Lo importante de las Navidades no son los regalos, la comida o la decoración. Lo importante de las Navidades es la familia. Así lo expresa Sara Landa, madre soltera de dos hijos y una hija a los que cuida con la ayuda de su exmarido, aunque mediante la custodia compartida. También vive con su tía, ya que sus hijos mayores se emanciparon.

Con gorros navideños, un árbol y algo de música les es suficiente para celebrar unas fechas tan especiales. En lugar de hacerlo por todo lo alto, la familia Landa es feliz con “comida simple y una buena actitud”, recalca Sara. “Nosotros este año vamos a comer ensaladilla rusa que hace mi hijo y filetes rebozados”, indica, añadiendo que para ella esto es un verdadero “manjar”, y no platos como el caviar o el gorrín.

“Somos 14 personas y solamente nos hemos gastado 60 euros en las comidas de las Navidades. Y todo esto con entrantes, bebida y unos postres caseros que hace mi tío”, puntualiza. Así, Sara Landa reconoce que le gustan estas fechas, pero no el “gasto desmedido” que suponen para muchos. “Afrontamos la vida con una buena actitud, y aunque mis hijos no puedan tener 20 regalos, son felices. La ilusión nace al reunirse con la familia, y no de acumular cosas materiales”, destaca.

En un pequeño piso en Burlada, la madre soltera vive con su tía, jubilada, y con su hija pequeña, de cinco años. Sus otros dos hijos, de 23 y 21 años, comparten otro piso y contribuyen en algunos de los gastos de la vivienda. “El piso lo pago yo y mi tía me ayuda, pero tiene una pensión modesta. Nos ayudamos la una a la otra, tenemos muy claro que el concepto de familia unida es muy importante”, detalla Landa. 

Recapitulando momentos en los que la vida no le sonrió, Landa echa la mirada hacia el pasado y recuerda cuánto le costó encontrar la vivienda en la que reside actualmente en Burlada. El propietario de su anterior piso no permitía mascotas, y ella tenía perro. “Empecé a buscar y tardé cinco años en encontrar un hogar”, declara. El principal problema con el que se encontraba a la hora de buscar casa era que, según las inmobiliarias, “no daba el perfil”. Pero, después del sufrimiento, llegó la suerte, y pudo instalarse en Burlada, de donde eran sus abuelos.

Para 2023, Sara Landa pide “salud”. El cáncer ha provocado mucho dolor en su familia, en concreto en su padre y en su tía, y ella, con esperanza, suspira y asegura que “si se pudiese comprar la salud, el mundo sería un lugar precioso”.