapa de su vida sí que celebraron las Navidades junto a sus suegros, al divorciarse dejó de festejar unas fechas que, a su modo de ver, son como otras cualquiera. “Yo no tengo espíritu navideño”, expresa. Se declara apóstata, y ese es el principal motivo por el que ve innecesario conmemorar algo que va en contra de sus principios e ideas. “Para la gente soy un bicho raro, pero no me importa. A veces insisten en invitarme a las cenas de Nochebuena y demás, pero no me encuentro a gusto y digo que no quiero ir”, señala.

Tiene dos hijos y tres nietos que sí celebran las Navidades. “Me parece bien que lo hagan, yo nunca le he impuesto nada a nadie y, por supuesto, tampoco a mis hijos”, denota con unas palabras llena de respeto y, sobre todo, repletas de humildad.

Por otro lado, aunque no está de acuerdo con regalar juguetes a los niños por el simple hecho de que sea el día de Reyes, Martín admite que a sus nietos, de cuatro meses, siete y diez años, les hace regalos. “Pienso que para regalar algo a un niño no hace falta que sea el día de Reyes. A veces parece que les premiamos cuando son buenos y se portan bien, pero un crío también tiene que ser rebelde”, asegura, reconociendo que la rebeldía es una cualidad que le acompañará siempre.

En Nochebuena me tomo una copa de vino y a las 13.15 horas me voy a la cama

Antonio Martín - Pensionista residente en la Txantrea

Actualmente, Martín vive en la Txantrea y, en Nochebuena, se toma una copa de vino y a las 23.15 horas se va a la cama “como cualquier otro día”. Con la frase “pienso lo que digo porque digo lo que pienso” como máxima, admite que no le importa el qué dirán. “Soy feliz con una familia que me quiere y una pensión, y con eso me basta”, concluye.