¿Qué hace diferente el sistema de Justicia restaurativa en Navarra, que incluso ha sido reconocido por el Poder Judicial?

La Justicia restaurativa es una manera de entender la Justicia penal en la que se le da la participación directa al que ha sufrido un delito y al que lo ha cometido. En la misma puede darse una reparación moral y que quien ha cometido el delito se reinserte. Es una justicia de más calidad, más participativa y directa porque es lo que las personas necesitan, eso lo hace diferente de la Justicia tradicional. Lo que parecen intereses contrapuestos, la reparación de la víctima y la restauración de los victimarios, irían en la misma línea en la Justicia restaurativa. Se trata de humanizar el proceso, escuchar y ser escuchado. El proceso judicial normal es muy formalizado y muy centrado en cuestiones jurídicas que hay que resolver y que dejan al margen las preocupaciones humanas. Las víctimas suelen decir que a veces necesitan hacer preguntas que solo las puede responder quien comete el delito y eso no puedo ocurrir en un juicio penal. El victimario debe tener también una capacidad de aprendizaje y de darse cuenta de la responsabilidad de lo que ha hecho.

La experiencia aquí es de décadas.

En Navarra se lleva años apostando por esta vía, reconocida en el Estatuto de la Víctima, pero a la que en otras comunidades no hay posibilidad de acceder. El año pasado se creó un servicio público que coordina las actuaciones de Justicia restaurativa, con contacto directo con los juzgados y gracias a esta estructura administrativa, se reciben los expedientes susceptibles de acceder a mediación y se derivan a los profesionales (Aname).

¿Mediación o Justicia restaurativa?

La mediación es una de las técnicas que se utiliza en el enfoque de Justicia restaurativa. Aquí hablamos de una persona que ha cometido un delito y otra que lo ha sufrido, no se trata de igualar el daño entre uno y otro.

¿Cómo les llega un caso?

Las derivaciones oficiales tienen que proceder de los juzgados, pero gracias a un protocolo con el TSJN puede haber propuestas de derivación de asuntos por parte de la Oficina de Atención a Víctimas de Delitos, de nuestro servicio y de los propios abogados, que los juzgados deben valorar. Ahora tratamos de buscar que haya derivaciones de casos más graves. El 90% de los que trabajamos son delitos leves, pero los estudios internacionales señalan que es muy positiva la intervención en situaciones con una violencia media. La Audiencia ya ha derivado un par de casos, incluso una tentativa de homicidio. Muchas veces esto ocurre en entornos de amistad y de familia y no se trata de que si una de estas personas ha intentado matar a otra recuperen una relación, sino que se trata de reparar a la víctima y que se sienta mejor. Otra cosa que hemos hecho es eliminar la limitación de sesiones de mediación, para que haya intervenciones más profundas y reposadas, en las que se trabajen con más actores implicados.

¿Cuál es el siguiente paso?

El objetivo principal no es la cantidad de asuntos que tengamos sino llegar a estos delitos de cierta gravedad. En 2022 vamos a tener 600 casos en Pamplona y Aoiz, todo un récord. Pero lo que buscamos es también hacer procesos diferentes como más círculos restaurativos en los que intervineen más personas, seguir fomentando la mejora continua en la calidad y que nos haga una evaluación externa del servicio. Todo está pendiente también de la Ley Foral de Justicia restaurativa.

Son referentes en esta vía.

Navarra es pionera en la materia y lidera claramente la mediación dentro de España, junto a Catalunya y la CAV. Navarra tiene un 1,39% de la población del Estado y abarca sin embargo el 21% de los casos. En España falta una regulación procesal clara y saber cuándo se puede derivar a mediación. En verano, va a celebrarse en Pamplona el simposio que organiza el Foro de Justicia Restaurativa de Europa y se va a centrar precisamente en su instauración en las políticas públicas.